CAPITULO 6

La noche había sido dolorosamente larga. 

Me costó acostumbrarme a la cama y a las sabanas de seda después de tanto tiempo, sin contar que el único lugar donde había dormido en lugares similares, fue… con ella. 

Luego de dar vueltas y vueltas en la cama, me había puesto de pie y caminé hasta el enorme ventanal con vista al jardín para abrirlo y dejar que ingresara ese aire helado que habitaba afuera. 

Necesitaba dejar de sentir, dejar de pensar y por sobre todo, dejar atrás todo instinto de compasión que pudiera seguir viviendo en mis adentros. 

Cerré mis ojos y aspiré el aire helado de afuera. A pesar de estar con un simple pantalón de chándal y desprovisto de ropa en la parte superior de mi cuerpo, no sentía nada. No sentía frio, no sentía calor y de esa misma manera necesitaba que mi alma estuviera. 

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