Cambios

El auto se detuvo al llegar al nuevo escondite, y al segundo siguiente, Luke sacó a Arlet del interior de manera brusca. Kenia también bajó, al detallar en el rostro del hombre y en la manera en que agarraba el brazo de la niña. Se veía furioso.

La mirada de ambos se encontró en un duelo, que no parecía tener ningún perdedor, puesto que los dos se veían con el mismo odio.

—¡Suélteme!—rugió la jovencita con valentía.

El hombre arrugó la nariz, rabioso, y la apretó más, lo pudo notar en la coloración de su brazo cada vez más rojo.

—¿Por qué tanto alivio?—le preguntó entonces, su voz ronca por la ira.

—¡No es su asunto!

—¡Contesta!—exigió.

—¡Por nada! ¡Lastimosamente, usted sigue vivo!—le gritó.

Kenia soltó una maldición a punto de intervenir y poner en su sitio a la hijita de Amaro, pero una mirada fiera por parte de Luke la hizo mantenerse en su sitio.

—¿Entonces creíste que los hombres de tu padre te rescatarían?—se mofó el hombre con una mezcla de burla y rabia—. ¿Es eso? ¿Rea
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