Guadalupe estaba parada en el balcón de la habitación en la que dormía desde hace 3 años. No quiso encender las luces, para que con la oscuridad de la noche se cubrieran las lágrimas que rodaban por sus mejillas.
“¡Esto se acabó! No puedo seguir así, no puedo más” – Pensaba mientras observaba hacia el frente.
De pronto la luz de un auto la sacó de sus pensamientos, su amado esposo regresaba a casa y sabía muy bien lo que sucedería. Su esposo Massimo Pellegrini era el presidente del Conglomerado Pellegrini, el cual es de los más importantes de la provincia de Lazio, hoy por la mañana había olvidado un folder lleno de documentos que, al pensar por Emma y Guadalupe, posiblemente utilizaría y tendría problemas si no los tenía.
Trato en varias ocasiones llamarle vía telefónica para comunicarle sobre sus documentos, pero al no recibir repuesta, salió de la mansión con la misión de llevar aquellos ella misma, solo le aviso a Emma Fiore, su ama de llaves.
Emma, no contesta Massimo ¿Estás segura de que tenía estos documentos en mano hoy por la mañana? – Pregunto con voz preocupada.
¡Si señora! El señor estaba en la sala acomodando todo en su portafolio y recibió una llamada, por lo que pienso olvido guardarlos y supongo los va a utilizar.
¡Ok, ok! Voy ahora mismo sin perder tiempo, tal vez llegue a tiempo.
¡Conduzca con cuidado, señora! – Grita Emma al ver salir a Guadalupe rápidamente.
Después de una carrera en su auto, llego a las oficinas del “Conglomerado Pellegrini”, ella nunca se había presentado ahí en sus 3 años, pero esta vez era un caso urgente. Entro a la recepción y no vio a nadie, ella sabe que hay un ascensor que lleva directo a la oficina del presidente, sin saberlo y como si la suerte estuviera de su lado, escoge precisamente ese y sube, luego de varios pisos se escucha la campanita anunciando que ha llegado al piso.
Guadalupe sale del ascensor y para su suerte en el pasillo no hay nadie y en el escritorio de su secretaria tampoco.
¿Dónde estará Matteo? ¿Dónde estarán todos? – Se pregunta en voz alta, nadie le contesta obviamente.
Camina rumbo a la enorme y elegante puerta de madera, la cual fue finamente tallada, entra sin tocar y lo que observan sus ojos la deja sin palabras. Massimo tenía los pantalones abajo, embestía y gemía como nunca lo había hecho con ella, pudo ver a la rubia que estaba con él, no era otra mujer más que Alessia Amato, su única asistente mujer.
Guadalupe tira el folder y Massimo al escuchar el ruido voltea, se lleva la sorpresa de su vida, se acomoda la camisa para que su esposa no vea su miembro erecto, levanta rápidamente sus pantalones al mismo tiempo que Alessia toma su camisa para cubrir su cuerpo completamente desnudo y sudado.
La respuesta de Guadalupe no es de sorprender:
¡MALDITO! ¿Así que es con ella con quien todo el tiempo me has estado engañando? – Comienza a hablar en español y lanzar maldiciones - ¡Eres un hijo de puta! ¡Mal nacido! ¡Te odio! ¡Y TU PERRA, TE VOY A MATAR! – Decía ella mientras se acercaba hacia Alessia.
Estaba a punto de llegar a la chica desnuda, cuando sintió un fuerte dolor en el estómago. Massimo le acababa de asentar un puñetazo en el estómago, lo que la hizo caer de rodillas al suelo.
Últimamente, estos arranques de histeria se habían vuelto más comunes y al ver que se acercaba a su amada con mirada asesina no tuvo otra opción que asentarle un golpe. Aprovechando que Guadalupe estaba en el suelo, Massimo llamó al móvil de Matteo.
— ¡Matteo, necesito que te lleves a Guadalupe a la mansión y no la dejes salir!
Este no tardó en llegar, la chica seguía en el suelo, agarrándose el estómago, Matteo la ayudo a incorporarse, trato de no ver a su compañera que se encontraba solo cubierta con una blusa mal abotonada, sintió pena por la esposa, encontrar así a su marido no debía ser una de las experiencias más agradables.
— Señora Pellegrini, vamos a casa, debe usted tranquilizarse. — Matteo hizo énfasis en el “Pellegrini”, sabiendo que eso le podría costar una reprimenda después, pero en ese momento se puso en el lugar de la esposa.
— ¿Matteo?
