-¿Qué tanto estarías dispuesta a hacer por él? - Pregunto Will inclinándose ligeramente hacia mí.
Yo simplemente lo mire, me fije en el extraño color de sus ojos e incluso detalle en las pequeñas arrugas alrededor de sus cuencas, y entonces centre mi atención nuevamente en Daniel que tocaba animadamente el saxofón frente a nosotros.
-Yo haría lo que fuera por él - Sentencie con seguridad mientras me erguía y seguía disfrutando de la melodía que salía del instrumento.
-Lo que fuera es mucho, ¿No lo crees?
-No cuando realmente se ama a alguien - Sonreí delicadamente de medio lado.
-Dime una cosa, Elizabeth, ¿Cómo sabes que es amor?
Me quede perpleja ante su cuestionamiento, no pudiendo emitir palabra alguna, realmente no sentía que tuviera una respuesta a aquello, había escuchado tanto del amor, pero había experimentado tan poco de él, que no lograba dar con un significado.
La abuela solía decir que el amor era paciencia, papá aseguraba que era sacrifico, y mamá decía creer que, para ella, el amor era bondad.
Bien, pues lo mas cerca que yo había estado nunca del término había sido Daniel, él era al único hombre que yo había conocido, con el que me había abierto plenamente, para mí, él era el amor.
-Lamento decirle que no tengo una respuesta - Will se echó a reír, y soltó una carcajada que llamo momentáneamente la atención de Daniel - ¿Qué es lo que le causa tanta gracia?
-Es un poco irónico que digas amar a alguien cuando no sabes ni siquiera a lo que te refieres.
-Creo que hay cosas en la vida para la que no se tiene respuesta, y eso también está bien - Hable con firmeza, no por el hecho de estar en el hotel de uno de los hombres más poderosos de la ciudad me iba a dejar amedrentar o intimidar.
-¿Cuánto estarías dispuesta a hacer para verlo cumplir sus sueños?
-Sus preguntas se tornan repetitivas, ¿No lo cree? - Inquirí con el ceño fruncido.
-Responde - Pidió mientras convertía sus labios en una fina línea.
-Le he dicho ya, que yo haría cualquier cosa por ese hombre.
-¿Y qué tal si yo le dijera ahora mismo, que puedo darle a Daniel todo lo que necesita para cumplir con su sueño de ser uno de los saxofonistas más importantes del mundo?
-¿Por qué haría usted eso? - pregunte tragando en seco, sabía que Will tenía todos los medios para hacer que el destino de Daniel y el mío cambiaran para siempre, Will era poderoso y tenía todo lo que nosotros no, sin embargo aún me quedaba un porque en el tintero que no alcanzaba a entender.
-No porque, si no por quien - El hombre a mi lado desvió la mirada de Daniel, y susurro en mi hombro.
-¿Qué quiere decir con eso?
-Que, así como tu estarías dispuesta a hacer lo que fuera por ver cumplirse los sueños de Daniel, yo estaría dispuesto a hacer y pagar lo que fuera por pasar una noche a tu lado.
-¡Por quién demonios me está tomando! - Exclame en voz baja - Yo no estoy en subasta, ¿Entiende?
-Por supuesto que lo entiendo - Espeto con seriedad - Y lo que menos pretendo es faltarle el respeto.
-Pues está haciendo exactamente eso.
-No lo tome a mal, Elizabeth, es ganar por ganar, Daniel consigue lo que tanto ha querido, yo consigo lo mismo, y usted obtiene el beneplácito de ver al hombre al que ama triunfar en lo que verdaderamente le apasiona.
-Yo no podría hacerle eso a él - Murmure, la conversación se había convertido en algo lo suficientemente inapropiado como para que yo no quisiera que Daniel alcanzara a escuchar un ápice de lo que decíamos.
-Él no tendría por qué enterarse, sería algo entre usted y yo, una noche, después de eso, desapareceré de su vida si es que así lo quiere.
Jamás habría imaginado todo lo que vendría después de esa mirada, de esos ojos atravesándome el alma, de esa noche, y de esa propuesta.
Will me estaba prometiendo el cielo, y yo quería saber que se sentía probarlo.
Solo por una noche.
