Elizabeth.
Esa noche en que llegue a las Vegas todo se sentía diferente para mí, de alguna forma durante todo el tiempo en que había estado con William, me había gustado sentir el fantasma de Daniel tras de mí. Y si, sabía que era una estupidez, y que en realidad ya era momento para que lo hubiera olvidado, pero una cosa era hacerlo yo, y otra muy distinta fue escucharlo decirme que me había dejado ir. Me había dicho que era libre, y el quid de la cuestión estaba en que yo no me sentía del todo segura al respecto a querer ser libre, como si una parte de mi aun insistiera en mantenerse atada a los recuerdos de lo que fue de nosotros.
Y sabia que eran los recuerdos, porque Daniel y yo ya no éramos los mismos que se habían casado, ni que se habían enamorado, mucho menos los mismos que se habían conocido siendo a penas unos pequeños, el tiempo hab&iacu
-¿Qué tanto estarías dispuesta a hacer por él? - Pregunto Will inclinándose ligeramente hacia mí.Yo simplemente lo mire, me fije en el extraño color de sus ojos e incluso detalle en las pequeñas arrugas alrededor de sus cuencas, y entonces centre mi atención nuevamente en Daniel que tocaba animadamente el saxofón frente a nosotros.-Yo haría lo que fuera por él - Sentencie con seguridad mientras me erguía y seguía disfrutando de la melodía que salía del instrumento.-Lo que fuera es mucho, ¿No lo crees?-No cuando realmente se ama a alguien - Sonreí delicadamente de medio lado.-Dime una cosa, Elizabeth, ¿Cómo sabes que es amor?Me quede perpleja ante su cuestionamiento, no pudiendo emitir palabra alguna, realmente no sentía que tuviera una respuesta a aquello, había escuchado tanto del am
Daniel. Siempre pensé que la vida seria lo mismo, que enseñaría en la misma escuela primaria, que vivirá siempre junto a Elizabeth, y que quizá, en algún punto de la historia iba a conseguir lo que tanto había anhelado, sin embargo, si esto último no sucedía nunca, entonces no tenía nada por lo que no sentirme agradecido.Después de todo, había logrado la mayor parte de lo que había querido, y lo había hecho junto a ella, por eso fue que me tomo tanto tiempo comprender como era que todo aquello había comenzado, como habíamos caído en ese vórtice y, sobre todo, como nos habíamos perdido en el y en el proceso.-¡Daniel! ¡Daniel! - Me grito Luis mientras se acercaba corriendo hacia donde yo estaba.-¿Qué pasa, hombre? - Le pregunte mientras lo veía con el ceño fruncido y
Elizabeth.Daniel tocaba embelesado el saxofón mientras las personas que pasaban alrededor se maravillaban ante todo su talento, incluso para mí era imposible no quedarme admirando su expresión, y la melodía proveniente del instrumento, Daniel era un dios del saxofón, su historia con el instrumento era casi divina, la manera en la que se acoplaban, en la que parecía que el saxofón disfrutaba del roce de los dedos y el oxígeno proveniente de los labios de Daniel.Verlo tocar era arte, poesía, era una maravilla que yo esperaba que no se quedara encerrada en el sótano de nuestra casa.Mientras lo veía, ahí de pie en la acera, mientras la gente lo admiraba y depositaba alguno que otro billete de dólar en el estuche del saxofón, no pude evitar preguntarme como seria la vida si las cosas fueran… Diferentes.Si Daniel nunca me hubiera conocid
Elizabeth. Daniel y yo no lo pensamos demasiado para volver al Ceasars Palace con William, aunque muy en el fondo, yo sabia que quizá si debíamos hacerlo, William me ponía los nervios de punta, no sabía si era alguien en quien podía confiar, o si por el contrario, debía mantenerme al margen. El hombre irradiaba una energía muy extraña, una que a mi me hacia sentir indefensa, como si de alguna forma yo estuviera a su merced.-¿Listos? - Le pregunte al par de hombres que me acompañaban.-Esto es para lo que me he preparado toda mi vida - Respondió Daniel a mi lado.-Yo ni siquiera creo que esto este sucediendo de verdad - Soltó Luis, con una sonrisa que le llenaba todo el rostro.Los tres llegamos al hotel, y esperamos hasta que William apareciera en la recepción. El hombre, muy puntual, nos abordo a las siete en punto.-Señor Fi
