HOLLY—¿Cómo has estado?—B…bien, muy bien—¿Por qué me puse nerviosa de repente?Asintió.—Creí que habían cambiado de pediatra por que no los he visto…—Oh, no, no es eso, eh... fuimos de vacaciones a México—(mentirosa) —, estuvimos más tiempo de lo normal—desvié la mirada, no por no querer verlo, sino que me llamó la atención un producto de descuento.—Ya veo, creí que te sentirías incómoda…—Para nada—tragué en seco—¿tú estás bien?—Lo estoy, un poco confuso aun, pero, si tú estás feliz…Asentí apresurada.—Lo estoy.Oh Rafael, en otras circunstancias, si te hubiese conocido, habría una posibilidad para nosotros.—Regresaremos pronto para continuar con el tratamiento de alérgenos, así que pronto te veremos.—De acuerdo, los estaré esperando—tomó su carrito, pero se detuvo, se volvió un poco hacia mí y se acercó demasiado; me di cuenta de que había tomado el cuenco de crema de avellanas—, no deberías darle esto a los niños.Desde aquí podía apreciar el calor, su suéter costoso y su
NICHOLASUn maldito mes ha pasado en esta pocilga. Lucho por retener mi buen juicio.No duermo bien, estoy alerta de que un hijo de puta se cuele a mi celda y quiera violarme o matarme. Aunque no te metas con nadie siempre hay alguien que se mete contigo.En el almuerzo me enteré de que Vittorio estaba aquí, no he visto su cara, pero sé que en cualquier momento va a querer verme, lo sé, lo presiento. Estas cosas no terminarán. —¡Deja de moverte cabrón o te partiré la cara! —ese fue mi compañero de celda.El muy hijo de puta era violento, siempre pateaba mi cama, le irritaba el que solo respirara, está colmándome la paciencia. Es un vago maloliente a orina y es un maldito loco. Suelen darle ataques por la noche, siempre grita y se retuerce. Así pasan los días, comencé a trabajar en el programa de hortalizas, labrando la tierra, me despierto en la madrugada y terminó a eso de las diez. Por la tarde doy clases de economía, matemáticas y estadística a otros internos. Al menos eso ayuda
HOLLYDe pronto la incertidumbre que sentí hace años, cuando le pregunté lo mismo a James, comenzó a extenderse en mi pecho como una opresión sofocante.—Eh… es muy pronto ¿cierto? —retorcí mis manos—, me precipité… solo… solo haz de cuenta que nada de esto pa… pasó—Di media vuelta y me apresuré a la estufa, los niños tendrían hambre en cualquier momento.Sus manos me rodearon la cintura y de un tirón me subió a la encimera.—¿Qué estás haciendo?—Tenías que arruinarlo ¿no, Austen?Me tensé en sus brazos.—¿Qué?Se rio levemente, pasó los brazos por arriba de mí, en el gabinete, sacó una caja dorada adornada con una cinta verde.—Me arruinaste la sorpresa, yo también iba a pedírtelo hoy—me quedé perpleja.Tomé la cajita, eran chocolates.—Trufas de suiza—me explicó—, de Madagascar y ecuador—su voz era un poco débil y hablaba más rápido—, no sabía si te gustarían solo los suizos he escuchado que los de Madagascar ahora son tendencia, pero…—Eh… entonces estos chocolates significan…—Qu
DAKOTA—Ya mamá, no quiero más—protesté alejando la cuchara de ese jarabe concentrado de no sé qué mierda era.—Ash—protestó ella regresando el jarabe a su lugar—, cariño tienes que tomarte la medicina.—No sé qué clase de medicina alternativa me estés dando, pero no la necesito y tu nieta tampoco.—Mi nieta, aw, suena tan lindo—llevó las manos a mi vientre—. Hola mi pequeña Aurora, tan linda, serás tan linda como yo.—No le digas cosas feas a la bebé.—Que grosera—Se levantó—. Como sea, le diré a mi chef que cocine algo delicioso ¿Qué te gustaría?—Ah, costillas, con mostaza, cebollitas con brócoli y mucha, mucha pasta con aguacate.Mi madre hizo una expresión rara, como emocionada y preocupada, pero se fue danzando.Desde que regresé de Grecia la llamé para que se quedara conmigo.No creí que viniera tan pronto como la llamé; estaba terminando de grabar en Bosnia y tan pronto como terminó vino hacia mí.Estuve un tiempo con los Austen ya que cancelaron mi contrato en mi departamento
