Cierro los ojos, la vergüenza me inunda bajo la intensa mirada de James. Él se acerca y se arrodilla a mi lado.—¿Estás bien? Mía, por favor, háblame. ¿Qué ha ocurrido?Lentamente abro los ojos y me encuentro con su mirada llena de preocupación. Al mirar alrededor, veo a Jud y a Nati, todos arrodillados a mi alrededor. —Estoy bien —hago el amago para levantarme, pero James me detiene.—No te muevas, la ambulancia está en camino. Es mejor esperar a que te examinen.—De verdad, estoy bien, no es nada —insisto, levantándome a pesar de las protestas de mis amigas. Observo a Max, que está esposado y confundido.—¿Qué ha sucedido aquí?—Tienes que quitarle las esposas a Max, él es inocente, ha sido el otro el que ha liado todo esto —digo nerviosa.Mientras mis amigas le cuentan a James lo que ha sucedido, sigo sintiéndome aturdida. Entonces, James me toma del brazo con delicadeza y me guía lejos de la gente.—¿Estás saliendo con Max? —pregunta con una mezcla de curiosidad y celos.Pienso s
Lo miro, lo miro y no puedo creer que estemos en mi despacho para intentar solucionar lo nuestro. —Por favor, siéntate.—Mía, quiero disculparme por cómo te traté el día que me enteré de que mi abuela estaba casada. Sé que no era tu secreto y lamento haberte echado de mi vida.—Tú no sabes lo mal que me sentía por ocultarte tantas cosas, por ese motivo, siempre supe que nuestra relación tenía fecha de caducidad.—No digas eso, yo te quiero.—Yo también te quiero, pero a veces el amor no es suficiente —respiro profundamente, dispuesta a contarle todo con detalles. Me da exactamente igual lo que suceda después, ya no puedo seguir ocultando todo esto, esta información me está quemando por dentro—. Llevo años con este negocio, desde que mi tía murió. Jamás he sido una vagabunda. Un grupo de policías viene una vez por semana y se reúnen en la sala donde están mis amigos, toman mucho alcohol, de vez en cuando se acuestan con alguna clienta, pero aquí se dedican a negocios ilegales. No esto
Judith Miro a Nati, ella me está animando para que me lance, no entiende qué me pasa esta noche, pero yo no se lo puedo explicar, ni siquiera yo lo entiendo. Creo que ha sido amor a primera vista. A pesar de que he estado con muchos hombres y jamás me ha dado vergüenza, ahora me pasa al contrario, antes, si un hombre me gustaba, ahí iba yo, me lanzaba a por todas, pero con Max, parezco tonta, no puedo ni hablar. Lo intento, pero las palabras se traban en mi boca. Me gusta mucho.Desde que lo vi, sentí mi corazón palpitar de una forma extraña. Es tan guapo, tan varonil, tan gracioso, que hace que mis partes íntimas se caliente con solo mirarme. Me pongo berraca.Dejo atrás mi nerviosismo, camino hasta él con una sonrisa. Esta noche me siento empoderada, sexy, que va a buscar lo que le apetece, y me refiero a Max, estoy ansiosa por probar sus labios.¡Me está mirando! Siento un cosquilleo por mi estómago y por mis partes íntimas. ¡Lo voy a besar! ¡Lo voy a besar! ¡Recóncholis! ¡A por t
MíaCon un suspiro, me seco las lágrimas y me levanto de la silla. Al salir de mi despacho, el bullicio de la sala común me sorprende. La multitud se agolpa alrededor de la barra, donde una camarera, con el ceño fruncido por el estrés, intenta atender a la avalancha de clientes. No pudo evitar sentir compasión por ella, después de todo, conozco bien lo que es estar estresada detrás de una barra. Sin pensarlo dos veces, me acerco y comienzo a servir copas, moviéndome con rapidez. La camarera me lanza una mirada agradecida y, juntas, empezamos a aligerar la carga de trabajo. Entonces, Max aparece, posando sus ojos en mí y pregunta:—¿Has visto a Jud? Salió para atender una llamada y ya ha pasado media hora.Niego con la cabeza, la preocupación arruga su frente. —No, pero voy a buscarla.Le aviso a la camarera de que voy a salir un momento y le prometo volver. Salgo de la barra en busca de Jud, pero me topo con Nati.—¿Has visto a Jud?—No, lo siento —responde Nati, negando con la cabez
