Lauren.—¿Está bien, señor Sinclair? —cuestioné mientras lo acomodaba en la silla bajo el toldo.Mi jefe suspiró.—No te preocupes Lauren, es mi culpa. Dejé pasar todo por mucho tiempo. Pensé que algún día le darían una oportunidad, pero me equivoqué.—Me parece que Christian y su amigo Connor son racistas —expresé, todavía con rabia.Estaba decepcionada de Christian. Pensé que el otro día solo me estaba defendiendo de Kenneth, pero esta vez había sentido el odio y veneno en sus palabras, queriendo hacer sentir mal a Kenneth por ser adoptado y su color de piel.Me hubiera gustado restregarle en la cara que estaba siendo follada con gusto por Kenneth todos los días, algo que a él nunca le permitiría.—Debí suponer eso desde hace mucho tiempo —murmuró, con pena.Pero yo todavía tenía tanta rabia. Realmente quería hacerle algo malo a Christian y Connor.—Nadie merece ser juzgado por su origen o color de piel. Además, el color de Kenneth es… bonito.Sentí que me ruborizaba tras decirlo. Mi
Lauren.Me sentí abrumada cuando él me metió a la bañera después de ponerla a llenar con agua fría. Casi grité por el ardor, pero luego me relajé. Kenneth me sugirió que no usara jabón, y mi corazón saltó desbocado cuando me ayudó a lavar mi cabello. Por un momento pensé que pasaría algo sexual porque podía ver lo dura que estaba su polla, así que mis manos quisieron tocarlo para que lo solucionáramos, pero él no me dejó.Cuando regresamos a la habitación vi sus intenciones de quedarse, pero se notaba demasiado tenso, así que mencionó esperarme con los demás abajo. Me senté en la cama pensando qué carajos estaba pasando, si no estaba cansado de mí, ¿por qué se había rehusado a tener sexo cuando evidentemente lo quería?La idea de que de verdad estuviera preocupado por mí pasó por mi cabeza, y una chispa de emoción revoloteó en mi interior.Unas tres horas después llegamos a Miami. Boris y Carter se despidieron de nosotros.Al llegar a la mansión mi jefe me pidió que tomara mucha agua
Kenneth.Me removí en el sofá, sintiendo unas manos tocar mi pecho.—Lau, la dejé… No la quiero a ella… —mascullé inconsciente.Sin embargo, al no escucharla hablar o seguir tocándome, mi corazón se aceleró. Abrí los ojos asustado cuando escuché los gritos en la habitación de Nailen.La escena era insólita. Aun y maltratada por el ardor de su bronceado, la pelirroja atacaba a Anika con mucha energía, dejándome sorprendido. Ella no era para nada débil cuando era la rabia la que dominaba.La tomé de la cintura pero se volvió loca, me mordió, la solté y en segundos su cabeza golpeó la esquina de la cama.Me arrodillé intentando hacerla reaccionar pero sus ojos expresivos se cerraron, y de repente su boca rosada perdió el color. Sentí que moría.La tomé en mis brazos, sin poder pensar más que estuviera bien.—¡Lauren reacciona! —le rogué, tocando su rostro.Las chicas sacaron a Anika de la habitación, Maira mencionó buscar alcohol, pero cuando sentí una viscosidad brotar de su nuca, supe q
Lauren.Cuando el señor William me soltó, me sentí llena de cariño.—Sabía que su junta con Anika no traería algo bueno —comentó, y limpié sus lágrimas. Me conmovía que se preocupara tanto por mí—. No sé en qué demonios piensa ese muchacho. Hay tantas mujeres, ¿por qué tuvo que perturbar nuestra tranquilidad?Me sentí incomoda por ello. Cambié el tema diciéndole que me quedaría con él, pero mencionó que debía verse con su abogado, que era mejor que yo me quedara en casa a descansar mientras Kenneth lo llevaba.Ellos salieron. Ni Nailen ni Maira quisieron hablarme después de que vimos a Kenneth sacar a Anika de la mansión, pero desayunamos juntas en silencio. Yo estaba tan agotada. Solo subí a mi habitación, escribí a Patrice para saber de mi madre, y su mensaje me sorprendió.Patrice: Preguntó hace unos minutos por ti. Quiere hablarte.Llamé a la enfermera y reconocí la voz de mi madre.—¡Lauren! Cariño, ¿estás bien?Asentí. Pareciéndome increíble. Los primeros dos años ella solía llam
