Capitulo 4

Repasó el nombre de su superior en su mente, como tratando de asegurarse de recordarlo, aún así algo le decía que no iba a costarle nada aprendérselo, es más, nunca lo olvidaría.    

-¿Qué es tan gracioso? - la risa disimulada de Juan se frenó ante la pregunta de Cristina, había olvidado que estaba frente a él.    

-Perdone, es que como su madre se llama Sharifa... ya sabe, como la diosa de la sabiduría en la mitología griega - explicó con rapidez sonrojándose al notar la estupidez que estaba diciendo sin premeditar sus palabras, - pensé que su nombre tendría alguna relación, como si fuese una tradición. Me esperaba algo como Hipatria de Alejandría, no... Cristina.    

Tuvo que haberse inventado una excusa, tal vez que se acordó de un chiste o le estaba subiendo una hormiga por la pierna, cualquier cosa. Comenzaba a sentirse pequeño bajo la mirada seria y escaneadora de Cristina, como si de verdad esperase que le dijese que era una broma y de verdad había tenido ese pensamiento.    

-Ya me lo advirtió mi madre. Usted, Juan Moreno, tiene un curioso sentido del humor - dijo finalmente rodando los ojos mientras movía el cactus de su mesa hacia la otra punta tras apartar unos papeles haciéndole hueco, dejándolo en la estela iluminada por el sol. - Los cactus necesitan luz.    

Hasta que Cristina no entró en su nuevo despacho, Juan no soltó el aire que estaba reteniendo sin saberlo. La presencia de la chica rubia le ponía de los nervios y el causar una buena impresión parecía haberse ido al garete en apenas cinco minutos de charla.    

-No me lo digas - frenó Juan a Ricardo que se había acercado a su mesa tras soltar una baja carcajada. - Tengo la cara como si hubiese visto a un fantasma ¿no?    

Envidiaba a Ricardo, tenía total libertad para venir aquí y hasta un despacho, pero se pasaba más tiempo en las constructoras que dirigía junto a su propia cuadrilla, unos tipos tan altos y fuertes que parecían gigantes, eso sí, todo es alto a comparación de Ricardo López. Aún así, otro pilar útil para Sharifa que no dudó en hacer fijo a su mejor amigo encargándole todos sus proyectos. No estaba de más decir que es el que más felicitaciones se lleva de parte de la indomable jefa, todo lo realizaba a su gusto y a una rapidez extraordinaria.    

-Un fantasma rubio, alto y bronceado - completó Ricardo con coquetería, ya se había enterado de la llegada de Cristina. En cuanto a chicas, a Ricardo no se le escapa ni una. - Vaya, Juan ¿será este el comienzo de una nueva era? Estoy seguro de que ahora te gustará venir a trabajar.    

-Ricardo por favor - se quejó avergonzado, - solo me impresionó, no me la esperaba así.    

-Ya, te vi muy impresionado. ¿Café?    

No tenía ganas, se encontraba más despierto que nunca para ser aproximadamente las diez de la mañana, aún así aceptó a acompañar a Ricardo solo para despejarse. Si había una sala favorita para todos los empleados en el edificio, es precisamente esa pequeña área de descanso con una cafetera que a pesar de sus años jamás había fallado y sobre todo, nunca faltaba café. La mayoría de los ingresos de la empresa Tacarigua irían a reponer café cada mañana, lo tenía claro, sobretodo con todo el que consumía Ricardo, parecía un pozo sin fondo. Le extrañaba que no tuviesen pérdidas por su culpa.    

Frenó en seco al lado de Ricardo justo en la puerta del ascensor, nada más abrirse su piel se heló al tener a pocos centímetros de él esa mirada azul que había visto hace unos cuántos días. No podía ser otra persona, la mala suerte precede a Juan y además esa chica no tenía unos ojos azules normales, eran más bien un tono oscuro y eléctrico, no un azul cielo corriente. Era ella, la chica que vio en el Coderex.

-¿Qué miras? - le espetó haciendo reaccionar a Juan que comenzó a tartamudear.    

-Discúlpale, ha tenido un bajón de tensión y vamos ahora a por café, aún sigue un poco mareado - inventó Ricardo sonriendo a la chica pelinegra. - Que tengas un buen día.    

Se tropezó cuando su amigo tiró de él, alejándole del encuentro con la ojiazul y salvándole el culo. Ahora todo comenzaba a arremolinarse en su cabeza como si no hubiese tenido demasiadas emociones fuertes por hoy.    

-¿Qué ha pasado ahí? ¿La conoces? - comenzó a interrogarle. - Es muy guapa, un auténtico pibón ¿me la presentas?     

-No... sí... tal vez - se trabó con su propia explicación. - En el... ya sabes, la vi. Estaba ahí cuando competí el pasado viernes.    

