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Cuidarnos las Espaldas

Mi abogado venia todos los días a visitarme, por lo que su presencia no era indicativa de nada, poco a poco fue ganándose la confianza de todos los policías, hasta sentarse a comer con ellos, me di cuenta que esa política influyo muchísimo en el camino de la liberación. Recordé siempre eso, sentarse con el enemigo puede ser a veces la vía más fácil para obtener la victoria.

Cuando estaba a punto de cumplir una semana en ese sitio, donde era incapaz de acostumbrarme a las duchas compartidas, las comidas precalentadas, las papillas y la cama tan rígida que dormir en ella o en el suelo era indiferente, en ese preciso momento llego Olesia, sus ojos llenos de esperanza y felicidad eran las puertas del Valhala, me acerque a la reja con desesperación, al mismo tiempo que el oficial me solicitaba que me quitara para abrirla.

El tacto de su piel en forma de un abrazo, su olor era gloria y mi abogado estrechándome la mano, no sabía a quién amaba más, si a esa mujer o a ese hombre que me daba la
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