Judith —¿James? Por favor, respóndeme. Me va a dar un ataque al corazón. ¡James! Camino desesperada por la calle. La angustia me consume. Si James no sobrevive, Mía jamás me lo perdonará. Me entrometí donde no debía y ahora pago el precio. El aire me falta, la desesperación me asfixia. ¡Lo he matado!De repente, la puerta del club se abre con fuerza y Max aparece.—¿Qué diablos crees que estás haciendo? ¡Llevo esperándote media hora! Si cambiaste de opinión, podrías haber sido honesta, no necesitas inventar excusas y huir. Me siento un idiota esperándote.—Max, cállate un momento. Ahora te explico —digo, sujetándole la mano para evitar que se aleje. A pesar de sus esfuerzos por liberarse, no lo consigue.¡Maldición! En este instante, debería estar revolcándome con Max, pero por mi culpa, James ha tenido un accidente. No debí haberle dicho a James que Mía estaba acompañada de otro hombre.—¡James! ¿Dónde estás? ¡James, responde joder!—Jud, ¿qué sucede?—Max, he matado a James —confi
MíaSiento unas manos que se cierran firmemente sobre mis hombros desde atrás. Me giran con tal rapidez que apenas tengo tiempo de saber lo que sucede, me llevan como si fuera un saco de patatas, y ahora estoy viendo un trasero. Pero no es cualquier trasero lo reconozco al instante.Empiezo a patalear, exigiendo ser liberada, mientras la gente a nuestro alrededor se dispersa, creando un pasillo que conduce directamente a las escaleras, facilitando el acceso para que James pueda subir.—Bajame ¡Ya!James, sube las escaleras, al llegar a la primera planta, lanza una patada a la puerta, esta se abre de par en par. Me suelta en el suelo, y rápidamente me alejo de él. En la oscuridad de la sala, solo con las luces de colores que atraviesan el gran ventanal, observo sus ojos brillar. En un acto de locura, mis manos encuentran una pequeña figura sobre mi escritorio y, con toda la fuerza que puedo reunir, se la lanzo. Él, con una agilidad sorprendente, la esquiva. Sin perder un segundo, mis
MíaJames, con su apetito insaciable, termina su bocadillo en apenas unos bocados, lo miro con una sonrisa divertida y me levanto para preparar otro. —¿Cómo puedes tener siempre tanta hambre? —alzo la voz desde la cocina mientras cojo el jamón serrano.—Es que todo sabe mejor contigo.Regreso a la cama con otro bocadillo, y juntos nos reímos de su apetito. En ese instante, James, toma mi mano, y murmura: —Mía, no sé cómo explicarlo, pero cada día que pasa te quiero más. Necesito hacerte la pregunta ahora mismo ¿Puedo ser tu novio?Las palabras de James resuenan en la habitación con fuerza, con los ojos brillantes de emoción y una sonrisa que ilumina mi rostro, le respondo sin pensarlo.—Sí, y yo quiero ser tu novia.Y a pesar de sus heridas, la necesidad de amarnos es más grande que su dolor. Sus labios recorren cada centímetro de mi piel, y yo acaricio su espalda lentamente, y en esta ocasión, son nuestros cuerpos los que demuestran lo que sentimos.Me despierto con una extraña sen
Mía Me quedo paralizada al ver a dos policías en mi puerta. —¿Qué sucede? —logro preguntar con una voz que no reconozco como mia. Observo a uno de ellos, dar un paso al frente. —¿Eres Mía Crawford? —pregunta con autoridad.—Sí, soy yo. ¿Qué sucede? —repito, intentando mantener la calma.—Señorita Crawford, está usted detenida por sospecha de fraude y por delito de tráfico de drogas —anuncia con voz firme—. Tienes derecho a permanecer en silencio. Todo lo que digas puede ser usado en tu contra en un tribunal…Apenas lo escucho hablar, las palabras se mezclan en mi mente, un torbellino de confusión y miedo se apodera de mí. De repente, Richard llega con su sonrisa de oreja a oreja.—¿Y James? ¿Dónde está James? —consigo pronunciar.—Oh, James está bien. De hecho, todo esto ha sido planeado por él.Mi mundo se detiene. Las palabras de Richard me golpean fuertemente, dejándome sin aliento. No puede ser verdad, James me ama.—¡Eres un maldito! —grito, desesperada—. ¿Estás aquí, disfruta
