Por mi mente nunca pasó que al salir del palacio viviría otro infierno. Sigo estando en Europa, pero las cosas no cambiaron mucho que digamos. Pasé de normas de la monarquía de mi abuela, a normas de un vikingo dictador.
Pero si podemos verle el lado bueno a esta especie de convivencia, nos daremos cuenta de que también llevo las de perder. El tipo es un idiota y quiero golpearlo cada día más. Lamentablemente, no puedo hacerlo.
El supuesto caballero amable que me dijeron que era, término siendo un vikingo sin modales. El caballero de la armadura oxidada pasó directamente a ser un vikingo ignorante. Esta mañana antes de ir a la entrevista de trabajo limpié el baño como me lo pidió. Me sentí tan humillada. Tuve que buscar en internet como se hacía porque no sabía.
¡Y es una bañera que se podía secar sola!
—No es tan malo. Misa tiene una agradable personalidad —el comentario sarcástico de Rachel me saca de mis pensamientos.
—¿Agradable? —asiente—. Ese tipo no conoce de eso. ¿Por qué tienes que secar el agua de la bañera? ¡Es una bañera, por el amor de Dios! —protesto, indignada.
—Bueno, él lo hace. Es el tipo de hombre que viene de un largo camino lleno de reglas y disciplina —sonríe amigable—. Misael es un buen tipo, solo debes tenerle un poco de paciencia. Conócelo un poco más y te darás cuenta de que no es malo. Como compañero de trabajo y amigo es otra onda.
—Ay, por favor, Rachel. El vikingo no da esas buenas vibras que dices. Dos días, llevo dos días viviendo con él y quiero lanzarme de la azotea de su edificio —me quejo, ella me estudia por unos minutos haciéndome sentir incómoda.
¡No me gusta que me vean así!
—Hoy estás completamente diferente. Algo distinto en todo tu ser —asiente como si hubiese encontrado algo en mí. ¿Descubrió que soy princesa? Edward va a matarme. No duré ni una semana en Noruega—. Ayer cuando te conocimos estabas muy cerrada y tímida. Hablabas con tanta calma y una educación poco usada hoy en día. Bueno, más que todo lo utilizan la gente de la nobleza. Ninguno de los custodiados nos trata de usted.
Me empiezo a reír nerviosa por su comentario. Sí, es que soy de la realeza y me enseñaron justamente eso.
¿Era demasiado obvio?
—Ja, no soy precisamente de la nobleza —alza una ceja—. Soy solo de Escocia —nos empezamos a reír.
Ayer me quedé hablando hasta tarde con ella y me explicó cómo eran las costumbres aquí. Me dijo donde quedaban los supermercados, discotecas y cualquier cosa que se me iba ocurriendo mientras nos enviábamos mensajes.
¿Cómo es posible que una princesa que jamás en su vida ha limpiado, cocinado o le ha servido a alguien pueda ser una mesera? Sinceramente, es poco creíble, pero en mi caso, siempre soy el bicho raro que experimenta la rebeldía.
¡Y no saben como me encanta!
—Niñas, si siguen hablando aquí voy a tener que reducir el pago y no creo que Emili quiera eso después de todo —nos dice la señora Penny, con una sonrisa—. Rachel, ve tu primero a atender el restaurante. Me quedaré un momento con Emili —le ordena.
Ella me pide que tomé asiento nuevamente y se sienta en donde estaba Rachel hace unos minutos hablando conmigo. Esperamos que mi nueva amiga dejara la habitación y empiezo a sentirme más angustiada que antes. La señora Penny sostiene su mirada con la mía a tal punto de hacerme querer salir corriendo de aquí.
Me van a despedir. Dios mío, solo llevaba como diez minutos contratada. Ni echar chisme pude antes de empezar mi turno.
—Cariño, ¿por qué viniste a Noruega? Un lugar tan frío tanto en el clima como en las personas. Soy vieja pero no tonta. Sé qué te falta experiencia, pero quiero ayudarte. Te daré la oportunidad de qué lo hables con honestidad —con voz calmada y melosa, la señora Penny se dirige hacia mí.
Tengo miedo de que todo el mundo me descubra y me obliguen a regresar a Edimburgo. Solo tengo dos días aquí y aunque sabía que era imposible no ser descubierta, creí que al ser la marginada en mi familia nadie se daría cuenta de mi existencia.
