¡Abuela, quiero el divorcio!
Después de varios días en el hospital, finalmente, pasaron a una habitación independiente a Guadalupe. El peligro había pasado, ahora solo faltaba que cerraran las heridas físicas, pero también debían trabajar en las heridas del corazón.

Todos esos días, la abuela Caterina se la pasó recordando cómo es que hace 3 años Guadalupe llegó a su vida, le pasó juventud y le llenó ese vacío que sentía por no tener una hija. Ahora que le veía en esa situación, no podía evitar culpar a su irresponsable e insensible nieto.

Cuando Guadalupe despertó, la primera persona a la que vio fue la abuela. Un poco adormilada, se alegró de que todo lo que vio en esas cortas escenas hubiera sido una pesadilla.

- ¡Abuela, quiero divorciarme! – Dijo Guadalupe tranquilamente.

- ¡Hija! Acabas de despertar, trata de relajarte, lo que pasó no fue cualquier cosa. – Respondió la abuela con serenidad fingida.

Guadalupe volteó el rostro para ver hacia la ventana. Era un día soleado, no había nubes y perfectamente podrí
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