ADAM (UN MES DESPUES)—¿Tienen todo?—¡Si señor!Habíamos planeado esto desde hace dos semanas, se habían resistido demasiado para esto y no arruinar la sorpresa. Ambos niños, como profesionales, sus notas en la mano; les dije específicamente que no quería ningún error. Bien, teníamos tres horas antes de que Holly se entere de que rapté a sus hijos—Bien—sentencié—, ¿Qué hay en la lista?—A mamá le gustan los días sábados—comenzó Alice.—Bien.—Su color favorito es el verde—siguió Tony.—Eso ya lo sabía.—Tiene un cajón especial en su escritorio donde guarda golosinas.—¿De verdad?—Sí, yo lo vi—confirmó Tony.—Bien, bien, te creo.—Le gustan las flores—prosiguió el niño.—Eso también lo sé. Otra cosa.—Pero nunca le has regalado algo a mamá.—Le regalé un auto, es mejor que las flores. —que chiquillo tan quisquilloso.—El auto es una necesidad—se mofó— pero no un cumplido.—Está bien, flores de ahora en adelante.Tony me apuntó con su bolígrafo en forma de zanahoria—Le gusta cocin
HOLLYYa ha pasado un mes desde que regresamos a Chicago, hemos retomado nuestra vida, como si nada hubiese pasado.Aunque, me preocupan los niños, ha habido días en los que duermen conmigo y tienen sueños inquietos, sé que el temor de que yo vuelva a desaparecer de sus vidas está ahí. Creí que con el pasar del tiempo, cuando vieran que no me iría a ningún lado de nuevo, esos sueños comenzarían a despejarse, pero no ha sido así.Debo buscar ayuda para los tres.Hoy hay visita con la obstetra; Dakota está cansada, ya tiene seis meses, está a punto de entrar al tercer trimestre, le estoy ayudando a prepararse mentalmente. Ha entrado en la etapa en la que se orina por todo.—Esto es una mierda—exclamó sofocada, dejándose caer en la silla de espera—parece que he corrido un maratón.—Aun te faltan tres meses, cielo—le recordé—, parecerá que habrás corrido de aquí al Mississippi.Chasqueó la lengua, rebuscó entre su bolso y extrajo una bolsita de zipploc con goma de regaliz de chamoy.Suspi
HOLLY—¿Cómo has estado?—B…bien, muy bien—¿Por qué me puse nerviosa de repente?Asintió.—Creí que habían cambiado de pediatra por que no los he visto…—Oh, no, no es eso, eh... fuimos de vacaciones a México—(mentirosa) —, estuvimos más tiempo de lo normal—desvié la mirada, no por no querer verlo, sino que me llamó la atención un producto de descuento.—Ya veo, creí que te sentirías incómoda…—Para nada—tragué en seco—¿tú estás bien?—Lo estoy, un poco confuso aun, pero, si tú estás feliz…Asentí apresurada.—Lo estoy.Oh Rafael, en otras circunstancias, si te hubiese conocido, habría una posibilidad para nosotros.—Regresaremos pronto para continuar con el tratamiento de alérgenos, así que pronto te veremos.—De acuerdo, los estaré esperando—tomó su carrito, pero se detuvo, se volvió un poco hacia mí y se acercó demasiado; me di cuenta de que había tomado el cuenco de crema de avellanas—, no deberías darle esto a los niños.Desde aquí podía apreciar el calor, su suéter costoso y su
NICHOLASUn maldito mes ha pasado en esta pocilga. Lucho por retener mi buen juicio.No duermo bien, estoy alerta de que un hijo de puta se cuele a mi celda y quiera violarme o matarme. Aunque no te metas con nadie siempre hay alguien que se mete contigo.En el almuerzo me enteré de que Vittorio estaba aquí, no he visto su cara, pero sé que en cualquier momento va a querer verme, lo sé, lo presiento. Estas cosas no terminarán. —¡Deja de moverte cabrón o te partiré la cara! —ese fue mi compañero de celda.El muy hijo de puta era violento, siempre pateaba mi cama, le irritaba el que solo respirara, está colmándome la paciencia. Es un vago maloliente a orina y es un maldito loco. Suelen darle ataques por la noche, siempre grita y se retuerce. Así pasan los días, comencé a trabajar en el programa de hortalizas, labrando la tierra, me despierto en la madrugada y terminó a eso de las diez. Por la tarde doy clases de economía, matemáticas y estadística a otros internos. Al menos eso ayuda
