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LEYLA.

Nadie se ha dado cuenta de mi pequeña escapada, y eso me produce satisfacción. Aunque no haya ido tan lejos, el mero hecho de ser por unos minutos libre y no tener que preocuparme de que estén vigilándome, me da fuerzas para seguir con mi lucha.

Max está detrás de un árbol, con los brazos cruzados en su pecho y con una pequeña caja entre sus dedos. Tiene un aire inexpresivo, como si en su cabeza los pensamientos no le dejarán producir una emoción en sus facciones. Su mirada está en el cielo, despejado, pero eso puede cambiar, ya que en el horizonte hay varias nubes grisáceas que estoy segura que están dispuestas a mojar todo con las gotas de agua que retienen en su interior.

—¿Lo tienes? —pregunto, llamando su atención.

Ahora sus ojos examinan los míos, y sonríe al verme.

—Todo está

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