— ¡Sí, señor! ¡Quédate en la mansión y no dejes que salga! – Massimo le dijo con voz autoritaria y mirada fría.
“¿A dónde podría ir la pobre chica?” Pensaba Matteo, si estaba sola en un país extraño y con un esposo que no la dejaba hacer migas con cualquiera.
— Señora, vamos, la llevaré a casa.
— ¡NO! ¡No quiero ir a casa!
— Señora, no me ponga las cosas difíciles, ya ve cómo se pone el señor cuando pierde la paciencia.
— ¡Matteo no quiero ir a casa! Por favor, ¡No quiero ir a casa! ¡Quiero irme a mi país! ¡Quiero mi vida de vuelta!
Cuando dijo esa última frase, Matteo se sintió incómodo, recordó la situación en la que Guadalupe llego a Italia, los motivos para dejar el país eran bastante fuertes y no podría regresar tan fácilmente, se ponía en riesgo ella y a su familia.
— Señora, no tengo opción, debo llevarle a la mansión.
— ¡Si Matteo lo sé! Solo quise decirlo imaginando que sería libre y podría regresar a mi vida de antes.
— Señora, usted sabe que no puede, ¡Es peligroso para su abuelo!
— Solo por eso sigo aguantando y lo sabes, si no fuera por mi abuelo, ya me hubiera ido, no importaría si estoy casada o no.
Matteo llegó a la mansión Pellegrini, abrió la puerta del copiloto y vio descender los fragmentos de una mujer abusada, humillada y olvidada, sentía que se le estrujaba el corazón, pero no podía hacer nada, en esos temas era mejor no meterse. El Señor Massimo era enérgico y no permitía que nadie opinara sobre su matrimonio, la única capaz de emitir algún comentario era la Señora Caterina Pellegrini, abuela del señor, pero en este momento ella no se encontraba aquí.
Guadalupe, después de observar por largo rato la luna y sus alrededores, tratando de encontrar fuerzas para lo que venía, finalmente entro sin encender la luz. Entro a su baño, enjugo su rostro para quitar el rastro de las lágrimas que derramo, sus manos temblaban sabia la tormenta que se avecinaba.
— ¿Emma?
— ¡Si Señor!
— ¿Dónde está la señora?
— En su habitación, Matteo me pidió que la vigilara de que no hiciera alguna tontería. ¿Está todo bien?
— Si Emma, hoy no necesito de tus servicios, así que te pido te retires.
— Ok, de hecho, ya estaba en mi habitación.
— No, quiero que me dejes completamente solo con Guadalupe.
— Pero señor…
— ¿PODRÍAS IRTE?
Emma no pudo poner más resistencia, tuvo que retirarse sintiendo gran opresión, ya que desconocía la razón de su mal humor, pero hoy particularmente la mirada del Señor era más sobria y daba miedo.
— ¡Guadalupe! ¡Guadalupe! – Dijo al entrar en la habitación de la chica.
— ¡Dime! – Respondió al momento en que iba saliendo sin muchos ánimos del baño.
— Quiero una explicación a tu comportamiento de hoy en la oficina.
— No hay nada que explicar.
— ¡Guadalupe!
— No te preocupes, nunca volveré a pisar tu oficina, si llego a encontrar algo que crea que vas a necesitar, llamaré a Matteo para que venga a recogerlo.
— Eso espero, tienes totalmente prohibido ir al Grupo. De hecho, he solicitado que no te den acceso.
— ¡Ya te dije que no te preocupes, no volverá a suceder! – Diciendo esto, comenzó a caminar hacia su cambiador para disponerse a poner el pijama. — Ahora, si no tienes nada más que decirme, ¿te puedes retirar de mi habitación?
Massimo, al ver la pasividad de Guadalupe, no pudo discutir, apretó los puños de frustración, ya que durante todo el camino había ensayado un largo discurso para su esposa, quien creía le llenaría de insultos y reclamos.
— Guadalupe, sabes bien que no te amo, si me case contigo fue por mi abuela. A quien realmente amo es a Alessia, tú y yo solo estamos juntos por los largos lazos de amistad que existen entre tu abuelo y la mía.
— ¡Lo sé! No necesito que me lo recuerdes cada que haces algo que no va con nuestro matrimonio. — Respondió mientras entraba a su cambiador y cerraba la puerta.
Massimo, al ver la mirada triste de su esposa, no pudo evitar un hueco en la garganta, algo le comenzó a doler. No sabía por qué, pero era mejor salir de esa habitación.
Al salir de la habitación de su esposa, se dirigió a la habitación principal, tomo un baño y decidió ir a descansar temprano.