Estoy demasiado nerviosa como para hablar así que empiezo a jugar sobre la mesa con las uñas de mis pulgares.
—Cariño, no tienes la obligación de decirlo —toma una de mis manos—. Tengo la edad suficiente para ser tu abuela y he viajado por el mundo disfrutando el conocer a las personas. Nací en Inglaterra, un país liderado por monarcas y crecí viendo como en otros lados también se iban abriendo paso con ellos —me da una mirada dulce—. Eres la viva imagen de tu madre. No estaba segura hasta que busqué por internet. Lo sospechaba porque soy una fanática de la realeza. Tus modales, como te expresas y diriges a las demás personas llamaron mi atención. Es que hasta la forma de sentarte...
Pongo cara de pánico y me levanto como resorte de la silla.
Dios bendito... Me descubrió.
¿Qué se supone que voy a hacer ahora? No tengo manera de contactar a mi guardia real... digo, Edward. No puedo abandonar este país todavía. Si mi abuela se entera el castigo que me espera en casa será terrible. Hice mi primera amiga y pude hablar de manera sencilla con ella. Sí, vivo con un vikingo, pero estoy fuera de las garras del palacio.
No quiero dejar este lugar, no ahora.
Después de unos eternos minutos donde intenté calmarme y salir del pánico, le hablé.
—Por favor, no le diga a nadie quien soy yo. Mi abuela simplemente me saco de allá por motivos que no le puedo confiar. Por primera vez puedo elegir qué hacer con mi vida. Nunca tuve la libertad de escoger o decir lo que yo realmente pensaba. Hice una amiga fuera de la realeza y conseguí un trabajo digno lejos de esa vida también. Por favor, señora Penny, guárdeme el secreto hasta que sea seguro para todos —le suplico, con voz temblorosa.
—No pensaba decírselo a nadie, Emili —suelto el aire que no sabía que estaba reteniendo—. Eres de la realeza escocesa. ¡Eres una princesa! —dice divertida, asiento nerviosa. Esta señora resultó ser bastante chismosa—. Tranquila, yo guardo el secreto. Aunque sepa lo que eres no te daré un tratamiento especial. Quiero decir, aquí serás una empleada más. Pero te perdonaría todo si me traes el autógrafo de alguna persona de sangre real —comenzamos a reírnos liberando el ambiente tenso que se había creado.
Aunque podía darle mi autógrafo, mi firma no vale nada en comparación con otras personas. Lo más loco, es que en la monarquía se saben mi nombre, pero no como soy.
☆☆☆
Después de servirles comida a los clientes, limpiar mesas y lidiar con uno que otro acosador, al fin salí del trabajo. Fui a un supermercado de camino a casa. No sabía la cantidad de cosas extrañas y desconocidas se venden en ese lugar. Normalemente, los sirvientes eran los encargados de abastecer mi palacio.
—¿En serio se puede hacer algo con crema fermentada? Dice internet que sí, pero no quiero arriesgarme a morir tan pronto. ¿No hay pan de mantequilla o de esos recién horneados? No puedo creer que ni siquiera exista mi tratamiento para el cabello en este país —me quejaba mientras observaba la cantidad de cosas que veía.
—¿Primera vez haciendo compras? —asiento, a la pregunta de una mujer—. Creo que puedo explicarte las cosas para que no estés tan perdida —con una sonrisa me empezó a señalar los productos y sus funciones.
Me siento una mujer realizada, ya que pude hacer mis primeras compras. Creo que podré superar el bochorno de esta mañana con mi desayuno. Tuve que robarle al vikingo unas rodajas de pan y un huevo. Lo peor es que puse a cocinar todo, me fui a bañar y, al salir, se me había quemado lo que robé.
Sabía horrible y no pude conseguir el huevo blanco que le robé.
Gracias al cielo voy en el ascensor para estar en casa. Estoy exhausta y como no tengo llave todavía, tuve que pedirle a un amable señor que marcara el piso del departamento. El vikingo no está y no es por nada, pero me siento tranquila viviendo en este lugar. No hay guardias, sirvientes o cualquier persona que me controle la vida.
Todo sería perfecto si tampoco estuvieran esas reglas...
Coloco algunas compras en un estante que está pegado a la pared de la cocina. En las dos anteriores había comida ahí metida, supongo que se guardan en eso porque por ningún lado en esta casa vi un almacén.
