LX Hasta la luna

Sam llegó hasta el descanso de la escalera en el segundo piso. Miró a ambos lados del pasillo. No había moros en la costa. Avanzó a hurtadillas hasta la puerta de su habitación. Su sexto sentido la hizo pegar el oído contra la brillante y añosa madera. El absoluto silencio que percibió del otro lado no la tranquilizó, bien podía haber un demonio esperándola dentro. Se fue hacia la puerta del frente y entró a la habitación de Ingen.

—Sam ¿Por qué no tocaste la puerta? Me asustaste —dijo el niño, metiéndose a la cama.

Ella sólo le sonrió. Cogió la enciclopedia y continuó la lectura que llevaban sobre el sistema solar. Hoy era el turno de Júpiter y sus satélites naturales. Eran decenas y habían impresionantes imágenes, así como información muy detallada sobre ellas. Europa, una de las primeras en ser descubierta, tenía un océano líquido bajo la corteza de hielo que cubría su superficie y se investigaba si podría llegar a ser apta para la vida

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