Capítulo 24

—¿Me permite serle honesto, señorita Bernal? — preguntó él en un exabrupto de sinceridad y confianza mientras volvía a la escritura — No se ofenda, pero creo que a ambos nos ha dejado pensando aquello que vimos en la primer planta…

Ella no respondió ante esa observación. Él tampoco dio muestras de notarlo. Solo siguió el silencio y una mirada pensativa lo contemplaba trabajar.

Mientras el ruido de las teclas era lo único que se oía en la boardilla, Alba, comenzó a observarlo con desconfianza. Quizás, él no tenía tan buenas intenciones, como había supuesto al principio.

Al ser consciente de que, más que probablemente, ella había actuado como una tonta ingenua, la avergonzaba. Y, lo que era peor, la sola idea de que él estuviera intentando aprovecharse de la situación, la ofendía.

—Disculpe…— volvió a interrumpir, dejando ver su enojo, cosa que sorprendió a Damián — ¿Acaso usted me está confundiendo con una de esas mujeres indecentes… como
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