Mía Escucho un alboroto fuera, me asomo entre los barrotes fríos y oxidados del calabozo. Ni en el peor momento de mi vida, desaparece mi espíritu chismoso.—¡Max! —exclamo, con una mezcla de sorpresa y alivio.Max, con ropa de calle, se detiene en seco. Sus ojos se agrandan, reflejando la misma sorpresa que siento yo. Con movimientos rápidos y precisos, asegura a un hombre en la celda contigua antes de acercarse.—¿Qué haces aquí?—Richard me ha encerrado, yo no he hecho nada, te lo juro, tienes que ayudarme, por favor —mi voz tiembla por la desesperación.—Tranquila Mía. Te ayudaré.—Pero, ¿y tú desde cuándo eres policía? Tenía entendido que eras empresario —mi confusión crece con cada segundo—. ¿Te has hecho pasar por un cliente para encerrarme aquí? ¿Has ayudado a Richard, verdad? Max, me estoy volviendo loca.—Ssshhh, aquí no podemos hablar —Max pone un dedo sobre sus labios, señalando la necesidad de silencio—. Confía en mí, regreso después.Max se marcha dejándome peor de lo q
MíaMe volteo lentamente, enfrentando a la mujer de ojos verdes. Su sonrisa me demuestra que está disfrutando de esta situación. Me quedo muda, observándola con intensidad. —Richard, esta zorra tiene una grabadora en el bolsillo. Y adivina, se la ha dado Max.Mis ojos se abren de par en par, reflejando el pánico que se apodera de mí. Cualquier atisbo de esperanza que me quedaba por salir de aquí, se desvanece, aplastado por la traición de la maldita de ojos verdes. El sonido de la puerta al abrirse resuena como un trueno. Ella se acerca a mí, haciéndome un examen visual, me quita la grabadora y después me rodea con una gracia felina, sale, y Richard, con un gesto rápido, cierra la puerta. La chica deposita un beso en los labios de Richard, un gesto de victoria y complicidad, mientras yo, impotente, trago saliva con dificultad, sintiendo cómo la realidad de mi situación empeora cada segundo.—Buen trabajo, cariño —dice mientras golpea el trasero de la joven seductora.Poco después, se
Han transcurrido tres largos meses desde que entré en prisión. Mi carácter ha sido puesto a prueba en muchas ocasiones, hasta el punto de visitar la enfermería varias veces. Sin embargo, estas pruebas no han logrado hundirme, me niego.Con el paso de los días, he encontrado inesperadamente un grupo de compañeras, entre ellas, destaca Miriam. A pesar de ser una desconocida, no dudó en extenderme su mano en un gesto de solidaridad que acepté sin dudar.Hoy es el día de visita y Jud viene a verme como siempre que le es posible, estoy deseando que me cuente cómo va su historia de amor. ¡Qué emoción tan grande siento por ella! Jud, con su corazón generoso y su espíritu bondadoso, merece toda la felicidad del mundo y más. Y tengo la esperanza, de que Max valore la joya que tiene y le sea fiel.Poco después, Jud entra en la sala, me consume el deseo de envolverla en un abrazo. Sin embargo, las normas son claras y estrictas, no se permiten abrazos ni contacto físico con los visitantes. Tras u
Hola petarda.¡Enhorabuena por tu boda! Aquí estoy llorando al recibir tu noticia. Tus cartas me alegran el día. Ya no sé dónde guardarlas, tengo tantas... Te cuento con orgullo que me he convertido en la costurera estrella de este lugar, tanto que ya tengo lista de espera. He hecho varios vestidos y me han pagado. Y sobre James, estoy aprendiendo a vivir sin él aunque duele y mucho. Te quiero petarda.Hola maruja.Mira, si me vuelves a llamar ‘petarda’, me voy a enfadar. Por favor, elige otro apodo para mí, como sexy, bellezon... Tienes tiempo para pensar en uno adecuado. Bueno amiga, ¡hoy es el día de mi boda! Hemos planeado una ceremonia sencilla, pero perfecta para nosotros. Estoy ansiosa por enviarte muchas fotos para que veas lo deslumbrante y radiante que estoy con mi vestido de novia, estoy segura de que Max no podrá resistirse a mí, y acabará arrancándome el vestido. Pero faltas tú, siempre tú, mi amiga, mi hermana, eres la persona a la que más quiero en este mundo. Cuando sa