Josefina se encontraba en ese momento devastada esa mujer estaba embarazada. Le daría un hijo a Ricardo.Las palabras de María seguían en su mente. «No pudiste esperar a follarme en la casa, me tomaste en el despacho»Esas palabras seguían una y otra vez rondando en su mente, sobre todo ahora que ella se encontraba embarazada. Eso hacía que sus palabras fueran ciertas. Ricardo había estado con ella, pese a que le había dicho que ya no la había tocado.¿Acaso tenía derecho a sentirse como se sentía?Tenía derecho a sentirse traicionada cuando ella no era más que la amante.No quería llorar, sin embargo, de sus ojos empezaron a brotar lágrimas que ella no podía evitar soltar. Era como si su corazón volviera a romperse.Un dolor en su pecho indescriptible la hizo llevarse las manos a su pecho, pero no solo eso sintió Josefina.También náuseas que la hicieron caminar a un lado del jardín y ahí sacar lo que tenía en el estómago.Rosalía salió en ese momento y la vio pálida.Ricardo se aseg
— Te amo… tú eres mi felicidad, nuestros hijos son mi felicidad, no lo dudes nunca, además será una hermosa niña una pequeña Josefina que correrá por estos campos junto a su hermano o hermanos porque me encantaría tener muchos hijos.Justo en ese instante entraba Federico a la estancia escuchando lo que sus padres decían y se abalanzó sobre ellos en un abrazo.— ¿Voy a tener una hermanita? — preguntó muy emocionado por lo que estaba escuchando de sus padres.El momento desagradable con la todavía esposa de su padre y ya había pasado y él era un niño al fin y al cabo olvidaba las cosas rápidas ahora su verdadera felicidad era saber que y a lo que siempre había querido un padre y un hermano o hermana.— O un hermanito — Dijo Ricardo acogiendo a su hijo entre ellos y es que tenía muy claro que fuera lo que fuera el hijo que tendría con Josefina, ellos eran una familia y estaban llenos de amor.María lloraba en el coche, pero no de tristeza de la rabia e impotencia que sentía por lo que h
—Ricardo, Ricardo…— Josefina intentaba despertar a su pareja y le hablaba despacito a su futuro esposo, como si no deseara despertarlo.Ricardo la escuchó desde lejos, en medio de su sueño, como si todavía estuviera durmiendo, pero no lo estaba, la mujer había logrado despertarlo de repente.—He escuchado el canto de un tecolote, mi amor. Además, algo no me gusta de todo esto, debemos de pararnos.Ricardo no creía en ese tipo de supersticiones, pero sí creía en que el presentimiento que tenía de que algo no iba bien, no recordaba muy bien lo que había soñado, tal vez porque había sido despertado, pero si recordaba el amargo sentimiento que tenía en el pecho más verdad sin duda su sueño había sido una pesadilla como una pesadilla muy difícil de superar, ya que hasta alguna lágrima tenía en sus ojos.— Está bien, vamos a por Fede a su cuarto y salgamos de la casa, también creo que algo no está bien.Pero no llegarían a tiempo de salvarse, ya que justo en la zona donde estaba el cuarto d
María se lanzó en los brazos de Miguel cuando este entró en la habitación que ella estaba ocupando, tenía los ojos completamente rojos de llorar y estaba muy afectada por lo sucedido, odiaba a Ricardo, todo el amor que le había tenido a su esposo se había convertido en un completo y absoluto odio que sería muy difícil de arrancar de su corazón.— Te amo Miguel, menos mal que estás aquí — dijo besándolo desesperada la mujer— vamos a sacarlos de allí, él y esa mujer y sobre todo el bastardo deben salir de nuestra casa.—No te preocupes por ellos, Maria. Mucho menos por la casa, te haré construir una mejor, una a tu gusto, así que tranquila mi amor.María sonrió contenta por lo que le decía, duda Miguel pondría el mundo a sus pies tal y como le había dicho y solo necesitaría su fidelidad para que él le diera todo lo que quisiera.Miguel besaba los labios de Maria una y otra vez sin dejar que ella se apartara de su lado, —Celebremos que hoy mismo dejaras de ser una mujer atada a un hombre
