¡Abuela, quiero el divorcio!

Después de varios días en el hospital, pasaron a una habitación independiente a Guadalupe, el peligro había pasado. Ahora solo faltaba que cerraran las heridas físicas, pero también debían trabajar en las heridas del corazón. Todos esos días la abuela Caterina se la paso recordando cómo es que hace 5 años Guadalupe llego a su vida, le paso juventud y le lleno ese vacío que sentía por no tener una hija, ahora que le veía en esa situación, no podía evitar culpar a su irresponsable e insensible nieto.

Cuando Guadalupe despertó, la primera persona que vio fue a la abuela, un poco adormilada se alegró de que todo lo que vio en esas cortas escenas hubiera sido una pesadilla.

- ¡Abuela, quiero divorciarme! – Dijo Guadalupe tranquilamente.

- Hija acabas de despertar, trata de relajarte, lo que paso no fue cualquier cosa. – Respondió la abuela con serenidad.

Guadalupe volteo el rostro para ver hacia la ventana, era un día soleado, no había nubes y perfectamente podría decirse que el destino le
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