El reloj que colgaba en la pared encima del ascensor marcaba ya las 6:30 a.m. y mi cabeza solo repetía una misma duda ¿Ya se habría ocupado del policía? Se trataba de un pensamiento frívolo, lo sabía claramente, pero mi mente constantemente se llenaba de pena al recordar el beso que le robé al policía… en su rechazo y el bochorno por el cual pasaba cada vez que me lo cruzaba.
Además, saber que podría ponerme en peligro o arruinarme la vida provocaba algo dentro de mí, difícil de explicar, solo deseaba que desapareciera de mi vida.
Pensar en el oficial me ponía muy nerviosa, mi cabeza lo observaba como una amenaza y ya, no podía mirarlo de otra forma…
Las puertas del ascensor se abrieron revelando al jefe; su cabeza tupida de cabello se empezaba a teñir con mechones blancos, recordándole al mundo su mortalidad, a pesar de ser todo un magna
Su boca se abrió demostrando asombro, estaba claro que no esperaba una respuesta así de mi parte ni siquiera, yo sabía cómo fui capaz de hacerlo. Simplemente me sentía agotada de su presencia, quería un poco de soledad por unos minutos, que tan difícil podía ser estar lejos de mi jefe, de mis pensamientos y de la culpa. No sabía si volvería a ser capaz de volver a ver a Adeline a los ojos, ella me odiaría si supiera la verdad, pero para mi suerte, sería otro secreto que me llevaría a la tumba.—Así que, te deseo suerte y que te diviertas llevándole el chismecito al “jefecito” —mi cuerpo vibró al ritmo del relámpago, el clima se volvía más violento y aterrador. El cielo gris oscuro anunciaba malos presagios para aquellas personas como yo, las cuales buscaban refugió entre los vastos árboles inestables —
Probablemente se trataba del karma instantáneo dándome un poco de mi propia medicina o simplemente se reducía en un golpe de mala suerte.Como fuese, me sentía humillada siendo el centro de atención de aquel espectáculo; mojada de pies a cabeza, con largas y frías gotas de agua deslizándose por mi rostro removiendo poco a poco el maquillaje y las cenizas del muerto, sin embargo, mi traje, por más mojado que se hallara parecía encariñado con las cenizas, porque se aferraba a ellas con intensidad.La gente no dejaba de mirarme con curiosidad, al parecer, yo no era la única que se había visto afectada por el enfado de la mujer. Varias personas, al igual que yo, lamentaban su ropa sucia, sus zapatos, hasta sus pertenencias teñidas de aquel gris tan particular.Lo peor, es que lo presentía. Una parte de mí se lo imaginaba y se lo esperaba, aun así, q
—Suéltame, ahora —le advertí con determinación —¡Ayuda! ¡Ayuda! ¡Ayuda! —bramé con todas mis fuerzas, intenté forcejear con aquel enorme hombre, pero apenas lograba moverlo un centímetro, aun así, estaba dispuesta a intentarlo —¡Ayuda!Solo necesitaba que una sola persona me mirara y corriera en mi auxilio o que gritara a mi lado para asustar al policía, así llamando la atención de todos.Pero, para mi mala suerte mis palabras se las llevó el viento como un cruel villano; nadie me escuchaba, nadie, absolutamente nadie nos prestaba atención, a excepción de un perro al otro lado de la calle, que ladraba mostrando sus colmillos con furia.Con sus grandes patas sacudía las rejas de metal, provocando un ruido infernal; estaba tan cabreado que en cualquier momento podría destrozar el portón sin tanto problema, sin embargo, su devastadora furia, no era capaz de ayudarme.Forcejeé aún más, sintiendo como mi cuerpo cedía involuntariamente a su agarre, no obstante,