Elizabeth. Daniel y yo subimos guiados por un empleado del hotel hasta nuestra habitación, era simplemente exquisita, de un tamaño considerablemente grande, había una cama matrimonial en la mitad de la habitación, estaba envuelta en sabanas completamente blancas, con almohadas del mismo color y con la misma apariencia, como si se tratara de una nube, había tonos de dorado aquí y allá, era absolutamente suntuoso y sobrio a la vez, si es que aquella combinación fuera acaso posible, la habitación era elegante, pero lo mejor de todo era la vista, como si desde mi ventana pudiera contemplar a las Vegas nocturna que no cesaba de hacer apuestas y de divertirse en coches lujosos.-Esto es… - Comenzó a hablar Daniel.-Maravilloso - Termine yo.-Si, maravilloso - Él soltó un suspiro pesado y supe que algo le sucedía, sin embargo no quise ahondar al re
Elizabeth. -Es una lastima que tengamos que irnos tan pronto - Sentencio Daniel mientras terminábamos de recoger nuestras cosas en la habitación del hotel.-Si… - Asentí yo sin darle mucha importancia a sus palabras, porque lo cierto era que desde la noche anterior, yo no había podido dejar de pensar en William, en su propuesta, en la oportunidad, en lo que pasaría de encontrarnos totalmente a solas y millones de cosas más, mi mente era por completo un vaivén de sentimientos, hipótesis e ideas que me tenían mareada. -¿Te sucede algo? - Inquirió Daniel con el ceño fruncido.-No, nada.Daniel se quedo dubitativo por un par de segundos, como si de alguna forma el fuera capaz de ver a través de mi alma y saber que había algo por lo que estaba atormentada, pero en esa ocasión, aquella habilidad de él no me conve
Elizabeth. -Nunca quise ir a una oficina a diario, o encerrarme en un cubilo a contestar llamadas, siempre supe que lo mío era algo diferente, quizá no mas seguro, mucho menos estable, teniendo en cuenta mis condiciones, pero a pesar de todo, era arriesgarme a fracasar o a vivir una vida que no quería, y yo no habría soportado la segunda opción.-Has sido siempre un espíritu libre - Me dijo William entretanto se llevaba a la boca un bocado del postre que nos acababan de llevar. Era un pastel de chocolate, delicioso, exquisito y esponjado, tenía un centro de crema de maní, con un poco de frutos secos tostados, era la perfecta mezcla entre la dulzura y la sal de los frutos, estaba exquisito, y perfecto, tal cual a como había sido por completo la noche, de hecho, mientras veía la rebanada a medio comer puesta en el pequeño platito, sentí que William podr&iac
Daniel. Mientras le daba vuelta a la botella de cerveza que me estaba bebiendo pensé en ella, en sus manos, en su cuerpo cálido, en sus ojos llenos de pasión y de arte, pensé en todo lo que ella era porque no había cosa que pudiera reemplazarla a ella de mi mente justo en ese momento, Elizabeth me estaba atormentando, y yo solo necesitaba verla de nuevo en nuestra casa, durmiendo a mi lado como siempre, siendo solo nosotros, cuando no había mucho por lo cual discutir…Cuando el genio de la botella no se había aparecido todavía permitiéndonos tres deseos.Yo no conocía los deseos de Lizzy, no sabía que era lo que quería de William, sin embargo tenia miedo, de que aquello fuera algo que yo nunca pudiera darle, y aunque intente mentirme durante mucho tiempo, yo sabía que en algún momento de mi vida eso pasaría, que un hombre nuevo aparecer&iacut