En el bosque justo donde estaba el lago, Ricardo y Josefina salían ilesos junto a su hijo,. Los jornaleros lloraban a sus patrones, quienes se habían consumido en las llamas.Pero no era cierto, Josefina y Ricardo y el pequeño Federico estaban a salvo junto al lago, donde a Ricardo le pareció ver una joven desaparecer entre la maleza.— Papá, tenías razón, hay ninfas en la laguna.Ricardo y Josefina miraron rápidamente el lago y rieron, tenían un hijo con mucha imaginación, lo importante era que todos estaban a salvo, por suerte Rosalía y su esposo tenían su casa aparte y no vivían en la casa grande.— Tal vez solo dejó que tú la vieras, Federico, quizá solo los niños como tú son capaces de verlas.Federico asintió tomado de una mano de su padre y de la otra de su madre.— Ahora debemos ir al pueblo e informar a las autoridades, por la casa no os preocupéis, lo importante es que estemos todos bien.Josefina asintió los tres se fueronDe camino al pueblo, la oscuridad de la noche era t
Harto estaba ya de María y su obsesión por ser madre, tenía la seguridad de que ni siquiera poseía instinto maternal, solo miedo de que él terminara embarazando a cualquier mujer y un hijo bastardo, o peor, la madre que lo hubiera engendrado, la destronaran de la comodidad en la que vivía, si supiera que eso era algo en lo que él jamás fallaría, porque nunca una mujer le haría perder la cabeza, había amado una sola vez con resultados desastrosos y eso había sido suficiente para una vida entera, de hecho, Ricardo estaba seguro de que el amor era un privilegio que no todos los seres humanos llegaban a conocer de verdad y quién, como él, tenía la dicha de encontrarlo, debía vivir el resto de su existencia en el castigo constante de conocer ese sentimiento y haber perdido luego.Ni siquiera estaba seguro de ser capaz de sentir ese amor fraternal por un futuro hijo y mucho menos dejar sus responsabilidades para atenderlo. No, Ricardo era mucho más feliz así, sin joderle la existencia a ning
La vida no era justa, menos para quien tenía la desgracia de no saber cuál era su procedencia.— Ahí viene la zorra y su hija — la mano de su madre la detuvo justo cuando ella iba a lanzarle una piedra al grupo de niños que las estaba importunando.— No, no hagas eso, son niños y no saben lo que dicen.— Pero madre ellos…— Ellos solo repiten lo que han escuchado en sus casas, si se debe castigar a alguien por el comportamiento de esos niños es a su padre.Josefina se mordió los labios, incapaz de llevarle la contraria a su madre, vivían en una pequeña casa modesta que era propiedad de Don Federico, dueño de una de las mayores plantaciones de agave de Tamaulipas, en México, solo eran ellas dos, nadie más.Pese a que Josefina siempre deseaba saber alguna cosa sobre su padre, jamás le preguntaba a su madre y, la única vez que lo hizo, le dijo que había cosas que era mejor que ella no conociera. Pero tenía 18 años y, pese a ser como la mayoría de la gente del pueblo, pobre y sin demasiad
Stanford, ni siquiera había considerado esa posibilidad, él no quería estudiar empresariales, solo aprender del campo todo lo que su abuelo tenía que enseñarle. Por eso cuando la carta de admisión a aquella prestigiosa universidad Norteamericana llegó, fue el más sorprendido de todos.¿Cuando iban a dejar de querer dirigirle la vida como si sólo fuera un muñeco sin autonomía ni pensamiento propio?Pero como siempre se había comportado como el hijo perfecto que era, por supuesto no tan perfecto como Miguel, su hermano mayor, pero lo suficientemente perfecto como para mantenerse a su sombra sin llamar la atención.Por eso aceptó cursar los cuatro años de carrera en Stanford y vivir lejos de su ciudad natal. Que decía su ciudad, su país, pero no todo había sido malo, aprendió a ver las cosas de otro modo debía reconocerlo, aprendió a dejar de ser la sombra de su hermano y sobre todo aprendió a tomar sus propias decisiones, a tener los amigos que él quisiera tener sin que nadie le dijera s