Un disparo desconocido ¿había acertado o fallado? ¿Venía en mi dirección o en la de Derek?¿Acaso aún seguía viva? Mi mente era un lío completo, me estaba costando más de lo esperado recuperarme; mis dedos se sentían extraños y para ser exacta, irreales.Mi cuerpo entero no parecía ser real, se sentía ligero y transparente, era como estar envuelta en una pesadilla de la cual no sabía escapar.¿Dónde estaba? ¿Estaba pensando o hablando? Mi cabeza se hallaba perdida y sumergida en las relajantes caricias que me propiciaba una mano amable; era inusual, pero lograba distinguir con tanta facilidad el calor emergiendo de su palma y la callosidad de la yema de sus dedos con extrema claridad. Su presencia me relajaba, a la vez que aliviaba la presión que sentía mi cerebro.—No te detengas —le susurré con di
—Por favor —bufé despidiendo el aire por mi boca en el intento de no volver a caer dormida —no hagas esto más difícil, ni siquiera te conozco; no sé cuál es tu nombre real o de dónde vienes. Lo único que sé dé ti es que eres un traficante de armas y que mataste a tus “amigos” y que un loco me secuestró porque pensaba que tu amigo Koch continuaba vivo ¿acaso debo soportar otro secuestro, ya sea por odio a ti o por el de tus amigos muertos?—Claro que no —repuso con timidez, no era capaz de mirarme a los ojos, parecía apenado y frustrado. En realidad, Müller no era tan malo como se murmuraba o como él intentaba hacerlo creer, o al menos, esa era mi impresión.—¿Entonces? ¿Pretendes que confíe en alguien que no conozco? —proseguí, forzándome a ignorar el intenso dolor de cabeza que n
Tres días después.“Las protestas se han vuelto más violentas, el número de muertos y heridos no deja de aumentar con creces; después de la muerte del alcalde un grupo de ciudadanos se ha unido en busca de justicia y con una única misión derrocar a la mano derecha del exalcalde, quien según se rumora no solo pretende tomar el puesto vacío, sino que hay evidencias de que se ha robado una buena cantidad de dinero” —continuó hablando la periodista, las imágenes mostradas en pantalla resultaban desgarradoras y trágicas; tanto como abuso de poder de parte de los oficiales como personas atacándolos sin control.—Mamá, creo que el otro día dejé en tu automóvil mi libreta —mencionó Matías, llevaba el cabello despeinado y aún usaba su pijama, a pesar de ser ya las once de la mañana. Agradecía su c
Mi cuerpo estaba tenso, pero al menos, agradecía que no hubiera leído lo escrito en la carta, de lo contrario, mi vida se arruinaría para siempre… Jamás podría explicarle lo que Müller o como se llame, lo que ocasiona en mí.Observé la carta, asegurándome de que Matías no volviera a entrometer sus manos en ella o que, saltara hacia mí arrebatándome el trozo de papel.Mi corazón saltaba y golpeaba mi pecho con ímpetu ¿Cómo se suponía que debía reaccionar si todo mi cuerpo entraba en corto circuito al recordarlo? Y aún más, cuando volvía a recordar el inicio de todo.“Tal vez, usted es lo que necesito para apagar el incendio dentro de mí. Lo siento mucho por haber huido la otra noche, pero si acepta le prometo que eso no volverá a suceder. Déjeme arder en su infierno, señor Mü
Besos suaves y húmedos.Gemidos leves cargados de lascivia.Tenía una chispa de envidia al no ser yo quien estuviera ahí dentro; temiendo a ser atrapada, sin embargo, siendo incapaz de detenerme… embriagada por la lujuria e imaginando como mis labios navegan por su piel desnuda en busca de que aquello tan prohibido que mi cuerpo anhelaba probar. Me torturaba su presencia y el pensarlo, no podía evitar fantasearlo cada vez que mis ojos se cerraban… me moriría de ganas de confesarle lo que pensaba y que él, lo volviera realidad.Un gemido cortado se escapó de la boca de alguna de las mujeres, se oían desesperadas y hambrientas, la timidez que una de ellas poseía, parecía que se había espumado gracias la creciente pasión.Hacía mucho calor en los vestidores, tanto que la ropa formal del trabajo iniciaba a estorbar; mi cerebro ardía en llamas y un e