Guadalupe se levantó de la cama y salió a toda prisa, pensando que tal vez podría aún encontrar a su abuelo; desafortunadamente, este tenía varias horas que se había salido de la mansión.- ¡Guadalupe, mi niña! ¿A dónde vas? - Dijo Caterina al ver a la chica angustiosa.- ¡Busco a mi abuelo! - Dijo Guadalupe, ansiosa.- Hija, tu abuelo partió desde anoche, solo ceno y tuvo que irse.A la señora Caterina se le estrujó el corazón al ver el cambio de semblante de la chica. Aún llevaba el uniforme con el que había llegado, era como si viera una pequeña que acababan de llevar al jardín de niños y que no quería separarse de su padre.- Mi niña… Vamos, tenemos que desayunar y luego iremos al centro a comprar cosas para ti. - dijo tratando de distraerla.- ¡No tengo mucho apetito! - Repondio la chica, aun mirando hacia el pasillo.- ¡Anda, mi niña! ¡No te voy a dejar morir de hambre! ¿Qué explicaciones le vamos a dar a tu abuelo cuando venga? - Dijo Caterina lo primero que se le ocurrió al ver
Después de varios días en la mansión, Caterina tuvo que salir de viaje por algunos negocios de la familia. Esta vez no podía llevar a Guadalupe, por lo que, antes de marcharse, le dijo:- Guadalupe, voy a salir unos días, pero no te quedas sola, Emma te acompañará. Cualquier cosa que necesites, puedes pedírsela.- ¡Sí, abuela, no te preocupes! - Dijo la chica tímidamente.- Bueno, ¡Me voy! Regreso en un par de días, procura no salir de lo que es la mansión. - Dijo la abuela Caterina como recomendación.- No se preocupe, tendré precaución.Ese día ya no hizo nada más que cenar e irse a dormir, siempre leía la carta que su abuelo le había dejado. Le gustaba pensar que su abuelo recién se la había dejado, ya que no tenía la fecha en la que fue escrita, todo esto la dejó especialmente nostálgica.Por otro lado, era la media noche cuando un Maybach se estacionó en la cochera, de él descendió un apuesto hombre joven, su semblante era cansado, tenía pocos ánimos de entrar, pero no podría de
Después de varios días en el hospital, finalmente, pasaron a una habitación independiente a Guadalupe. El peligro había pasado, ahora solo faltaba que cerraran las heridas físicas, pero también debían trabajar en las heridas del corazón. Todos esos días, la abuela Caterina se la pasó recordando cómo es que hace 3 años Guadalupe llegó a su vida, le pasó juventud y le llenó ese vacío que sentía por no tener una hija. Ahora que le veía en esa situación, no podía evitar culpar a su irresponsable e insensible nieto.Cuando Guadalupe despertó, la primera persona a la que vio fue la abuela. Un poco adormilada, se alegró de que todo lo que vio en esas cortas escenas hubiera sido una pesadilla.- ¡Abuela, quiero divorciarme! – Dijo Guadalupe tranquilamente.- ¡Hija! Acabas de despertar, trata de relajarte, lo que pasó no fue cualquier cosa. – Respondió la abuela con serenidad fingida.Guadalupe volteó el rostro para ver hacia la ventana. Era un día soleado, no había nubes y perfectamente podrí
Massimo al ver que ella se quedó dormida, tomó asiento en el sofá que estaba a un lado de la cama. Veía el rostro de la chica que tenía frente a él. Hacía mucho tiempo que no se detenía a verla. Su esposa físicamente ya no era la misma “niña” que él conoció, ahora poseía un rostro más maduro, cansado y triste. Mientras le observaba, una punzada le recorría el cuerpo y su corazón. Una extraña sensación de incomodidad le estrujaba el pecho al ver sus brazos con vendas. Una de sus muñecas estaba particularmente vendada, esta era el lado donde ella había hecho el corte más profundo, entendía claramente que la culpa de todo había sido de él.- “¿Por qué las cosas habían llegado hasta este extremo?” – pensó mientras la analizaba.Cuando la escuchó conversar con la abuela, su voz notaba angustia, pero más allá de eso, se notaba la determinación con la que estaba soltando el tema del divorcio.- “¿Por qué me siento molesto al solo escuchar la palabra divorcio? Esto es lo que he anhelado de