Kenneth.Pude ver el brillo en sus ojos cuando le hice aquella confesión. Mi pecho se llenó de felicidad pese a mis temores.Ella quería sentir que era especial e importante para mí. Lo veía. No sabía si solo era porque tenía miedo de sentirse como una cualquiera, o porque estaba enamorada; pero de las dos formas, iba a dejar que lo sintiera. Porque lo era.Nunca había tenido la necesidad de ser algo más que un buen polvo para cualquier otra mujer, solo eso me bastaba para saber que no me olvidarían, llenando mi orgullo. Sin embargo, algo dentro de mí me pedía que dejara una huella mucho más grande en Lauren. Una huella que ningún otro hombre pudiera borrar. Y así, si algún día lo iba a arruinar, si algún día ella se iba, jamás me olvidaría.Después de entregarle algunos trabajos a mi madre y hermana, convencí al abuelo de ir al hipódromo.—He escuchado que sales mucho últimamente, padre —mencionó Will por llamada hacia el abuelo—. Espero que Kenneth no sea una mala influencia.El abu
Lauren.Mi pequeño corazón latía apresurado, lleno de múltiples emociones. Temor de que alguien conocido nos viera, adrenalina por lo mismo, felicidad por saber que él tenía una sorpresa preparada para mí. Me hacía sentir especial, y eso alimentaba mi enamoramiento.Justo cuando pensé que iríamos al casino, tomamos otra ruta que nos terminó llevando fuera del hipódromo. Luego abrió la puerta trasera de un auto que esperaba por nosotros, me dejó entrar, pero mi sonrisa se borró cuando él subió al asiento delantero y una mujer de cabello negro sedoso le dio un beso en la mejilla.—¡Hola, hola! —saludó la mujer girando su cabeza para verme. Apreté mis manos sobre mis piernas, no sabía qué sentir—. Mucho gusto, mi nombre es Cassandra, pero puedes decirme Cass. Es un placer conocerte, Kenneth me ha hablado mucho de…Vi cómo Kenneth colocó una mano en su pierna y todo mi cuerpo se erizó.—Mucho gusto, me llamo Lauren. —Intenté sonreír.Vi cómo Kenneth apartó la mano de su pierna, pero era d
Kenneth.“Tu princesa te necesita, Ken”La frase me hacía sonreír incluso después de nuestro maravilloso seexo. No nos detuvimos hasta que el piloto dijo por el parlante que abrocháramos nuestros cinturones. Y entonces guardé sus bragas mojadas y rotas en el bolsillo de mi pantalón, como un recuerdo del momento. Sin duda el mejor sexo oral en mi vida.En cuestión de minutos estábamos aterrizando en la pista privada de Walt Disney World.—¡NO PUEDE SER!Su grito me lleno de felicidad. Ella dio un brinco, señalando el enorme castillo a la distancia, pero de repente comenzó a llorar. Conmovido, la abracé a mi cuerpo, limpiando sus lágrimas de ese rostro bronceado.—Hey cariño, ¿por qué lloras?—¿Por qué me trajiste aquí? ¿Cómo…?Sonreí.—Aquella noche viendo las fotos con tu madre… Vi tu obsesión con Sirenita, pero jamás te vi en algún parque temático. Supuse que tu madre nunca pudo traerte.Era cierto. De las veinte fotos que tenía guardadas en su caja, al menos una cinco eran de ella p
Kenneth.—No me gustan los hombres —cambié el tema, nervioso.Boris me tomó del brazo, molesto. Ya podía ver lo que venía. Todo estaba acabado. Él le diría al abuelo. Sería el fin de mi historia con Lauren.—Al principio pensé que solo eran ideas mías pero cuando vi su caja de anticonceptivos en la cartera todo tuvo tanto sentido. Además Carter es tan malo ocultando las cosas, ¿por qué demonios le pediste a él que fuera tu cómplice y no yo?Lo miré, sorprendido. No estaba entendiendo lo que sucedía.—¿Qué?—Demonios, Kenneth, te conozco desde siempre, ¿crees que no noto lo especial que es Lauren para ti? Lo supe en la playa, y estoy tan molesto contigo por haber confabulado con mi marido. Me siento engañado.Él realmente estaba hablando en serio. Pero yo no podía creer que Boris, sabiendo mi trayectoria, y queriendo a Lauren, pensara que era bueno lo que estaba pasando. Había dicho que se dio cuenta de que Lauren era especial para mí, ¿qué quería decir con eso?—¿A qué te refieres con…