Capítulo 39

Mía

Siento unas manos que se cierran firmemente sobre mis hombros desde atrás. Me giran con tal rapidez que apenas tengo tiempo de saber lo que sucede, me llevan como si fuera un saco de patatas, y ahora estoy viendo un trasero. Pero no es cualquier trasero lo reconozco al instante.

Empiezo a patalear, exigiendo ser liberada, mientras la gente a nuestro alrededor se dispersa, creando un pasillo que conduce directamente a las escaleras, facilitando el acceso para que James pueda subir.

—Bajame ¡Ya!

James, sube las escaleras, al llegar a la primera planta, lanza una patada a la puerta, esta se abre de par en par. Me suelta en el suelo, y rápidamente me alejo de él. En la oscuridad de la sala, solo con las luces de colores que atraviesan el gran ventanal, observo sus ojos brillar.

En un acto de locura, mis manos encuentran una pequeña figura sobre mi escritorio y, con toda la fuerza que puedo reunir, se la lanzo. Él, con una agilidad sorprendente, la esquiva. Sin perder un segundo, mis
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