La hora de cenar

—¿Tienes miedo, Morgan o simplemente te doy asco? —inquirió.

Yo deseaba tener una tijera entre mis manos para poder cortar la tensión que crecía entre ambos, además, debía pensar muy bien mis palabras, no deseaba ser hiriente o grosera, pero la verdad, no poseía ni una pizca de miedo, no obstante, sentía lástima, mucha lástima por él; muy divertido jugar a ser malo, pero llega un momento cuando miras a tu alrededor y el recuerdo constante del daño que has provocado por "tu trabajo" empieza a torturar tu cabeza

Y el que el señor Müller deseara ser atrapado por el oficial solo confirmaba mi teoría; él no podía más con la culpa que cargaba.

—¿En qué piensas? —indagó con más urgencia, parecía desesperado por saber mi opinión.

—Yo… Yo no pretendo juzgarte por t

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