Elizabeth.
-¿Qué te parece? - Le pregunte a William una vez que el encargado de organizar las colecciones en la galería terminó su trabajo.
-¡Se ve perfecto! - Él miro a su alrededor y entonces me sonrió.
Yo también me quede de pie allí, en el centro de la exposición, sintiendo los nervios a flor de piel, mire a mi alrededor, y entonces por un momento sentí que me iba a echar a llorar, yo era como esas madres orgullosas que se sensibilizaban cuando veían a sus hijos crecer, bien, pues esas pinturas eran mis hijos, yo había pasado tanto tiempo trabajando en ellas que verlas allí, colgadas en aquellas blancas paredes me hacía sentir nostálgica.
Había pasado mucho en el tiempo en el que yo había pintado cada uno de esos cuadros, había aprendido a amar de nuevo, había sentido dolor, había olvidado,
Daniel. No supe como describir la sensación en mi pecho en cuanto nuestras miradas se cruzaron, en realidad no habría podido tener nunca las palabras que hicieran saber todo lo que mi alma estaba viviendo en ese momento, toda la felicidad que me embargaba verla allí de pie entre cada uno de sus lienzos expuestos, mientras las personas los miraban con curiosidad y se detenían minutos frente a ellos. Eso era lo que Elizabeth se merecía, eso y mucho más, ella merecía que cada una de sus pinturas llegaran hasta el lugar más recóndito del mundo, merecía mas que nadie el reconocimiento, sobre todo porque yo sabía, que ella paso demasiado tiempo escondida, mientras luchaba las guerras de otra persona. Las mías.Ella estaba preciosa, pero no como como aquella noche en que llegue de sorpresa a su habitación en el hotel, esa vez era diferente, se veía casi angelica
Elizabeth.La exposición se terminó mucho antes de lo que yo pensé que lo haría, el tiempo simplemente se volvió en mi contra y entonces trascurrió de una manera completamente feroz, solo paso, todo, los halagos, la visita inesperada de Julia, las palabras de William, e incluso la visita de Daniel. Para mi fue como si se hubiera tratado de segundos, de un instante en el que todas mis historias se cruzaron la una con la otra, fue una noche caótica, y sin embargo fue perfecta, ¡Fue jodidamente maravillosa! Si en algún momento quisiera recordar un ultimo momento, entonces creo que yo sin duda recordaría ese par de horas que me hicieron sentir mas viva que nunca en la vida.Aun después de que se hubo terminado, yo podía escuchar los murmullos de la gente hablando de las pinturas, podía escuchar el ruido de las copas de champan golpear contra las charolas metáli
Elizabeth. -¿De verdad no puedes decirme de que se trata todo esto? - Le pregunté al empleado que me guiaba, había pasado alrededor de cinco minutos desde que yo había salido de la habitación, y tanto el hombre como yo, habíamos recorrido un camino que me era desconocido, habíamos dado un par de vueltas, habíamos subido unas escaleras, y aun no llegábamos. Yo me sentía por completo emocionada, pero una parte de mí también tenia miedo, no sabía que era lo que William estaba planeando, y nunca había sido muy fan de las sorpresas.-Me temo que no - El negó con la cabeza, pero pude darme cuenta de que en sus labios había tratado de dibujarse una sonrisa.-¡Vamos! Yo no le diré nada a William, el secreto está a salvo conmigo - Esa vez el hombre soltó una risa que me contagio.Ambos reímos durante un
