¡Madre mía! Este abogado parece un Dios griego o puede ser que llevo tanto tiempo encerrada sin ver a muchos hombres que me parece hasta guapo.—Por favor, siéntate, Mía —me pide amablemente, el señor Blake, señalando la silla frente a la suya—. Hoy necesitamos revisar cada detalle de tu caso. Es importante que seas completamente honesta conmigo.Trago el nudo de nerviosismo que se ha formado en mi garganta. Ha llegado el momento, el de contar mi historia, sin omitir nada.El señor Blake comienza su interrogatorio con preguntas básicas, con su pluma lista para anotar cada palabra. Las preguntas continúan, cada una más incisiva que la anterior. Respondo a todas, y de cómo me he encontrado en medio de esta situación que nunca había imaginado.El señor Blake escucha atentamente. Cuando termino mi relato, me sonríe de forma seductora.—Gracias, Mía. Lo que me has contado hoy es crucial. Ahora tengo una imagen mucho más clara de todo lo sucedido. Ahora, déjame contarte algo interesante. Tu
Mis ojos se abren de par en par al contemplar el imponente edificio que se alza frente a mi. Es tal y como Jud me lo había descrito, majestuoso, con una fachada de cristal que refleja el cielo azul de la ciudad.El corazón me late con fuerza mientras recorro con la mirada cada piso, cada ventana. En la planta baja, justo donde Jud me había indicado, se encuentra el restaurante de los padres de Max. Un acogedor local con grandes ventanales y un letrero con el nombre del lugar en letras doradas.Me siento inquieta. Después de haber estado encerrada durante dos años en la cárcel, el bullicio de la ciudad y la multitud de personas caminando a mi alrededor me abruman, haciéndome sentir insignificante. Respiró hondo, tratando de calmar los nervios que me invaden. Este es el comienzo de algo nuevo, algo que he esperado durante mucho tiempo. Blake se acerca a mi con una sonrisa tranquilizadora, y me pregunta: —¿Estás preparada? Tus amigas están dentro. Todavía no saben que has salido de la
Desde el ventanal, James me observa con una intensidad que me hace hervir de rabia. ¿Cómo se atreve a mirarme así después de todo lo que ha pasado? Mi corazón late con fuerza, y cada latido parece gritarme que lo enfrente, que le diga todo lo que siento.Estoy a punto de dar el primer paso hacia él cuando una mano firme me detiene. El señor Blake, con su expresión serena me mira a los ojos.—No puedes meterte en problemas el primer día, Mía. Entiendo lo que sientes, pero no puedes hacerlo.Las palabras de Blake son como un balde de agua fría. Siento cómo las lágrimas amenazan con brotar por la rabia que siento, pero me obligo a contenerlas. No puedo permitirme llorar, no aquí, no frente a todos. Cierro los ojos y respiro hondo, tratando de calmar mis nervios.En mi mente, las imágenes se agolpan sin piedad. Recuerdo mi primer beso con James, la dulzura de sus caricias, cómo me enamoré de él sin remedio. Y luego, el dolor desgarrador cuando él me rompió el corazón. Cada recuerdo es una
Primero leo el mensaje de Blake. Me dice que no importa la hora que sea, que lo llame si necesito algo. Luego, estoy a punto de leer el mensaje de James, pero mi cabeza me dice que lo borre y mi corazón me suplica que lo lea. Al final, hago caso a mi cabeza. Ese hombre no puede volver a entrar en mi vida; ya me la destrozó una vez. Y no dejaré que vuelva a suceder. Así que elimino el mensaje y lo bloqueo.Después de dormir doce horas, me siento más animada. Me doy una ducha relajante, llamo a Jud, y poco después está en la puerta del hotel esperándome con una sonrisa.Al verme, me envuelve entre sus brazos. Estoy tan sensible que no puedo evitar derramar algunas lágrimas. Ayer estaba nerviosa y no le presté atención a su hermosa barriguita abultada.—¿Puedo?—Claro, tonta. Acaricio su barriga. Si ya estaba llorando, ahora soy un mar de lágrimas.—Menos mal que no me voy a perder el nacimiento de Chloe.—Por supuesto, su madrina tiene que estar presente en ese momento tan especial.Es