Mientras dormía como si la mente le hiciera una mala jugada, recordó cómo fue que conoció a su esposa, esa madrugada él estaba exhausto, solo quería beber un poco de agua; sin embargo, encontró una chica en pijama bebiendo leche y sin poder cruzar palabra con él. Esos ojos grandes y expresivos color almendra le llamaron la atención inmediatamente, aunque supo muy bien fingir indiferencia, su corazón había quedado prendado de esa mirada.
Guadalupe estaba cansada de tanto llorar, mientras se ponía el pijama vio un gran hematoma en el estómago, este lo produjo el golpe que le había asestado su marido durante el día. Una lágrima rodó por su mejilla, pero prefirió no pensar más en el tema, no era la primera vez que esto sucedía, así que no era nuevo ver su piel con marcas, se recordaba así misma que todo esto era por su abuelo y no podía decepcionarlo.Cuando pudo quedarse dormida, se perdió en un sueño oscuro que el cual se llenó de luz, de pronto comenzó a ver pequeños cortos de lo que sería su vida, eran breves, pero cada uno de ellos le dejaba un hueco en el corazón. Su vida no cambiaría para bien, al contrario, a pesar de los esfuerzos que hiciera, se quedaría sola y sin familia; su abuelo fallecería en la cárcel, Massimo y Alessia vivirían felices después de haber entregado a la familia de Guadalupe a la embajada. Ella, al final, terminaría viviendo en la calle, pasando hambre y no pudiendo alimentar a su pequeño be
Guadalupe estaba recostada tratando de calmarse y encontrar las mejores palabras para hablar con la abuela y explicarle que lo único viable en su matrimonio era el divorcio. De pronto su teléfono sonó y un mensaje de texto apareció en pantalla. — ¿Qué tal la escena de ayer? Sabes, no es la primera vez que pasa, lo hacemos una o dos veces al día, tu marido es insaciable. Normalmente, esto pasa en parejas que se aman de verdad. Seguramente tú no lo sabes porque tu matrimonio es solo una farsa y la única que está feliz, así eres tú. El mensaje aparecía como pie de una foto muy comprometedora entre ella y su marido. Toda la tranquilidad que había estado mostrando Guadalupe se rompió y comenzó a llorar desesperadamente, él nunca la había tocado de esa manera, ella no seguía siendo virgen, pero, él ni siquiera la deseaba como se veía en la foto con Alessia.De pronto, entro en crisis y comenzó a tirar todo lo que se encontraba en su tocador, rompió el espejo haciendo que el piso se llenar
Después de lo que pareció un largo viaje, la ambulancia llegó al hospital, Guadalupe estaba pálida e inconsciente. Los paramédicos dijeron: — La señorita ha perdido demasiada sangre, esperemos que aún podamos hacer algo. — Debemos de, es una mujer muy joven, no puede morir así. — No tengo idea de qué debió pasar por su cabeza para decidir quitarse la vida, es una mujer muy joven. — Dijo unos de los médicos. Mientras tanto, Guadalupe, en su subconsciente luchaba contra una realidad muy diferente, se vio envuelta en la misma pesadilla. Guadalupe estaba encerrada en una mansión, estaba sola y con el vientre hinchado, estaba embarazada, al menos su vientre mostraba un avanzado estado de gestación, derramaba lágrimas y pedía que la dejaran salir, se veía angustiada. A su lado estaba Emma, quien trataba de consolarle. — Señora, ¡Tranquila, el bebé, no debe recibir todo esto! — Emma quiero irme, por favor, solo quiero irme lejos, ¿por qué Massimo me encerró aquí? ¡Quiero irme! Él me tr
Mientras Massimo, Emma y la Sra. Caterina esperaban en una sala privada para recibir información acerca de la mejoría de Guadalupe, esta última no pudo evitar recordar cómo la joven había arribado hace cinco años. Además, Massimo no tenía conocimiento de dicha información.Guadalupe tenía 17 años cuando tuvo que salir del país intempestivamente, su abuelo le llamó al colegio y pidió verla a la salida de este, Caterina recordaba haberle recomendado a Alberto que debían salir sin mencionar nada a nadie…Abuelo AlbertoEl abuelo habló al colegio y solicitó que Guadalupe lo esperara en la entrada en 10 minutos. Al abrir la puerta del vehículo, vio a su nieta y ella vio a quien hasta ese momento se mostraba como un hombre fuerte, con el rostro desencajado y una mirada de angustia.— ¡Anda Guadalupe, sube! Necesitamos irnos ya…— Abuelito ¿Qué pasa? Mis cosas están dentro…— Eso ya no importa, ¡Vamos!Ella no tuvo más opción que subir, pensó “Regina guardará mis cosas y las llevará a casa po
