Me he sentido halagada con las palabras de Max, pero en el fondo no quiero estar en su fiesta, aunque me agrade la idea de poner celoso a James, la verdad que no me apetece tener sexo con otro hombre.—¡Oye Max! Lo lamento pero lo he pensado y no creo que pueda aceptar tu invitación. Cuando llegue el día, verás tantas mujeres hermosas que no sabrás a quién elegir.—Todavía falta un mes, piénsalo. Te aseguro que lo pasaremos genial. —No lo dudo, pero de momento tengo que decirte que no.—¡Me gusta lo difícil! —exclama, acercándose a mí—. Recuerda, quiero una gran fiesta, y el dinero no es ningún problema.Será la mejor fiesta que haya montado en mi puñetera vida, y la ganancia será brutal. Tanto, que podré darle un buen regalo a todos mis trabajadores.—Max, quiero darte las gracias por celebrar aquí tu fiesta. Te acompaño hasta la salida.—Gracias a ti, me ha encantado verte —coloca su brazo en forma de jarra—. Por favor, agárrate a mí.Entrelazamos nuestros brazos y bajamos las esca
Después de dejar a Jud en su casa para que se prepare para la cena de esta noche, conduzco hacia mi casa con la misma intención. El encuentro con James me ha hecho sudar, así que necesito una ducha urgentemente. Después, elijo para la ocasión un vestido negro ceñido que termina justo por encima de la rodilla, suelto mi cabello y y me maquillo resaltando mis ojos.Opto por pedir un taxi, consciente de que planeo beber y no querré conducir más tarde. Media hora antes de irme, envío un mensaje a Max para informarle que nos veremos después en el restaurante.Diez minutos después, el taxista se detiene frente al restaurante. Le entrego un billete y le indico que se quede con el cambio. Al abrir la puerta para bajar, encuentro a Max junto al taxi, extendiendo su mano para ayudarme. Acepto su gesto con alegría, bajo del vehículo y nuestras miradas se cruzan, y él me regala una sonrisa arrolladora.—Buenas noches, preciosa —dice, besando mi mano con delicadeza.Mis ojos se abren de par en par
Cierro los ojos, la vergüenza me inunda bajo la intensa mirada de James. Él se acerca y se arrodilla a mi lado.—¿Estás bien? Mía, por favor, háblame. ¿Qué ha ocurrido?Lentamente abro los ojos y me encuentro con su mirada llena de preocupación. Al mirar alrededor, veo a Jud y a Nati, todos arrodillados a mi alrededor. —Estoy bien —hago el amago para levantarme, pero James me detiene.—No te muevas, la ambulancia está en camino. Es mejor esperar a que te examinen.—De verdad, estoy bien, no es nada —insisto, levantándome a pesar de las protestas de mis amigas. Observo a Max, que está esposado y confundido.—¿Qué ha sucedido aquí?—Tienes que quitarle las esposas a Max, él es inocente, ha sido el otro el que ha liado todo esto —digo nerviosa.Mientras mis amigas le cuentan a James lo que ha sucedido, sigo sintiéndome aturdida. Entonces, James me toma del brazo con delicadeza y me guía lejos de la gente.—¿Estás saliendo con Max? —pregunta con una mezcla de curiosidad y celos.Pienso s
Lo miro, lo miro y no puedo creer que estemos en mi despacho para intentar solucionar lo nuestro. —Por favor, siéntate.—Mía, quiero disculparme por cómo te traté el día que me enteré de que mi abuela estaba casada. Sé que no era tu secreto y lamento haberte echado de mi vida.—Tú no sabes lo mal que me sentía por ocultarte tantas cosas, por ese motivo, siempre supe que nuestra relación tenía fecha de caducidad.—No digas eso, yo te quiero.—Yo también te quiero, pero a veces el amor no es suficiente —respiro profundamente, dispuesta a contarle todo con detalles. Me da exactamente igual lo que suceda después, ya no puedo seguir ocultando todo esto, esta información me está quemando por dentro—. Llevo años con este negocio, desde que mi tía murió. Jamás he sido una vagabunda. Un grupo de policías viene una vez por semana y se reúnen en la sala donde están mis amigos, toman mucho alcohol, de vez en cuando se acuestan con alguna clienta, pero aquí se dedican a negocios ilegales. No esto