Judith —¿James? Por favor, respóndeme. Me va a dar un ataque al corazón. ¡James! Camino desesperada por la calle. La angustia me consume. Si James no sobrevive, Mía jamás me lo perdonará. Me entrometí donde no debía y ahora pago el precio. El aire me falta, la desesperación me asfixia. ¡Lo he matado!De repente, la puerta del club se abre con fuerza y Max aparece.—¿Qué diablos crees que estás haciendo? ¡Llevo esperándote media hora! Si cambiaste de opinión, podrías haber sido honesta, no necesitas inventar excusas y huir. Me siento un idiota esperándote.—Max, cállate un momento. Ahora te explico —digo, sujetándole la mano para evitar que se aleje. A pesar de sus esfuerzos por liberarse, no lo consigue.¡Maldición! En este instante, debería estar revolcándome con Max, pero por mi culpa, James ha tenido un accidente. No debí haberle dicho a James que Mía estaba acompañada de otro hombre.—¡James! ¿Dónde estás? ¡James, responde joder!—Jud, ¿qué sucede?—Max, he matado a James —confi
MíaSiento unas manos que se cierran firmemente sobre mis hombros desde atrás. Me giran con tal rapidez que apenas tengo tiempo de saber lo que sucede, me llevan como si fuera un saco de patatas, y ahora estoy viendo un trasero. Pero no es cualquier trasero lo reconozco al instante.Empiezo a patalear, exigiendo ser liberada, mientras la gente a nuestro alrededor se dispersa, creando un pasillo que conduce directamente a las escaleras, facilitando el acceso para que James pueda subir.—Bajame ¡Ya!James, sube las escaleras, al llegar a la primera planta, lanza una patada a la puerta, esta se abre de par en par. Me suelta en el suelo, y rápidamente me alejo de él. En la oscuridad de la sala, solo con las luces de colores que atraviesan el gran ventanal, observo sus ojos brillar. En un acto de locura, mis manos encuentran una pequeña figura sobre mi escritorio y, con toda la fuerza que puedo reunir, se la lanzo. Él, con una agilidad sorprendente, la esquiva. Sin perder un segundo, mis
MíaJames, con su apetito insaciable, termina su bocadillo en apenas unos bocados, lo miro con una sonrisa divertida y me levanto para preparar otro. —¿Cómo puedes tener siempre tanta hambre? —alzo la voz desde la cocina mientras cojo el jamón serrano.—Es que todo sabe mejor contigo.Regreso a la cama con otro bocadillo, y juntos nos reímos de su apetito. En ese instante, James, toma mi mano, y murmura: —Mía, no sé cómo explicarlo, pero cada día que pasa te quiero más. Necesito hacerte la pregunta ahora mismo ¿Puedo ser tu novio?Las palabras de James resuenan en la habitación con fuerza, con los ojos brillantes de emoción y una sonrisa que ilumina mi rostro, le respondo sin pensarlo.—Sí, y yo quiero ser tu novia.Y a pesar de sus heridas, la necesidad de amarnos es más grande que su dolor. Sus labios recorren cada centímetro de mi piel, y yo acaricio su espalda lentamente, y en esta ocasión, son nuestros cuerpos los que demuestran lo que sentimos.Me despierto con una extraña sen
Mía Me quedo paralizada al ver a dos policías en mi puerta. —¿Qué sucede? —logro preguntar con una voz que no reconozco como mia. Observo a uno de ellos, dar un paso al frente. —¿Eres Mía Crawford? —pregunta con autoridad.—Sí, soy yo. ¿Qué sucede? —repito, intentando mantener la calma.—Señorita Crawford, está usted detenida por sospecha de fraude y por delito de tráfico de drogas —anuncia con voz firme—. Tienes derecho a permanecer en silencio. Todo lo que digas puede ser usado en tu contra en un tribunal…Apenas lo escucho hablar, las palabras se mezclan en mi mente, un torbellino de confusión y miedo se apodera de mí. De repente, Richard llega con su sonrisa de oreja a oreja.—¿Y James? ¿Dónde está James? —consigo pronunciar.—Oh, James está bien. De hecho, todo esto ha sido planeado por él.Mi mundo se detiene. Las palabras de Richard me golpean fuertemente, dejándome sin aliento. No puede ser verdad, James me ama.—¡Eres un maldito! —grito, desesperada—. ¿Estás aquí, disfruta