HOLLYAdam volvió a hacer de las suyas.Salió muy temprano para su oficina no sin antes dejar sus instrucciones; los niños y yo seriamos recogidos por su chofer para que nos llevara al salón, luego pasar al mejor sastre de la ciudad por el traje de Tony y por ultimo recoger el vestido de Alice.Vendría por nosotros a las cinco.—Tendremos un día ajetreado, ¿no niños?El chofer había sonado su claxon, indicando que ya nos esperaba, luego de rectificar que todo estuviese bien cerrado, los niños se apresuraron para cerrar sus abrigos.—Listo mami.—Bien, tenemos una misión.Ambos se miraron, suelen hacerlo cuando es un secreto.Enarqué una ceja.—¿Qué pasa?—Es una misión de espías—Tony hizo una seña con la mano simulando un arma, Alice lo imitó.—Bien, bien, vámonos ya mini espías.Al abrir la puerta, me topé con una canasta.—Oh, ¿vino el repartidor?Me agaché para tomar la canasta y abrirla. Eran zanahorias.—Qué raro, no recuerdo haber pedido zanahorias, quizá se equivocaron de domic
ADAMMe daba igual de que tratase la obra, no podía quitarle los ojos de encima a ella.A mi diosa personal.Estaba condenadamente caliente, si no hubiésemos traído a los niños, ella estaría haciendo eco a los canticos con sus liricos gemidos. Estoy tan perdido en ella que el tiempo se fue volando.Para cuando terminó la obra, ella lloraba de la emoción, los niños aplaudían y eso solo me impulsaba a adelantar lo que iba a hacer. Pero, si lo hacía, el plan que los niños y yo teníamos iba a irse por el caño.Ahora seré una figura fija para ellos, ya no puedo hacer más estupideces.Después del teatro fuimos al restaurante, hice que mi asistente rentara la zona, estaba amenazado con que si la reservación no se hacía correctamente lo iba a echar a patadas.En este lugar, cuando Holly volvió a quitarse el abrigo, las luces tenues hicieron titilar su vestido, proyectándole diminutos destellos a su piel, su dulce piel.—¿Qué? —se llevó una mano al rostro, preocupada—¿tengo algo?Sonreí lento.
HOLLYEl anillo en mi dedo era pesado, estaba segura de que si alguien se propasaba conmigo podría tumbarle uno o dos dientes.Quería dejar de verlo, pero era casi imposible. No, más bien era un sueño hecho realidad, tanto que no podía creerlo.Estábamos de camino a casa, los niños, entretenidos, rellenos y adormilados, el recorrido del auto los estaba arrullando.Adam me tenía abrazada, me recosté en su pecho, su colonia y su respiración era tranquilizador.—Dejaremos a los niños con tu hermana—susurró en mi oído—tendremos el resto de la noche para nosotros.Sonreí, entrelacé mis dedos con los suyos.—Pensaste en todo.—Nada tenía que escaparse—me besó la coronilla—, aunque ellos tienen parte del crédito.Lo miré a hurtadillas.—¿Ellos?—Claro, me ayudaron a planear todo.Oh, mis niños.—¿Cuándo lo planeaste?—Hum—me apretujó más hacia él—, te lo diré cuando estemos en casa.Si, tenía razón, puede que se le salgan algunas palabras obscenas y no quiero que los niños escuchen.Cerré lo
HOLLYLe devolví el beso, entregándome a él por completo, no pensé en nada más que no fuese él. En sus labios lascivos, en su respiración agitaba y su corazón palpitar con prisa debajo de mis manos. Me despojó del abrigo y yo del suyo.Se detuvo.—Quiero hacer algo nuevo—sonrió con malicia—, pero tendrás que ayudar un poco.Me daba un poco de miedo pregunta.—¿Sobre qué?Me giró, dándole la espalda, dejándome sentada en una sola de sus piernas, así parecía que estaba cabalgando. Su brazo izquierdo se coló por el abrigo hacia mis pechos, subiendo hasta mi cuello, enredando sus dedos.—Respira, preciosa—susurró en mi oído, aquella sensación me mareó un poco, pero lo hice, respiré varias veces.Luego con su otra mano me tomó por el cabello.—Quiero que te corras para mí, conejita—tiró de mi cabelló hacia él y con la otra mano apretó mi cuello.Un ramalazo me recorrió desde la punta de los pies hasta mi cabeza. Aquella sensación me hizo apretar las piernas. Solté un gemido.—Adam…—¿Si, p