—Te dije que no tocaras mis cosas. ¿Por qué tus manos están en lo mío? —me sobresalto al escuchar al vikingo hablar, me volteo para mirarle y sí, adiós paz—. Pensé que había sido una pesadilla tenerte aquí, pero eres más real que un dolor en las bolas.
—No estoy tocando nada que sea suyo —alza una ceja y señala con su dedo toda la casa, empiezo a jugar con mis pulgares. Mi abuela odiaba que hiciera eso, pero últimamente con mis nervios fuera de control retomé mi mal hábito—. Sé que es su cocina, pero me he comprado mi comida. No tenía donde guardarla y vi ese lugar vacío. No creí que fuera a molestar... —explico, ante esa mirada fría que me da.
—No quiero que te sientas incómoda en mi casa, niñita —hace énfasis en la última palabra. ¿Por qué me dice así? Odio que lo hagan—. La próxima vez que quieras hacer uso de algo, por favor deja una nota en la puerta de mi habitación que yo en lo que pueda te responderé —empieza a dirigirse al pasillo, pero se detiene y me vuelve hablar—. Esta mañana dejaste cuatro gotas de agua en el suelo y en el espejo la marca de tu dedo. Recuerda que no vives sola, debes ser más cuidadosa con tu aseo personal.
¿Ahora no soy aseada? Yo soy una persona bastante higiénica, cretino.
No te deseo mal, pero ojalá te dé diarrea con gripe.
Le iba a responder, pero se dio media vuelta y comenzó a caminar al pasillo, mientras lo hacía iba gritando:
—Vendrán mañana a hacer algunos arreglos en el baño y la cocina, el procedimiento contigo será igual que con la bañera. No hagas ruido que deseo dormir y por favor, tu horrenda comida olorosa ha quemado me produce náuseas. Vas a tener que comer otras cosas para evitar lo que no sabes.
Lo dio, lo odio, lo odio.
¡Cuando vea Edward lo voy a matar por haberme dejado con semejante idiota!
—Eres... ¡Eres un imbécil! —grité, echa furia desde la cocina.
Escuché su risa burlona y con ello el cerrar de una puerta que daba fin a la supuesta conversación. Pensé que en mi segundo día sería mejor.
¿Dónde es amigable?
¿Qué alguien me explique en dónde?
Juro que te vas a arrepentir por hacerme esto.
Es precioso admirar los alrededores de la nueva ciudad en la que me encuentro, pero siento que soy la única turista en el país. Nadie observa ni por un instante lo que hay sobre su alrededor. Es angustiante que solo sigan con su vida como si nada."Probablemente, estés loca," responde, mi conciencia.¿Es normal hablar con la voz de tu cabeza? Bueno, tampoco tengo como probarlo.Tengo unas cuantas semanas trabajando en el restaurante de Penny y ha sido bastante complicado para mí. He roto vasos y platos, a la hora de llevar comida a una mesa se la he tirado encima a los clientes y la última vez que hice entrega a domicilio, no sé cómo, pero la comida llego en mal estado. Soy una princesa con un sueldo bastante ajustado. He tenido que pagar por todo lo que he roto.El dinero no me alcanza.«¿Cómo las personas logran vivir con tan poco en su bolsillo?», pensé intrigada.¡Casi ni pagan!—Emili, ve a esta dirección a entregar este almuerzo. Lleva dinero para el cambio y que esta vez todo l
Llegué a la casa al terminar mi turno y vi que ya estaba ahí. Lo ignoré y fui directo a tomar un baño. Me sentía agotada y sudada. Quería solo liberarme del estrés de la calle. Al salir del proceso que es bañarse en este lugar, me di cuenta de que él seguía en la cocina. Eso quiere decir que debo esperar mi turno para hacer la cena. Es su casa y eso, pero estaba cansada y quería comer para irme a dormir.—He encontrado a una persona para que limpie el apartamento cuando no estemos. Lo hará una vez a la semana —me habla mientras me siento en el sofá, asentí y encendí la televisión—. Edward es mayor que tú, debes tener cuidado si desean tener una relación —me volteo y lo miro horrorizada—. No quiero que venga protección social a meterme a la cárcel por ser cómplice de un asaltador de menores y tú tienes ese tipo de aspecto que grita problemas por todos lados.Por un momento pensé que él podía hablar sin ser tan sarcástico o responderme así. Ay, todo un vikingo sin razonamiento lógico. D
Cuando sales de un país ya sea por tu bien o por obligación, dejas en tu tierra la mitad de tu corazón. No soy una excepción, dejé mi corazón en mi país, mi familia, a las personas que ayude y también, deje a las personas que han manchado mi reputación. Nunca me dieron la oportunidad de explicarme, para ellos siempre fui la culpable de todo.Cuando se es de la realeza muchas cosas debemos callar. Debemos guardar la compostura aunque por dentro estemos por estallar. Aprendí a sonreír con ganas de llorar, a fingir una sonrisa cuando por dentro estaba por reventar de la rabia. A ser un ejemplo para los demás cuando nadie era un ejemplo para mí. Como princesa siempre fui marginada, a pesar de tener todo, y como plebeya he conseguido tanto, a pesar de no tener nada.«Qué ironías tiene la vida», pensé.No me considero alguien especial y mucho menos creo ser mejor que los demás."Solo que no te sientes orgullosa de tu sangre real", conciencia mía, como deseo que por unos segundos te calles.