HOLLYDe pronto la incertidumbre que sentí hace años, cuando le pregunté lo mismo a James, comenzó a extenderse en mi pecho como una opresión sofocante.—Eh… es muy pronto ¿cierto? —retorcí mis manos—, me precipité… solo… solo haz de cuenta que nada de esto pa… pasó—Di media vuelta y me apresuré a la estufa, los niños tendrían hambre en cualquier momento.Sus manos me rodearon la cintura y de un tirón me subió a la encimera.—¿Qué estás haciendo?—Tenías que arruinarlo ¿no, Austen?Me tensé en sus brazos.—¿Qué?Se rio levemente, pasó los brazos por arriba de mí, en el gabinete, sacó una caja dorada adornada con una cinta verde.—Me arruinaste la sorpresa, yo también iba a pedírtelo hoy—me quedé perpleja.Tomé la cajita, eran chocolates.—Trufas de suiza—me explicó—, de Madagascar y ecuador—su voz era un poco débil y hablaba más rápido—, no sabía si te gustarían solo los suizos he escuchado que los de Madagascar ahora son tendencia, pero…—Eh… entonces estos chocolates significan…—Qu
DAKOTA—Ya mamá, no quiero más—protesté alejando la cuchara de ese jarabe concentrado de no sé qué mierda era.—Ash—protestó ella regresando el jarabe a su lugar—, cariño tienes que tomarte la medicina.—No sé qué clase de medicina alternativa me estés dando, pero no la necesito y tu nieta tampoco.—Mi nieta, aw, suena tan lindo—llevó las manos a mi vientre—. Hola mi pequeña Aurora, tan linda, serás tan linda como yo.—No le digas cosas feas a la bebé.—Que grosera—Se levantó—. Como sea, le diré a mi chef que cocine algo delicioso ¿Qué te gustaría?—Ah, costillas, con mostaza, cebollitas con brócoli y mucha, mucha pasta con aguacate.Mi madre hizo una expresión rara, como emocionada y preocupada, pero se fue danzando.Desde que regresé de Grecia la llamé para que se quedara conmigo.No creí que viniera tan pronto como la llamé; estaba terminando de grabar en Bosnia y tan pronto como terminó vino hacia mí.Estuve un tiempo con los Austen ya que cancelaron mi contrato en mi departamento
HOLLYAdam volvió a hacer de las suyas.Salió muy temprano para su oficina no sin antes dejar sus instrucciones; los niños y yo seriamos recogidos por su chofer para que nos llevara al salón, luego pasar al mejor sastre de la ciudad por el traje de Tony y por ultimo recoger el vestido de Alice.Vendría por nosotros a las cinco.—Tendremos un día ajetreado, ¿no niños?El chofer había sonado su claxon, indicando que ya nos esperaba, luego de rectificar que todo estuviese bien cerrado, los niños se apresuraron para cerrar sus abrigos.—Listo mami.—Bien, tenemos una misión.Ambos se miraron, suelen hacerlo cuando es un secreto.Enarqué una ceja.—¿Qué pasa?—Es una misión de espías—Tony hizo una seña con la mano simulando un arma, Alice lo imitó.—Bien, bien, vámonos ya mini espías.Al abrir la puerta, me topé con una canasta.—Oh, ¿vino el repartidor?Me agaché para tomar la canasta y abrirla. Eran zanahorias.—Qué raro, no recuerdo haber pedido zanahorias, quizá se equivocaron de domic
ADAMMe daba igual de que tratase la obra, no podía quitarle los ojos de encima a ella.A mi diosa personal.Estaba condenadamente caliente, si no hubiésemos traído a los niños, ella estaría haciendo eco a los canticos con sus liricos gemidos. Estoy tan perdido en ella que el tiempo se fue volando.Para cuando terminó la obra, ella lloraba de la emoción, los niños aplaudían y eso solo me impulsaba a adelantar lo que iba a hacer. Pero, si lo hacía, el plan que los niños y yo teníamos iba a irse por el caño.Ahora seré una figura fija para ellos, ya no puedo hacer más estupideces.Después del teatro fuimos al restaurante, hice que mi asistente rentara la zona, estaba amenazado con que si la reservación no se hacía correctamente lo iba a echar a patadas.En este lugar, cuando Holly volvió a quitarse el abrigo, las luces tenues hicieron titilar su vestido, proyectándole diminutos destellos a su piel, su dulce piel.—¿Qué? —se llevó una mano al rostro, preocupada—¿tengo algo?Sonreí lento.