Hola chicas!! Cómo están hoy? Espero que les gusten estos capitulos. Le quiero dedicar este capítulo especialmente a Mónica Altamare que me envió unos vídeos que tanto amo para inspirarme :)
La tensión parecía haber escalado varios niveles. Esmeralda sentía su corazón latir a gran velocidad y se preguntaba cuando ocurriría lo que debería. Ella necesitaba que ocurriera en muy poco tiempo, pero también que aquel momento se retrasara más. -Esto no es como imaginé. No sé por qué estás tan asustada, ¿Crees que te lastimaré? No soy violento- La hizo poner de pie y tomó sus manos sintiendo como temblaban y sudaban -¿Por qué no haces esto de una vez? Tus intentos por calmarme solo aumentan más mis nervios- Le dijo sorprendiéndose a si misma -Vamos a la cama- Kenton se sentía decepcionado y excitado al mismo tiempo Kenton creía que cuando Esmeralda se relajara, mientras la besara y la tocara, ella se relajaría sintiendo como la excitación se apoderaba de su cuerpo. En ese momento, los dos disfrutarían y ella olvidaría todos sus temores. Esmeralda caminó hasta la cama y se quedó de pie en la orilla sin saber si acostarse vestida o quitarse lo que tenía puesto, conservand
Esmeralda miraba hacia la pared. Estaba tranquila de saber que Kenton no volvería a tocarla y se sentía aliviada, aunque también con ciertas sensaciones desconocidas en su cuerpo. ¿Por qué sentía esas palpitaciones en su zona íntima? -Esmeralda, perdóname- Kenton intentó que ella lo mirara, pero se apartó más de su contacto -Cumplí el trato, ¿Se le ofrece algo más?- Le habló con frialdad y de peor humor porque solo apretando sus piernas juntas podía aliviar un poco esa sensación íntima desconocida -De nuevo me tratas como a tu jefe- Comentó con frustración- Te quedaste con ganas y entiendo que estés molesta, pero puedo ayudarte con eso si me dejas -Solo tengo ganas de ir a mi apartamento y dormir- Se negó diciendo una verdad a medias porque al llegar a su apartamento lo último que haría sería dormir Kenton dejó de insistir y se acostó mirando el techo. Él había arruinado la noche. Tantas veces le había pedido a Esmeralda estar juntos y cuando lo lograba todo salía mal.
Para Esmeralda, el tiempo había pasado volando y las ganas de regresar a la empresa para ocupar su puesto de trabajo habían desaparecido por la vergüenza que sentía. ¿Cómo sería estar allí de nuevo? ¿Kenton la llamaría o habiendo saciado su deseo y curiosidad por pasar una noche juntos la dejaría en paz? -Deberías dejar tu trabajo. Puedes conseguir empleo en otro lugar, tienes referencias y...- Aconsejó Lourdes preocupada, con el presentimiento de que lo que había sucedido entre su hermana y Kenton apenas había resultado el inicio de algo mucho más tormentoso -No lo haré. Para dejar de trabajar tengo que tener un puesto seguro en otro lugar, ¿Crees que sería tan tonta por dejar a ciegas un empleo estable? No estamos en condiciones en este momento- Interrumpió con total raciocinio y Lourdes debió hacer silencio -Solo llámame si algo ocurre. No estás sola- La apretó con fuerza en un abrazo cargado de preocupación y se persignó en cuanto su hermana pequeña se fue -Que sea lo qu
25 de Diciembre, 19:30 horas. Esmeralda bufaba cansada. Su hermana mayor era obsesiva con los detalles y esa noche estaba más insoportable que nunca. -Solo iré al hotel por mi premio y regresaré. No entiendo por qué debo arreglarme tanto- Se quejó, pero eso no detuvo a Lourdes en su tarea de embellecerla Usando un vestido verde a la altura de las rodillas y unos preciosos tacones negros, Esmeralda observó su imagen en el espejo. Se veía muy bella, pero lo creía excesivo. Dos días atrás, ella había resultado favorecida con uno de los tantos premios que la empresa donde llevaba ocho meses trabajando sorteaba cada año en esas fechas. Ella necesitaba el dinero y sentía que el premio que recibiera le ayudaría a salir de la catastrófica situación económica que atravesaba. Con mucho esmero, finalmente su hermana terminó por estar satisfecha con el resultado y luego de darle un abrigo largo que la protegiera del frío invierno la acompañó a la puerta de entrada. Allí la abrazó