-¿Estás seguro? - Juan asintió. - No te ha reconocido, ese ridículo gorro matapasiones es útil. Con suerte será cosa de un día, no volverá a ir allí.    

-Todo el mundo repite en el Coderex - susurró el nombre con una mueca de agonía. - Esto es malo, muy malo.

Un despacho frío, así percibía Cristina su nuevo lugar, nada extraño sabiendo que aquí pasó su madre muchos años. La decoración era obra suya, estaba claro, pero tan disciplinada en su trabajo que no había ningún toque personal más que un montón de papeles bien organizados.    

ME QUEDEEEEE AQUI

-Sin fotos - se fijó cuando se sentó en la silla escaneando la mesa que tenía enfrente, - ni cactus - añadió con una seca risa recordando a su nuevo asistente.    

Le pareció un chico muy despistado e indudablemente desordenado, a primera vista no entendía cómo alguien así había conseguido ser asistente de su madre. Sharifa le gustaba rodearse de los mejores y si él estaba ahí, tendría algo que el resto no.    

Paciencia para aguantarla, posiblemente. Es su madre, pero no por ello va a halagarla en lo que no le corresponde. Con su educación había sido severa y estricta, así que con su trabajo suponía que lo habría sido más aún, dados sus antecedentes. Con el tiempo se enteraría.    

Le gustaba que lo único que la separase del resto de trabajadores en sus mesas fuesen dos grandes cristales en vez de paredes, le daba más luminosidad al despacho, aunque las persianas blancas arremolinadas en lo alto, seguramente con control remoto, le confirmaba que su madre lo usaba para vigilarles que trabajaban y el resto del tiempo, se ocultaba como si fuese una cueva.    

Se preparó para echar su primera bronca cuando vio la puerta abrirse sin que hubiesen tocado con anterioridad, pero el momentáneo enfado se disolvió al ver a Sharon Lopez, su mejor amiga, entrando sonriente y soltando un largo silbido observando su nuevo despacho.    

-Mira qué bien se lo ha montado la pequeña Castillo - comentó con socarronería. - Solo falta empleados normales, tienes gente muy rara aquí.    

-Buenos días a ti también, Sharon - saludó sintiendo cómo con la presencia de su mejor amiga cualquier nervio por este primer día desaparecía. - ¿Cómo estás?    

-Pues ya que lo preguntas, mal. Fatal - dijo sentándose en la silla de enfrente dejando de mirar a su alrededor. - Scarlett Johansson todavía no ha presentado el divorcio.    

-Que yo sepa se acaba de casar hace poco ¿Cómo piensas que se va a divorciar ya?    

-No lo sé Cristina, no me estreses - replicó y de verdad estaba haciendo muy bien su papel para parecer agobiada por el tema de la actriz. - Solo estoy deseando que salga la noticia, así me postulo para llevar su divorcio. Luego la enamoraré para que vea que soy mejor que cualquier hombre y se quedará conmigo.    

-Te estás montando una película... - rió Cristina sin creérselo. - Igualmente ella tendrá sus propios abogados y a eso le añadimos que tú no estás especializada en divorcios, no es tu ámbito - trató de poner los pies en la tierra a su amiga pero a cada palabra que decía solo conseguía que Sharon la asesinase con la mirada. - Además, Scarlett está mayor para ti.    

-Si quieres seguir siendo mi mejor amiga, jamás vuelvas a decir que esa diosa de mujer está mayor.    

-Resumiendo, tu diosa se acaba de casar y no se va a divorciar - finalizó con desafío para fastidiarla. - Búscate otra celebridad que conquistar.    

-Uno de cada tres matrimonios se divorcia ¿sabes lo que significa eso?    

-¿Que en un tercio de ellos se llevan fatal?    

-Y que en los otros dos les ponen los cuernos pero aún no se han enterado - completó con malicia y Cristina solo soltó un suspiro largo ante la negatividad de su amiga. - Casarse es destinar una relación al fracaso. Eso está muerto desde que se dieron el 'sí quiero'.    

-Eres la candidata perfecta para protagonizar una comedida romántica, Lopez- bromeó viendo la cara de asco de la pelinegra. - La que no cree en el amor se enamora perdidamente de una chica que tiene que irse a vivir al extranjero y corres tras el avión cuando te das cuenta de tus sentimientos.    

-Me ha entrado un escalofrío solo de pensarlo - exageró pasando las manos por sus brazos. - Mira, mira, pelos de punta. Ni las películas de miedo son tan horripilantes.    

Sharon no sabía estarse callada, por lo que Cristina tuvo que apartar todos lo papeles con los proyectos a medio hacer de su madre para hablar con su amiga. Podía darse ese lujo, apenas es su primer día y su madre aún estaba en la rueda de prensa, ya mañana comenzaría a trabajar duramente, hoy solo necesitaba calmarse y no había nadie mejor que su otra mitad, Sharon.    

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