La señora Caterina y el abuelo Alberto, después de cenar, se fueron al estudio a platicar del asunto que les aquejaba.— Alberto, ya revisé la información que nos hizo llegar tu abogado. Desafortunadamente, no tengo buenas noticias, tu supuesto socio se fue con millones y ha ofendido a una de las familias más prominentes de tu país, por lo que veo complicado el poder hacer algo inmediatamente.— ¿Qué sugieres? No tengo mucho, podría entregarme y evitar todas estas molestias.— No, Alberto, no recomiendo que te entregues. Lo que es cierto es que no podemos hacer mucho hasta dar con el verdadero responsable.— Entonces, ¿qué es lo que me recomiendas hacer?— Estuve analizando las posibilidades y solo tenemos una, pero no te va a gustar.— ¿Cuál es?— Nuestra familia cuenta con algunas propiedades no declaradas; he pensado que tal vez te puedas quedar ahí, por lo menos en lo que logramos localizar a tu socio. Sé que tan pronto se den cuenta de que has salido del país, te buscarán por todo
Guadalupe se levantó de la cama y salió a toda prisa, pensando que tal vez podría aún encontrar a su abuelo, desafortunadamente este tenía varias horas que había salido de la mansión.— Guadalupe, mi niña ¿A dónde vas?— ¡Busco a mi abuelo!— Hija, tu abuelo partió desde anoche, solo ceno y tuvo que irse.La señora Caterina le estrujo el corazón al ver el cambio de semblante de la chica, aún llevaba el uniforme con el que había llegado, era como si viera una pequeña que acababan de llevar al jardín de niños y que no quería separarse de su padre.— Mi niña, vamos, tenemos que desayunar y luego iremos al centro a comprar cosas para ti.— ¡No tengo mucho apetito!— Anda mi niña, ¡No te voy a dejar morir de hambre! ¿Qué explicaciones le vamos a dar a tu abuelo cuando venga?— ¿Él vendrá? – Dijo la chica con los ojos bien abiertos.— Sí, él no se fue para siempre, es solo que no podemos arriesgarnos a que lo descubran, por lo que él está en otro lugar, pero no se fue lejos.— ¿Entonces podr
Después de varios días en la mansión, Caterina tuvo que salir de viaje por algunos negocios de la familia. Esta vez no podía llevar a Guadalupe, por lo que antes de marcharse le dijo:- Guadalupe voy a salir unos días, pero no te quedas sola, Emma te acompañará. Cualquier cosa que necesites, puedes pedírsela.- ¡Si abuela, no te preocupes!- Bueno, ¡me voy! Regreso en un par de días, procura no salir de lo que es la mansión.- No se preocupe, tendré precaución.Ese día ya no hizo nada más que cenar e irse a dormir, siempre leía la carta que su abuelo le había dejado. Le gustaba pensar que su abuelo recién le había dejado la carta ya que no tenía la fecha en la que fue escrita, todo esto la dejo especialmente nostálgica.Por otro lado, era la media noche cuando un Maybach se estaciono en la cochera, de él descendió un apuesto hombre joven, su semblante era cansado, tenía pocos ánimos de entrar, pero no podría descansar si se quedaba a dormir en el asiento del auto, por lo que sin mucha
Después de varios días en el hospital, pasaron a una habitación independiente a Guadalupe, el peligro había pasado. Ahora solo faltaba que cerraran las heridas físicas, pero también debían trabajar en las heridas del corazón. Todos esos días la abuela Caterina se la paso recordando cómo es que hace 5 años Guadalupe llego a su vida, le paso juventud y le lleno ese vacío que sentía por no tener una hija, ahora que le veía en esa situación, no podía evitar culpar a su irresponsable e insensible nieto.Cuando Guadalupe despertó, la primera persona que vio fue a la abuela, un poco adormilada se alegró de que todo lo que vio en esas cortas escenas hubiera sido una pesadilla.- ¡Abuela, quiero divorciarme! – Dijo Guadalupe tranquilamente.- Hija acabas de despertar, trata de relajarte, lo que paso no fue cualquier cosa. – Respondió la abuela con serenidad.Guadalupe volteo el rostro para ver hacia la ventana, era un día soleado, no había nubes y perfectamente podría decirse que el destino le