25 de Diciembre 23:35 horas Esmeralda estaba de camino a su apartamento más que avergonzada. Aún en su mente persistía el recuerdo del grandísimo sorteo y lo emocionada que se sintió al ser una de las ganadoras. Ella había comenzado a trabajar en la compañía hacía menos de un año. Al comenzar el mes de diciembre los murmullos y la emoción de sus compañeros de trabajo eran constantes y no comprendía por qué. Samantha, una joven que trabajaba en su departamento de contabilidad le había explicado el por qué la emoción de todos. La empresa Gilmore siempre había destinado dinero a obras de caridad a favor de los niños desprotegidos y con enfermedades graves. Aunque tenían muchísimo dinero para varias vidas, también ayudaban a quien lo necesitara en varias ocasiones. El mes de diciembre era muy esperado por todos. Los sorteos que organizaba la empresa para premiar a los trabajadores por su compromiso y también para motivarlos a donar a obras benéficas eran estupendos. Kenton G
La alarma sonó con insistencia y Esmeralda la apagó con deseos de permanecer en la cama. El pequeño Alvarito dormía acurrucado a su cuerpo y por primera vez sintió envidia de ese pequeño ángel. Debía de ser lindo no tener preocupaciones ni un posible despido por no acostarse con su jefe en Navidad. Más que furiosa con el recuerdo, llevó a su sobrino con Lourdes y se encerró en el minúsculo baño para asearse e ir a trabajar. Se sentía intranquila, un manojo de nervios con piernas. El corazón le latía desbocado dentro del pecho y tenía un mal presentimiento que con el correr de los minutos se volvía peor. En la empresa Gilmore las mujeres podían escoger entre vestir un traje con falda tubo o pantalón. Muchas empleadas guapísimas usaban falda así se les congelara hasta la última terminación nerviosa del cuerpo. Esmeralda había usado su falda en invierno, solo cuando sus sobrinos manchaban su pantalón entallado, algo que ocurría con mucha frecuencia. -¿Mostrar las piernas sabi
Kenton buscaba con desesperación concentrarse en el documento que tenía frente a él. El recuerdo del rechazo de Esmeralda y no una, sino ¡Dos veces! en menos de veinticuatro horas era insólito. ¿Cómo se atrevía? Además de su osadía al decir que era lesbiana. Él era generoso, complaciente. Victoria, a quien habían apodado Vampiro era su amante más antigua, la que tenía el título de oficial. Él era un hombre práctico, seguro de si mismo y en momentos de gran estrés perezoso para buscar una nueva mujer. Siempre Victoria estaba disponible, a una llamada de distancia y haría lo que fuera por complacerlo. Aquella mañana era particularmente dura y su humor empeoraba a cada minuto a causa de esa hermosa mujer que se atrevió a rechazarlo y hasta a desafiarlo. ¿Ella creía que se lo pondría fácil y la despediría? Ella no tenía ni idea, pero estaba equivocada. Con frustración dejó los papeles de lado. Así lo intentara no lograba concentrarse. Su mano derecha reprimió una sonrisa y lo miró
27 de Diciembre. Alvarito había tenido una mala noche. La salida de sus dos primeros dientecitos lo tenían muy molesto y eso además de dolor le había producido fiebre. Lourdes, su madre, estaba agotada y Esmeralda dispuesta a ayudarla así no se lo hubiese pedido. Lourdes había llorado al darle el pecho a su hijo. En un intento de aliviar su dolor, el pequeño, la había mordido varias veces. Ella anhelaba amamantarlo y necesitaba hacerlo porque no podía pagar la leche de fórmula. Esmeralda lloró mientras se duchaba para ir más despejada a trabajar. No podía ver a su hermana sufrir, de ninguna manera. Ella aún no superaba el amor que sentía por el fallecido padre de sus hijos y además no podía pagar por estar mejor junto a los niños. Dylan iba a la escuela y comprar sus útiles era caro, los pañales de Álvaro eran demasiado costosos también. Maldijo su pobreza y las limitaciones a las que estaban sometidos. -Maldita sea esta vida- Esmeralda repitió una y otra vez Casi sin h