Imagina un oscuro y denso bosque, rodeado de cualquier peligro que te pudieses imaginar. ¿Por qué entraste? Del mismo modo en que todos los desquiciados anteriores lo hicieron, por un arrebato de valentía motivado por el deseo de conseguir lo que hay más allá, la luz al final del camino. La felicidad por la que tanto has luchado. A medida que avanzas te conviertes en una réplica de Jorge Castillo, un chico que iba perdiendo seguridad sobre sus acciones y que notaba cómo todas las decisiones que había tomado adentrándose en ese oscuro y solitario bosque no podían enmendarse. Tenía frente a él un camino confuso, pero levemente señalizado, mas no quería seguir. Cada vez que trataba de girar se encontraba con la oscuridad más espesa que nunca, ni rastro del camino que había seguido. Solo podía seguir avanzando, muerto de miedo y tratando de inspirarse confianza en sí mismo, porque ya no podía retroceder. No siempre se puede rectificar tus errores. -Tú no lo entiendes ¡no puedes en
Capitulo 1¿Qué atrae a una persona a mitad de la noche? No importa, ni siquiera habría que pensar qué clase de gustos tiene, acabará llegando de una manera u otra al Coderex, atraído con la misma ensoñación que si escuchase al mismísimo Orfeo tocar. La oscuridad de la playa rocosa de fondo y el ruido de las olas, algo que para un sentimental sería un auténtico espectáculo de sensaciones, estaba siendo totalmente opacado por la animada música y las luces fluorescentes de colores que atraían la atención de cualquiera. Imitaciones banales de hojas de palmera adornaban las dos finas columnas que sujetaban el toldo del ruidoso y aparentemente inocente chiringuito, dándole un aspecto caribeño poco usual de una de las recónditas calas de Venecia. El aroma del mar no conseguía neutralizar el intenso olor a alcohol que portaba el Coderex nada más atravesaba sus dos puertas verdes completamente abiertas al público. Al entrar, una extensa barra decorada de los colores más intensos; de fon
-Vamos Aquaman, ponte de incógnito, te toca - indicó Franchesco lanzándole a Juan su gorro.Lo único que tenía de Aquaman era la relación con el mar, había visto la película protagonizada por Jason Momoa unas diez veces y no había sacado ningún parecido, como mucho el que cada vez que visitaba un acuario se sentía observado por los peces. A parte de eso, nada más, pero los Rotonda no parecían tener intenciones de cambiarle el apodo.-Yo me veo más como Batman - murmuró cuando se quedó solo.Indudablemente se sentía como el personaje de cómic con pinta de murciélago, al igual que todos los participantes llevaba media cara tapada, un gorro de piscina azul que parecía que había tenido licra de sobra para llegar a cubrirle hasta casi
Todos los nervios de Juan se apagaron cuando el asiento al igual que todo el coche comenzó a vibrar sin frenarse nada más giró la llave. El suave ronroneo a gusto del motor que le prometía una vez más, salvarle de una gran bronca de su jefa.-Sabía que no me fallarías - felicitó Juan comenzando a poner la marcha atrás para salir de la plaza que estaba ocupando. - ¿Quién es un buen chico? Tú eres un buen chico.En apenas quince minutos de trayecto ya pudo divisar en la amplia calle el blanco e impoluto edificio, frente al que algunas personas turistas se paraban a sacar fotos y otras se quedaban anonadadas viéndolo como si fuera la primera vez. No le tomaba de sorpresa, el mayor y más prestigioso estudio de arquitectura Tacarigua no paraba de atraer miradas.Giró el volante tratan
Repasó el nombre de su superior en su mente, como tratando de asegurarse de recordarlo, aún así algo le decía que no iba a costarle nada aprendérselo, es más, nunca lo olvidaría.-¿Qué es tan gracioso? - la risa disimulada de Juan se frenó ante la pregunta de Cristina, había olvidado que estaba frente a él.-Perdone, es que como su madre se llama Sharifa... ya sabe, como la diosa de la sabiduría en la mitología griega - explicó con rapidez sonrojándose al notar la estupidez que estaba diciendo sin premeditar sus palabras, - pensé que su nombre tendría alguna relación, como si fuese una tradición. Me esperaba algo como Hipatria de Alejandría, no... Cristina.Tuvo que haberse inventado una excusa, tal vez que se acordó de un chiste o le estab
Realmente no se parecían en nada, ni siquiera el aspecto ni sus gustos, pero no recordaba una vida antes de tener a Sharon, tras muchos años se habían complementado hasta el punto de alcanzar sus propias metas personales con la otra siempre a su lado, sujetando un gran cartel en apoyo y coreando su nombre. Reconocía el increíble trabajo que había hecho para conseguir una fama que la precede, pero Cristina sabe que todo habría sido diferente sin Sharon animándola a seguir y ser cada vez más ambiciosa.-Coderex ¿no crees que suena genial? ¿A dónde voy? Al Coderex ¿de dónde vengo? Del Coderex - continuó hablando Sharon moviendo sus brazos como si tuviese un cartel con el nombre de ese garito que le contaba enfrente. - Tiene gancho ¿verdad?-No creo que haya sido inventado, tiene una parti
-Te voy a cambiar por un skate - le sacó la lengua Juan a su coche mientras cerraba la puerta. - Va a ser ridículo ir así a trabajar.La parte buena es que consiguió llegar, la mala es que estaba sudando y con las piernas temblando. Arrastraba su mochila por el suelo, caminando de forma agotada ignorando todas las miradas curiosas sobre él. Ricardo tenía el despacho en la misma planta, fue el único que se acercó a verle cogiendo el monopatín sin creerse que de verdad había sido su medio de transporte.-Hoy, por favor, mira a Balto - le suplicó Juan sin aire. - No vuelvo a venir así en mi vida.-Si quieres ligar con la jefa... creo que no le van los sudados con la ropa torcida - toqueteó la camiseta de Juan sobre una mancha amarilla y roja que tenía. - ¿Qué...?
-Me tomas el pelo - carcajeó Cristina.-Te prometo que no, es exigente hasta para eso. Tuve que apuntarme todas las combinaciones que le gustaban, una diferente para cada día de la semana y hora - insistió con una mueca exagerada de sufrimiento. - En ese tiempo vi a muchos asistentes pasar, unos se iban porque no la aguantaban más de una semana y otros los despedía, hasta que un día vi que iba a irse antes de tiempo y le recordé que tenía una reunión.-Y te contrató - finalizó Cristina. - Es una historia peculiar.-Sí... supongo. Hay veces que hecho de menos ser solo el que trae café - confesó. - Bueno, hasta hace dos días.-Algún día te pediré un café y cronometraré tus habilidades de camarero - bromeó la ojigris de