Elizabeth.
-¿Seguro que quieres que yo te acompañe esta noche? - Pregunte mordiéndome el labio, aun con la leve esperanza de que William me dijera que me quedara en casa y que ya nos veríamos después del evento.
-Por supuesto que quiero - Asintió mientras se anudaba el moño en su cuello.
Esa noche era uno de los eventos más importantes para William, era una gala beneficia que organizaban en honor a los empresarios del año, William había estado en esa importante lista durante los últimos diez años, y ya me había dado cuenta que a parte del reconocimiento, también le gustaban las causas benéficas, el hombre era casi perfecto, no había un pero que yo pudiera objetar en su contra.
Sin embargo no me sentía del todo cómoda acompañándolo, sobre todo, porque últimamente los reporteros le habían
Daniel. Cinco horas de vuelo eran las que tardaba el trayecto de nueva York a las Vegas, cinco horas en las que yo me permití pensar en si acaso aquello que estaba haciendo si era correcto, o era la estupidez más grande que había hecho en mi vida, ya le había pedido a la azafata un par de whiskeys, y sabía que no me iba a dar más, así que ahí estaba, bebiéndome el ultimo sorbo mientras esperaba que los últimos treinta minutos pasaran lo más rápido posible, porque entre mas lo pensaba mas mala idea me parecía, y sin embargo, sentía que ya no había cosa que pudiera detenerme.Nunca fui una persona extrovertida, nunca dije lo que se me viniera a la cabeza solo porque si, yo siempre lo pensé dos veces, siempre analice la situación a mi alrededor tratando de no dar pasos en falso, siempre hice lo correcto, pero me había hartado de e
Daniel. Resultaba que la fama y el reconocimiento eran dos de las cosas mas jodidas en el mundo, podía estar en la cima en el minuto uno y en el infierno en el minuto siete, era un sube y baja que no le garantizaba nada a nadie, ni siquiera al más talentoso, y yo por supuesto, no era la excepción.Después de haber estado esa noche con Elizabeth, no pude volver a escribir una canción más a parte de la que escribí en esa servilleta en el bar del Ceasars, era como si las palabras se hubieran quedado atascadas en mi garganta, como si de repente ya hubiera agotado ese recurso.Ya había dicho todo lo que necesitaba decir, y en ese momento, en que sentía que ya nos habíamos perdonado, entonces ya yo no tenia nada que reprocharle a ella, no tenia nada de que culparla en cada una de las estrofas, era increíble que aun cuando se tratara de sentimientos negativos, ella siguiera s
Elizabeth. -¿Qué te parece? - Le pregunte a William una vez que el encargado de organizar las colecciones en la galería terminó su trabajo.-¡Se ve perfecto! - Él miro a su alrededor y entonces me sonrió.Yo también me quede de pie allí, en el centro de la exposición, sintiendo los nervios a flor de piel, mire a mi alrededor, y entonces por un momento sentí que me iba a echar a llorar, yo era como esas madres orgullosas que se sensibilizaban cuando veían a sus hijos crecer, bien, pues esas pinturas eran mis hijos, yo había pasado tanto tiempo trabajando en ellas que verlas allí, colgadas en aquellas blancas paredes me hacía sentir nostálgica.Había pasado mucho en el tiempo en el que yo había pintado cada uno de esos cuadros, había aprendido a amar de nuevo, había sentido dolor, había olvidado,
Daniel. No supe como describir la sensación en mi pecho en cuanto nuestras miradas se cruzaron, en realidad no habría podido tener nunca las palabras que hicieran saber todo lo que mi alma estaba viviendo en ese momento, toda la felicidad que me embargaba verla allí de pie entre cada uno de sus lienzos expuestos, mientras las personas los miraban con curiosidad y se detenían minutos frente a ellos. Eso era lo que Elizabeth se merecía, eso y mucho más, ella merecía que cada una de sus pinturas llegaran hasta el lugar más recóndito del mundo, merecía mas que nadie el reconocimiento, sobre todo porque yo sabía, que ella paso demasiado tiempo escondida, mientras luchaba las guerras de otra persona. Las mías.Ella estaba preciosa, pero no como como aquella noche en que llegue de sorpresa a su habitación en el hotel, esa vez era diferente, se veía casi angelica
Elizabeth.La exposición se terminó mucho antes de lo que yo pensé que lo haría, el tiempo simplemente se volvió en mi contra y entonces trascurrió de una manera completamente feroz, solo paso, todo, los halagos, la visita inesperada de Julia, las palabras de William, e incluso la visita de Daniel. Para mi fue como si se hubiera tratado de segundos, de un instante en el que todas mis historias se cruzaron la una con la otra, fue una noche caótica, y sin embargo fue perfecta, ¡Fue jodidamente maravillosa! Si en algún momento quisiera recordar un ultimo momento, entonces creo que yo sin duda recordaría ese par de horas que me hicieron sentir mas viva que nunca en la vida.Aun después de que se hubo terminado, yo podía escuchar los murmullos de la gente hablando de las pinturas, podía escuchar el ruido de las copas de champan golpear contra las charolas metáli
Elizabeth. -¿De verdad no puedes decirme de que se trata todo esto? - Le pregunté al empleado que me guiaba, había pasado alrededor de cinco minutos desde que yo había salido de la habitación, y tanto el hombre como yo, habíamos recorrido un camino que me era desconocido, habíamos dado un par de vueltas, habíamos subido unas escaleras, y aun no llegábamos. Yo me sentía por completo emocionada, pero una parte de mí también tenia miedo, no sabía que era lo que William estaba planeando, y nunca había sido muy fan de las sorpresas.-Me temo que no - El negó con la cabeza, pero pude darme cuenta de que en sus labios había tratado de dibujarse una sonrisa.-¡Vamos! Yo no le diré nada a William, el secreto está a salvo conmigo - Esa vez el hombre soltó una risa que me contagio.Ambos reímos durante un
Daniel. -Entonces, ¿Te gusto? - Le pregunte a Richie, después de que Luis y yo hubiéramos interpretado mi canción para él.-¡Esto será un hit! - Él hombre grito con fuerza, y nos sonrió desde el otro lado del vidrio del estudio de grabación.Luis se acerco hasta donde yo estaba y me dio un abrazo que yo correspondí, el hombre se veía ciertamente feliz, y yo lo entendía a la perfección, después de toda la basura por la que habíamos tenido que pasar, por fin teníamos una buena noticia. Aquella canción significaba mucho para mí, esa era la forma en la que intentaba redimirme con Elizabeth, aquella melodía era mi forma de cerrar el círculo y dejarla ir para siempre, y no podía sentirme más feliz de lo que ya estaba, Luis la iba a interpretar y nadie conocía nuestra historia mejor que
Elizabeth. Esa noche en que llegue a las Vegas todo se sentía diferente para mí, de alguna forma durante todo el tiempo en que había estado con William, me había gustado sentir el fantasma de Daniel tras de mí. Y si, sabía que era una estupidez, y que en realidad ya era momento para que lo hubiera olvidado, pero una cosa era hacerlo yo, y otra muy distinta fue escucharlo decirme que me había dejado ir. Me había dicho que era libre, y el quid de la cuestión estaba en que yo no me sentía del todo segura al respecto a querer ser libre, como si una parte de mi aun insistiera en mantenerse atada a los recuerdos de lo que fue de nosotros.Y sabia que eran los recuerdos, porque Daniel y yo ya no éramos los mismos que se habían casado, ni que se habían enamorado, mucho menos los mismos que se habían conocido siendo a penas unos pequeños, el tiempo hab&iacu