Judith Miro a Nati, ella me está animando para que me lance, no entiende qué me pasa esta noche, pero yo no se lo puedo explicar, ni siquiera yo lo entiendo. Creo que ha sido amor a primera vista. A pesar de que he estado con muchos hombres y jamás me ha dado vergüenza, ahora me pasa al contrario, antes, si un hombre me gustaba, ahí iba yo, me lanzaba a por todas, pero con Max, parezco tonta, no puedo ni hablar. Lo intento, pero las palabras se traban en mi boca. Me gusta mucho.Desde que lo vi, sentí mi corazón palpitar de una forma extraña. Es tan guapo, tan varonil, tan gracioso, que hace que mis partes íntimas se caliente con solo mirarme. Me pongo berraca.Dejo atrás mi nerviosismo, camino hasta él con una sonrisa. Esta noche me siento empoderada, sexy, que va a buscar lo que le apetece, y me refiero a Max, estoy ansiosa por probar sus labios.¡Me está mirando! Siento un cosquilleo por mi estómago y por mis partes íntimas. ¡Lo voy a besar! ¡Lo voy a besar! ¡Recóncholis! ¡A por t
MíaCon un suspiro, me seco las lágrimas y me levanto de la silla. Al salir de mi despacho, el bullicio de la sala común me sorprende. La multitud se agolpa alrededor de la barra, donde una camarera, con el ceño fruncido por el estrés, intenta atender a la avalancha de clientes. No pudo evitar sentir compasión por ella, después de todo, conozco bien lo que es estar estresada detrás de una barra. Sin pensarlo dos veces, me acerco y comienzo a servir copas, moviéndome con rapidez. La camarera me lanza una mirada agradecida y, juntas, empezamos a aligerar la carga de trabajo. Entonces, Max aparece, posando sus ojos en mí y pregunta:—¿Has visto a Jud? Salió para atender una llamada y ya ha pasado media hora.Niego con la cabeza, la preocupación arruga su frente. —No, pero voy a buscarla.Le aviso a la camarera de que voy a salir un momento y le prometo volver. Salgo de la barra en busca de Jud, pero me topo con Nati.—¿Has visto a Jud?—No, lo siento —responde Nati, negando con la cabez
Judith —¿James? Por favor, respóndeme. Me va a dar un ataque al corazón. ¡James! Camino desesperada por la calle. La angustia me consume. Si James no sobrevive, Mía jamás me lo perdonará. Me entrometí donde no debía y ahora pago el precio. El aire me falta, la desesperación me asfixia. ¡Lo he matado!De repente, la puerta del club se abre con fuerza y Max aparece.—¿Qué diablos crees que estás haciendo? ¡Llevo esperándote media hora! Si cambiaste de opinión, podrías haber sido honesta, no necesitas inventar excusas y huir. Me siento un idiota esperándote.—Max, cállate un momento. Ahora te explico —digo, sujetándole la mano para evitar que se aleje. A pesar de sus esfuerzos por liberarse, no lo consigue.¡Maldición! En este instante, debería estar revolcándome con Max, pero por mi culpa, James ha tenido un accidente. No debí haberle dicho a James que Mía estaba acompañada de otro hombre.—¡James! ¿Dónde estás? ¡James, responde joder!—Jud, ¿qué sucede?—Max, he matado a James —confi
MíaSiento unas manos que se cierran firmemente sobre mis hombros desde atrás. Me giran con tal rapidez que apenas tengo tiempo de saber lo que sucede, me llevan como si fuera un saco de patatas, y ahora estoy viendo un trasero. Pero no es cualquier trasero lo reconozco al instante.Empiezo a patalear, exigiendo ser liberada, mientras la gente a nuestro alrededor se dispersa, creando un pasillo que conduce directamente a las escaleras, facilitando el acceso para que James pueda subir.—Bajame ¡Ya!James, sube las escaleras, al llegar a la primera planta, lanza una patada a la puerta, esta se abre de par en par. Me suelta en el suelo, y rápidamente me alejo de él. En la oscuridad de la sala, solo con las luces de colores que atraviesan el gran ventanal, observo sus ojos brillar. En un acto de locura, mis manos encuentran una pequeña figura sobre mi escritorio y, con toda la fuerza que puedo reunir, se la lanzo. Él, con una agilidad sorprendente, la esquiva. Sin perder un segundo, mis