El sol se colaba por las cortinas de toda la mansión, anunciando que era de mañana.Guadalupe despertó y, para su sorpresa, una carta con su nombre había aparecido en su cama, el remitente era su querido abuelo Alberto, al abrirla vio y leyó su contenido.“Mi querida niña...Hoy es tu cumpleaños número 18, aún recuerdo el día en que naciste, todo en mi mente es tan claro. Tu madre estaba muy emocionada, su pequeña niña nacería hoy, ya tenía listo tu Moisés, tu ropa y tus juguetes.Quiero que recuerdes que, para tu madre, eras la luz de sus ojos, ahora que cumples 18 años, puedo confirmar que eres el vivo retrato de ella. Ahora bien, como decías, ya tienes edad para tomar tus propias decisiones, puedes trabajar y viajar por el mundo. Podrás cómprate tú “Bocho” para viajar por el país en compañía de tu guitarra y tu viejo. Tú, mi niña, quiero que nunca olvides tus sueños, quiero que viajes, escales una de las montañas más altas del país, vayas a Holbox y veas el atardecer tomando por
Guadalupe se adelantó y entró en aquel local con pasteles de varios sabores. La dependienta muy atenta se acercó a ella.- ¡Hola, señorita! ¿Gusta algún pastel o pasará al café?- Mmm… - Guadalupe volteó a ver al hombre que llevaba a su lado.- ¡Vamos a pasar al café! – respondió el hombre a su lado.- ¡Adelante! ¿Gusta tomar asiento dentro? O por la parte de atrás, tenemos una pequeña terraza, ahí también hay mesas.- ¡En la terraza! – respondió Guadalupe, ilusionada.- ¡Está bien! ¡Síganme por aquí! – Dijo la chica mientras le hacía una seña con la mano para indicar el camino.Mientras caminaban hacia la terraza, pasaban dentro de la pequeña pastelería, el pasillo era blanco y estaba decorado con algunos cuadros que representaban diversos pasteles pintados en óleo.Había algunas pequeñas mesitas con floreros y rosas inglesas, el lugar tenía fascinada a Guadalupe, quien admiraba el lugar como si el destino le hubiera regalado la oportunidad de encontrar ese cachito de cielo.Massimo p
- ¡Massimo por favor, no me quites a mi hija! ¡Por favor!Massimo despertó de pronto de su breve descanso y fue directo a tomar la mano de su esposa para despertarla, al parecer tenía una pesadilla.- ¡Guadalupe, despierta! ¡Tranquila, despierta, todo está bien! – Dijo mientras trataba de moverla sutilmente.Ella abrió los ojos y lo miró con recelo, no se dio cuenta de que estaba hablando dormida, una lágrima salía del rabillo de su ojo.- ¿Qué haces tú aquí? ¿No fui clara? ¡No quiero que me cuides! ¡VETE! – Grito Guadalupe. - Estabas teniendo una pesadilla y te desperté, pero si tanto te molesta mi presencia, me retiro. – dijo Massimo molesto.- ¡HAZLO! ¡NO QUIERO VERTE! ¡LARGATE! ¡VETE AL INFIERNO! ¡ESO Y MÁS TE MERECES! – gritaba Guadalupe con desesperación.Massimo al ver el estado de alteración de su esposa, prefirió salir del cuarto, los gritos alertaron a la enfermera que estaba de paso, así que entró a la habitación para ver qué sucedía. Ella entró al mismo momento que Massimo
Guadalupe, de pronto sintió gran pesar, le comenzó a faltar el aire al momento que recordó cómo hace unos días, ella le esperaba en la sala con una gran sonrisa y le decía:- ¡Massimo, la cena está lista! ¡Vamos, ponte cómodo y cenemos!Ella, con su amplia sonrisa, le hizo sentirse cómodo solo con verle. Esa noche la cena tenía un especial toque hogareño.- ¿Recuerdas qué día es hoy?- ¡No! – Respondió Massimo con un tono seco y cortante.- ¡Es nuestro aniversario tontito! ¡Sabía que lo olvidarías, pero yo no, así que hice una cena con todos tus platillos favoritos! ¡He estado practicando con Emma y creo que voy mejorando!Su esposa era como un loro, una vez que hablaba no había quien le parara el pico. Hablaba y hablaba, le contaba su día, cómo había comprado los ingredientes y cómo había seleccionado las frutas y vegetales más adeudados para la cena.Él, sin inmutarse en lo que decía, se perdió en el recuerdo de lo que aconteció la tarde de hoy en su oficina.Esta tarde, Alessia habí