Daniel. -Entonces, ¿Te gusto? - Le pregunte a Richie, después de que Luis y yo hubiéramos interpretado mi canción para él.-¡Esto será un hit! - Él hombre grito con fuerza, y nos sonrió desde el otro lado del vidrio del estudio de grabación.Luis se acerco hasta donde yo estaba y me dio un abrazo que yo correspondí, el hombre se veía ciertamente feliz, y yo lo entendía a la perfección, después de toda la basura por la que habíamos tenido que pasar, por fin teníamos una buena noticia. Aquella canción significaba mucho para mí, esa era la forma en la que intentaba redimirme con Elizabeth, aquella melodía era mi forma de cerrar el círculo y dejarla ir para siempre, y no podía sentirme más feliz de lo que ya estaba, Luis la iba a interpretar y nadie conocía nuestra historia mejor que
Elizabeth. Esa noche en que llegue a las Vegas todo se sentía diferente para mí, de alguna forma durante todo el tiempo en que había estado con William, me había gustado sentir el fantasma de Daniel tras de mí. Y si, sabía que era una estupidez, y que en realidad ya era momento para que lo hubiera olvidado, pero una cosa era hacerlo yo, y otra muy distinta fue escucharlo decirme que me había dejado ir. Me había dicho que era libre, y el quid de la cuestión estaba en que yo no me sentía del todo segura al respecto a querer ser libre, como si una parte de mi aun insistiera en mantenerse atada a los recuerdos de lo que fue de nosotros.Y sabia que eran los recuerdos, porque Daniel y yo ya no éramos los mismos que se habían casado, ni que se habían enamorado, mucho menos los mismos que se habían conocido siendo a penas unos pequeños, el tiempo hab&iacu
-¿Qué tanto estarías dispuesta a hacer por él? - Pregunto Will inclinándose ligeramente hacia mí.Yo simplemente lo mire, me fije en el extraño color de sus ojos e incluso detalle en las pequeñas arrugas alrededor de sus cuencas, y entonces centre mi atención nuevamente en Daniel que tocaba animadamente el saxofón frente a nosotros.-Yo haría lo que fuera por él - Sentencie con seguridad mientras me erguía y seguía disfrutando de la melodía que salía del instrumento.-Lo que fuera es mucho, ¿No lo crees?-No cuando realmente se ama a alguien - Sonreí delicadamente de medio lado.-Dime una cosa, Elizabeth, ¿Cómo sabes que es amor?Me quede perpleja ante su cuestionamiento, no pudiendo emitir palabra alguna, realmente no sentía que tuviera una respuesta a aquello, había escuchado tanto del am
Daniel. Siempre pensé que la vida seria lo mismo, que enseñaría en la misma escuela primaria, que vivirá siempre junto a Elizabeth, y que quizá, en algún punto de la historia iba a conseguir lo que tanto había anhelado, sin embargo, si esto último no sucedía nunca, entonces no tenía nada por lo que no sentirme agradecido.Después de todo, había logrado la mayor parte de lo que había querido, y lo había hecho junto a ella, por eso fue que me tomo tanto tiempo comprender como era que todo aquello había comenzado, como habíamos caído en ese vórtice y, sobre todo, como nos habíamos perdido en el y en el proceso.-¡Daniel! ¡Daniel! - Me grito Luis mientras se acercaba corriendo hacia donde yo estaba.-¿Qué pasa, hombre? - Le pregunte mientras lo veía con el ceño fruncido y
Elizabeth.Daniel tocaba embelesado el saxofón mientras las personas que pasaban alrededor se maravillaban ante todo su talento, incluso para mí era imposible no quedarme admirando su expresión, y la melodía proveniente del instrumento, Daniel era un dios del saxofón, su historia con el instrumento era casi divina, la manera en la que se acoplaban, en la que parecía que el saxofón disfrutaba del roce de los dedos y el oxígeno proveniente de los labios de Daniel.Verlo tocar era arte, poesía, era una maravilla que yo esperaba que no se quedara encerrada en el sótano de nuestra casa.Mientras lo veía, ahí de pie en la acera, mientras la gente lo admiraba y depositaba alguno que otro billete de dólar en el estuche del saxofón, no pude evitar preguntarme como seria la vida si las cosas fueran… Diferentes.Si Daniel nunca me hubiera conocid