Daniel. Siempre pensé que la vida seria lo mismo, que enseñaría en la misma escuela primaria, que vivirá siempre junto a Elizabeth, y que quizá, en algún punto de la historia iba a conseguir lo que tanto había anhelado, sin embargo, si esto último no sucedía nunca, entonces no tenía nada por lo que no sentirme agradecido.Después de todo, había logrado la mayor parte de lo que había querido, y lo había hecho junto a ella, por eso fue que me tomo tanto tiempo comprender como era que todo aquello había comenzado, como habíamos caído en ese vórtice y, sobre todo, como nos habíamos perdido en el y en el proceso.-¡Daniel! ¡Daniel! - Me grito Luis mientras se acercaba corriendo hacia donde yo estaba.-¿Qué pasa, hombre? - Le pregunte mientras lo veía con el ceño fruncido y
Elizabeth.Daniel tocaba embelesado el saxofón mientras las personas que pasaban alrededor se maravillaban ante todo su talento, incluso para mí era imposible no quedarme admirando su expresión, y la melodía proveniente del instrumento, Daniel era un dios del saxofón, su historia con el instrumento era casi divina, la manera en la que se acoplaban, en la que parecía que el saxofón disfrutaba del roce de los dedos y el oxígeno proveniente de los labios de Daniel.Verlo tocar era arte, poesía, era una maravilla que yo esperaba que no se quedara encerrada en el sótano de nuestra casa.Mientras lo veía, ahí de pie en la acera, mientras la gente lo admiraba y depositaba alguno que otro billete de dólar en el estuche del saxofón, no pude evitar preguntarme como seria la vida si las cosas fueran… Diferentes.Si Daniel nunca me hubiera conocid
Elizabeth. Daniel y yo no lo pensamos demasiado para volver al Ceasars Palace con William, aunque muy en el fondo, yo sabia que quizá si debíamos hacerlo, William me ponía los nervios de punta, no sabía si era alguien en quien podía confiar, o si por el contrario, debía mantenerme al margen. El hombre irradiaba una energía muy extraña, una que a mi me hacia sentir indefensa, como si de alguna forma yo estuviera a su merced.-¿Listos? - Le pregunte al par de hombres que me acompañaban.-Esto es para lo que me he preparado toda mi vida - Respondió Daniel a mi lado.-Yo ni siquiera creo que esto este sucediendo de verdad - Soltó Luis, con una sonrisa que le llenaba todo el rostro.Los tres llegamos al hotel, y esperamos hasta que William apareciera en la recepción. El hombre, muy puntual, nos abordo a las siete en punto.-Señor Fi
Elizabeth. Daniel y yo subimos guiados por un empleado del hotel hasta nuestra habitación, era simplemente exquisita, de un tamaño considerablemente grande, había una cama matrimonial en la mitad de la habitación, estaba envuelta en sabanas completamente blancas, con almohadas del mismo color y con la misma apariencia, como si se tratara de una nube, había tonos de dorado aquí y allá, era absolutamente suntuoso y sobrio a la vez, si es que aquella combinación fuera acaso posible, la habitación era elegante, pero lo mejor de todo era la vista, como si desde mi ventana pudiera contemplar a las Vegas nocturna que no cesaba de hacer apuestas y de divertirse en coches lujosos.-Esto es… - Comenzó a hablar Daniel.-Maravilloso - Termine yo.-Si, maravilloso - Él soltó un suspiro pesado y supe que algo le sucedía, sin embargo no quise ahondar al re
Elizabeth. -Es una lastima que tengamos que irnos tan pronto - Sentencio Daniel mientras terminábamos de recoger nuestras cosas en la habitación del hotel.-Si… - Asentí yo sin darle mucha importancia a sus palabras, porque lo cierto era que desde la noche anterior, yo no había podido dejar de pensar en William, en su propuesta, en la oportunidad, en lo que pasaría de encontrarnos totalmente a solas y millones de cosas más, mi mente era por completo un vaivén de sentimientos, hipótesis e ideas que me tenían mareada. -¿Te sucede algo? - Inquirió Daniel con el ceño fruncido.-No, nada.Daniel se quedo dubitativo por un par de segundos, como si de alguna forma el fuera capaz de ver a través de mi alma y saber que había algo por lo que estaba atormentada, pero en esa ocasión, aquella habilidad de él no me conve
Elizabeth. -Nunca quise ir a una oficina a diario, o encerrarme en un cubilo a contestar llamadas, siempre supe que lo mío era algo diferente, quizá no mas seguro, mucho menos estable, teniendo en cuenta mis condiciones, pero a pesar de todo, era arriesgarme a fracasar o a vivir una vida que no quería, y yo no habría soportado la segunda opción.-Has sido siempre un espíritu libre - Me dijo William entretanto se llevaba a la boca un bocado del postre que nos acababan de llevar. Era un pastel de chocolate, delicioso, exquisito y esponjado, tenía un centro de crema de maní, con un poco de frutos secos tostados, era la perfecta mezcla entre la dulzura y la sal de los frutos, estaba exquisito, y perfecto, tal cual a como había sido por completo la noche, de hecho, mientras veía la rebanada a medio comer puesta en el pequeño platito, sentí que William podr&iac
Daniel. Mientras le daba vuelta a la botella de cerveza que me estaba bebiendo pensé en ella, en sus manos, en su cuerpo cálido, en sus ojos llenos de pasión y de arte, pensé en todo lo que ella era porque no había cosa que pudiera reemplazarla a ella de mi mente justo en ese momento, Elizabeth me estaba atormentando, y yo solo necesitaba verla de nuevo en nuestra casa, durmiendo a mi lado como siempre, siendo solo nosotros, cuando no había mucho por lo cual discutir…Cuando el genio de la botella no se había aparecido todavía permitiéndonos tres deseos.Yo no conocía los deseos de Lizzy, no sabía que era lo que quería de William, sin embargo tenia miedo, de que aquello fuera algo que yo nunca pudiera darle, y aunque intente mentirme durante mucho tiempo, yo sabía que en algún momento de mi vida eso pasaría, que un hombre nuevo aparecer&iacut
Elizabeth.Había amanecido ya, sin embargo el cielo no tenia el característico color azul brillante que daba paso al sol en medio de un par de nubes, el panorama esa mañana era ciertamente diferente, arriba solo se veía gris con pequeños visos de blanco, como si una tormenta se avecinara y aquellos visos fueran la mínima esperanza de que en algún punto del día, el cielo despejaría, y volvería a ser el de siempre.Yo sabia que no lo iba a hacer, y estaba preparada para la tormenta.El auto de William me dejo frente a casa, yo llevaba la misma vestimenta de la noche anterior, el mismo vestido azul oscuro que esa mañana no parecía tan bonito, los mismos tacones negros en punta que habían comenzado a lastimarme el pie, pero mi rostro estaba totalmente limpio, no había rastros de maquillaje en él, y mi cabello estaba perfectamente peinado, eso era