CAMILE
—¿Quieres más galletas, pequeño? —le pregunté a mi hijo, mientras ambos disfrutábamos del desayuno.
—Aha… —asintió con la cabeza y sonreí.
—Pero luego debes cepillarte los dientes, ¿sí?
—Si mami —sacudí su melena y reí.
Se parecía tanto a su padre, que solo pensarlo dolía.
La mañana transcurrió tranquila, aunque esperaba cualquier tipo de sorpresa por parte de Henry. No imaginaba con que novedad me saldría para el día de mañana, ni que locura se le ocurriría.
Era evidente que follarme y tratarme como a una basura, se había vuelto su entretenimiento principal, pero a veces pensaba que había más en su pecho, como una profunda oscuridad y soledad que lo atormentaba.
¿Qué habría sido de V
Sentía que mi pecho estaba por reventar de tanto dolor.Comprender por fin la razón de tanto odio, me había sacado la venda de los ojos en relación al comportamiento del hombre que sin dudas, seguía amando aún más que el primer día.—Él… él no puede estar pensando eso de mí, Edward —reaccioné al fin, tratando de salir corriendo de la casa. El hombre a quien consideraba un padre, de inmediato se interpuso en mi camino, sosteniéndome entre sus brazos—. Debo ir a verlo, decirle la verdad, no puedo permitir que crea que yo colaboré para encerrarlo… —farfullé con dolor al imaginar todo lo que él pudo haber pasado.—¡Camile! Debes guardar calma. No puedes ir corriendo a decirle lo que ambos suponemos. ¿Piensas que te creerá sin pruebas?—Él debe creerme, es el padre de mi hij
HENRYCuando colgué a llamada, de inmediato llamé a Danielle para que acelerara la búsqueda. Para mi sorpresa, en ese preciso momento estaba visitando un edificio que tenía disponible un departamento en el último piso.Me indicó la dirección y se la di a Rocco para que llevara a Camile a la hora pactada. Mientras tanto yo, como un niño ansioso fui a la casa para darme un baño y cambiarme de ropa.Despacio, delante del espejo de cuerpo entero que tenía en la alcoba, me había desecho de la corbata, la camisa y los pantalones. Suspiré, mientras imaginaba que el espejo me devolvía la imagen de Camile, rodeándome desnuda, con su cabellera bañándole la espalda. Sus manos recorriendo mi torso sin que yo me moviera. Sus labios besando mi pecho, mi cuello, mi barbilla. Llevé mi cabeza hacia atrás cerrando mis ojos, imaginando que
HENRYPor primera vez en muchos años, había conciliado el sueño sin ningún inconveniente y tenerla entre mis brazos me había devuelto una paz interior que desconocí durante cuatro años. Sin embargo, aun sentía muchas cosas que me obligaban a no perdonarla.Antes que ella despertara, me incorporé de la cama con miles de preguntas que sencillamente no tenían respuestas, y me sentía sumido en una rencilla interna en la que mi corazón y mi cabeza me gritaban cosas distintas.Me puse de pie, caminando despacio hacia el umbral de la puerta que había quedado abierta y la cerré con cuidado de no hacer ruido para que ella no despertara. Con los ojos busqué mi ropa interior, yendo despacio hasta donde se encontraba tirada y me la calcé sin dejar de mirarla. Dormía de manera apacible, con sus cabellos dorados esparcidos por toda la almohad
CAMILECuando Henry me citó aquella noche imprevistamente, había acudido con el temor de lo que pudiera hacerle a mi corazón esa vez. Sin embargo, ocurrió algo tan inesperado que hasta hoy día no le encontraba explicación. Él se comportó como si nada hubiera pasado entre nosotros en el pasado y me hizo vivir una noche ensoñada.Los siguientes días y semanas, fueron transcurriendo entre encuentros furtivos en su piso y besos fugaces en la empresa. Lo amaba y aguardaba la tan ansiada charla que debíamos tener sobre todo lo ocurrido, para aclarar de una vez por todas nuestras diferencias y los supuestos. Sin embargo, el parecía no querer hacerlo… parecía atemorizado, con muchas inquietudes por lo que pudiera resultar de nuestro intercambio de verdades.Y aunque no sabía, si hacia bien o no en dejar las cosas así, prefería su silenc
—Esto tiene que tener una explicación. No es posible que estén casados… —dije apenas, intentando no llorar.—Lamento si no fue de su agrado la noticia, señora Camile, pero es una información verídica —me quedé en silencio, sin poder decir nada, con los ojos fijos en aquellos malditos papeles—. Si me disculpa… —el detective se puso de pie para marcharse y fue cuando volví en mí y reaccioné—, debo marcharme.—Gracias por todo, detective —agradecí sin ser capaz de decir algo más.—Conozco la salida. No hace falta que me acompañe —dijo cuándo intenté ponerme de pie en vano. Solo asentí y me quedé allí, sin mover ni un ápice de mis músculos ni pestañear por lo que pareció una eternidad.«Todo fue mentira…», pensé
Los rayos del sol me despertaron a duras penas, y sentía como si un enorme camión me hubiera pasado por encima. Caminé adolorida hacia el tocador, desnudándome sin ganas y abriendo el grifo de la ducha para que el agua caliente cayera de lleno sobre mí. Tragué con fuerza y respiré varias veces hondo, para no dejarme caer en el pozo profundo que significaba ese momento de revelaciones en mi vida.Tallé mi cuerpo con esfuerzo por las pocas ganas que tenía de siquiera mover un dedo y salí envuelta en una toalla, mientras que de mi larga cabellera caían gotas gruesas de agua que empapaban el piso. Me sequé la piel y con la misma toalla enrollé mi pelo. Busqué en una de las gavetas una muda de ropa que siempre tenía allí por si acaso, y me la calcé sin prisa.Por unos minutos, permanecí sentada en el borde la cama, viendo todo el desastre que era la
HENRYSalí de la habitación y del departamento completamente afectado. El cuerpo me temblaba por el enfrentamiento que acababa de tener con la mujer que amaba. Me recosté en la puerta y suspiré, intentado recobrar un poco de cordura. La había lastimado, la había amenazado y ni siquiera dudé en hacerlo cuando el pánico me invadió al darme por enterado que ella no quería volver a verme.¡Maldición!Todo se me estaba yendo de las manos. Absolutamente todo se me estaba dando vuelta y me estaba volviendo loco. Me hubiera gustado quedarme y conciliar la situación de otra manera, pero no podía dejar sola a Danielle en este momento tan crucial para ambos, en el que por fin, después de cuatro años de sufrimiento y tres de haber iniciado nuestro plan, podríamos ponerle punto final a esa pesadilla llamada Daniel Adams.Con la frustra
DANIEL ADAMS¡Maldición!Bramé furioso luego de colgar el teléfono y darme por enterado lo que aquella maldita bastarda había hecho.¡¿Cómo se atrevía la muy estúpida a denunciarme y acusarme de aquella manera?!¡De dónde mierda había sacado tantas agallas para hacerlo!¡Ahhh! Si la tuviera delante de mí, la estrangularía con mis propias manos hasta ver en sus ojos el terror y el pánico que predecía a la muerte.La odiaba, la detestaba y aborrecía desde el primer momento en que supe que existía.Maldita aquella ramera de su madre, quien se quedó preñada para amargarme la existencia, y lo peor de todo, para arruinarme la vida y marcar para siempre mi futuro. Tanta mala suerte me había traído esa pequeña bastarda, que la vida me condenó a que fuer