Disfrutamos del fresco aire nocturno y del sonido lejano de la música que sale de algún bar cercano.—Es una noche preciosa —digo, mirando hacia el cielo estrellado—. Gracias por acompañarme, Blake.Blake sonríe, en sus ojos azules se refleja la luz de la luna.—Siempre es un placer pasar tiempo contigo, Mía.Después de unos minutos de silencio cómodo, me detengo y miro a Blake con seriedad. —Blake, necesito pedirte algo.El rubio, levanta una ceja, curioso. —¿Qué pasa?—Quiero que me des todas las facturas de tus horarios por haberme sacado de la cárcel. Sé que Jud pagó por todo, pero quiero devolverle hasta el último euro. No puedo dejar que ella cargue con eso.Blake me mira con sorpresa y luego asiente lentamente. —Entiendo. Es un gesto muy noble de tu parte, Mía. Pero sabes que Jud no espera que le devuelvas el dinero, ¿verdad?—Lo sé —respondo—. Pero es importante para mí. Quiero demostrarle que valoro su ayuda y que no tomo su generosidad a la ligera.Te enviaré todo lo que
William, está pensativo, y yo estoy atacada esperando su respuesta. Al no responderme, le vuelvo a preguntar:—William, ¿qué pasó anoche? William levanta la vista, y puedo ver en sus ojos confusión.—No lo sé, Mía. Estaba tan borracho que no recuerdo nada —admite.Comienzo a sudar, mi respiración se acelera. La incertidumbre me está matando.—Tranquilízate, Mía —me ordena, acercándose a mí y tomando mis manos—. No te pongas nerviosa, por favor. Voy a ir al dormitorio a buscar alguna evidencia de lo que sucedió anoche.William se dirige al dormitorio, con la esperanza de encontrar alguna pista sobre lo que sucedió la noche anterior. Mientras tanto, me quedo en la cocina, luchando por mantener la calma y esperando que William regrese con respuestas.Cada segundo que pasa siento que mi corazón late más rápido, como si fuera a explotar. Y como no puedo soportar más la espera. Finalmente, decido que no puedo quedarme quieta ni un momento más. Me levanto de un salto y salgo corriendo hacia
Observo las estanterías llenas de archivadores mientras Jud se sienta en la silla. Sostengo el sobre en mis manos, y mis dedos tiemblan ligeramente.—No puedo abrirlo, Jud.Jud, siempre ha sido la más decidida de las dos, se levanta, se acerca a mi y me quita el sobre de las manos con suavidad.—Déjame a mí —responde, con una sonrisa tranquilizadora.Rompe el sobre y saca una hoja de papel. Sus ojos recorren rápidamente las primeras líneas y su expresión cambia de curiosidad a sorpresa.—¿Qué dice? —pregunto, incapaz de contener mi impaciencia.Judith levanta la vista del papel.—Es una carta… y parece que James aún te ama.Me acerco más, mi corazón late con fuerza. Sé que lo que estoy a punto de escuchar puede alterarme.Jud comienza a leer en voz alta."Mi princesa,No sé cómo empezar esta carta. Han pasado dos años desde que estuvimos juntos, y cada día sin ti ha sido un infierno. Quiero que sepas que te amo, siempre te he amado y siempre te amaré. Jamás pretendí que las cosas lleg
James y yo nos miramos a los ojos, y no hace falta que hablemos, nuestras miradas lo dicen todo. El bullicio de la ciudad desaparece, dejándonos solos en nuestro pequeño mundo, el cual tanto añoro. Justo en este momento, necesito escuchar las razones por las cuales me abandonó. Mi corazón alberga una pequeña esperanza, aferrándose a la posibilidad de que exista una justificación importante, sin embargo, no estoy lista para enfrentar su verdad. La idea de que sus motivos puedan ser lo suficientemente convincentes como para hacerme caer de nuevo en sus brazos me aterra. Lo amo, eso es indiscutible, pero el miedo a un nuevo dolor me paraliza. Necesito tiempo para asimilar la realidad, para preparar mi corazón.—James, te voy a dar una oportunidad para que me expliques todo, pero no hoy. Dame tiempo, te prometo que cuando esté preparada, te llamaré.—Te daré todo el tiempo que necesites, pero nunca dudes de mi amor. Mírame, Mía, sin ti no soy nada, créeme, princesa.Observo cómo le tiemb