Aclaratoria importante antes de seguir leyendo este libro; el país en el que se basa esta historia es Edimburgo, Escocia. No se tomará en cuenta la verdadera nobleza que todos conocemos. Se toma en cuenta los títulos, palacios y cualquier información sobre reyes, príncipes y princesas. Solo que el resto será ficción.Gracias.☆☆☆☆☆☆Obra registrada bajo el número: 2410299952238Con fecha: 10/28/2024Prohibida su reproducción total o parcial de ella.☆☆☆☆☆☆☆☆☆No sé como iniciar esta historia. Creo que puedo hacer el intento de comentar mi situación actual de vivienda. Normalmente, los padres nos abren las alas para que volemos y vivamos fuera de casa al cumplir cierta edad. En muchas ocasiones, tenemos mala relaciones con ellos y somos echados de la casa materna y después, están las personas que son como yo. Gente que son echados por caprichos de una reina.Digamos que no tuve una mala vida cuando era pequeña. Creo que mientras estuvo vivo la persona que realmente me miró durante mi i
Palacio Real de Holyrood.Edimburgo, Escocia.23 de octubre de 2025Es el día más especial para la realeza de cualquier país. El fin de un reinado lleno de muchas cosas raras internamente, para darle inicio a otro, que se espera que sea mucho mejor. Pero teniendo a mi madre de reina, lo dudo mucho. Solo deseo que las cosas que mi abuela hizo, no lo repita mamá en el interior del castillo. Ahora estamos aquí, rodeados de muchas naciones con gente de sangre real.¿A quién engaño? Realmente son como tres países, más el poco de pubertos en proceso de príncipes y princesas de diez años que abundan por estos lados sin mirar más allá de su frente.Es medio indignante la situación, si nos ponemos a analizar la falta de respeto de los niños de hoy en día que tienen con los adultos.Se supone que no debería expresarme así, pero yo no quiero ser de la realeza mientras mi abuela y madre sigan en el trono, pero renunciar no me dejan y por eso estoy aquí. Deje de tener principios reales y ahora ten
Taker CompanyOslo - Noruega.Varios meses atrás.Desde que tengo uso de razón siempre he odiado todo lo que esté ligado a la realeza. Nadie hizo nada cuando perdí a la única persona que me amó sinceramente después de mi hermano mayor. No crecimos juntos a pesar de vivir en el mismo palacio y obviamente, los tratos fueron diferentes. Él fue más liberal y yo más aislada. Nunca tuvo problemas con nadie, pero yo fui otra historia.Soy la tercera en la línea de sucesión al trono. Ni siquiera voy a heredar y bueno...Reglas del palacio:1) No hables si no te lo piden.2) Siempre está de acuerdo en todo.3) Respira lento.4) No mereces ser princesa si no sufres.5) Sonríe sin importar que te escupan la cara.6) Todo es tu culpa.Intenté escaparme miles de veces del palacio, pero fue en vano. Los castigos de la reina eran los más crueles cuando se enteraba de que eran para mí.Ella da miedo.Ella es hipócrita.Engaña a su pueblo y lastima a quien no la obedece.Me envió a vivir fuera de mi p