Sabía que en cuanto pusiera un pie en mi trabajo, mi jefa me diría un montón de cosas referentes a la responsabilidad y bla bla bla. Ni siquiera habían llegado aún las chicas a las cuales debía maquillar, en cuanto hicieron acto de presencia me puse manos a la obra y en este momento llevo cuatro horas y estoy por terminar a la novia del día de hoy.
Tiene un hermoso cabello azabache y abundante, sus damas de honor se han marchado para vestirse y toda esa cosa, a mí solo me falta aplicar el labial y colocar el velo. Es muy preciosa, su cuerpo es precioso, nada es en exceso y sin embargo se ven tan llamativa. Su vestido es al estilo sirena y no es tan estrambótico como otras a las cuales he sido su estilista.
La puerta se abre, escucho un suspiro, al voltear me doy cuenta de que seguro la señora que está allí parada y con su mano en el pecho es su madre.
–Por favor, nada de lágrimas, la novia no puede arruinar su maquillaje –digo sonriendo, ella asiente y sonríe. – ¿Esta hermosa?
–Preciosa –la novia sonríe, observa a su madre. –He traído el collar –me aparto un poco para que pueda colocárselo. –No puedo creer que el día ha llegado, que tú utilizaras esto que ha pasado de generación en generación.
–Gracias mamá, estoy feliz de que estés aquí a mi lado –ambas se abrazan, aquí estoy yo nuevamente, con un nudo en la garganta al ser partícipe de esto, siempre que la novia se reúne con su madre, todo en mí se vuelve un mar de sentimientos.
– ¡Es hora del velo! –exclamo, ambas sonríen y yo paso a colocárselo.
Se lo acomodo lo más elegante posible, la pequeña tiara resalta y la verdad es que se ve preciosa. Doy por finalizada mi creación, ambas se sienten satisfecha, ordeno mis cosas y me retiro. En un momento vendrán por ella y así disfrutar de su gran día.
– ¡Frida! –la voz de Alaska mi jefa, se escucha detrás de mí. –No me habías contado que habías sido parte del estilismo para las fotografías del House Hunther.
–Ah, eso –continúo caminando por el pasillo, muero de hambre. –Ayude a Mark, estaba en problemas, pero ¿cómo lo sabes? –me detengo volteo a verla.
– ¡Daaa! Lo publicaron en su página web, tu nombre está allí –me toma por sorpresa, eso no me gusta. –Puedes ser muy reconocida Frida, esa gente es de grandes influencias.
–Solo fue un favor Alaska, recibiré mi pago y ya, no pretendo trabajar con ellos, ¿Qué sería de ti sin mí y viceversa? –aunque mi jefa muchos años mayor que yo es un tanto quisquillosa, no puedo dejar a un lado que ella fue quien más apoyo me dio al pedirle trabajo.
–Frida, prométeme, que, si llegas a recibir un contrato con esa gente, dirás que sí.
–Alaska...
–Muñeca, yo más que nadie sabe todos los esfuerzos que has hecho e incluso las aventuras que te has pegado para tener más profesionalidad en este ámbito, así que ya lo sabes, si, si y sí.
Sonrió debido a su insistencia y asiento, aunque sé que haré todo lo contrario, es como lo dije, solo fue un favor. Claro me van a pagar, pero fue un favor, yo me siento a gusto con lo que tengo, sé que trabajar para los Hunther puede ser aún mejor, pero no estoy tan desesperada por tener dinero, estoy bien con lo que Alaska me paga y con mis trabajos extras.
–Iré a comer algo, ¿Habrá más trabajo? –esta niega.
–Tuviste suficiente en estas casi cinco horas, tres damas y la novia, suficiente por hoy, no te esfuerces.
–Bien, entonces nos vemos mañana, ¿Ok?
Alaska me da un corto abrazo, yo me despido de mis demás compañeras y salgo rumbo a comerme algo delicioso y lleno de salsas de todos los tipos. Por este motivo adoro trabajar para el centro estético de Alaska, puedo irme si no hay más trabajo y organizarme con mis cosas.
Después de caminar unos diez minutos por las calles atestadas de Nueva York logro dar con un carro ambulante de hamburguesas y me pido la que viene bañada en queso cheddar y patatas fritas a un lado. Gimo de gusto cada que llevo una a mi boca, me doy un sorbo de mi soda de uva y llevo la hamburguesa ahogada de queso a mi boca.
– ¡Madre de Dios! –exclamo para mi sola.
Quien viera lo que estoy comiendo diría que esto tiene grasa y calorías hasta mas no poder, pero que más calorías y grasa que mi trasero bello. Yo no dejare de disfrutar de lo delicioso que te ofrece la vida y eso es la comida, aparte del sexo claramente, ese es otra de las cosas más apetecibles de la vida, pero en este momento concentrémonos en lo deliciosa que esta mi comida.
De pronto, en cuanto me llevo otra patata a mi boca comienzo a escuchar murmullos, here we go again. Esto no es raro, siempre vivo con ello, pero por cosas tan extrañas de la vida noto que no soy el centro de habladurías, busco con la mirada de que hablan las personas a mi alrededor y de pronto lo que me quedaba de patata en mis dedos, cae sobre mi plato.
¿Qué estoy pagando yo en este momento? ¿Por qué justamente a la hora de mi almuerzo? ¿Por qué camina de ese modo? ¿Por qué de pronto todo a su alrededor se observa en cámara lenta?
– ¡Dios mío! ¡Es Bajhor Hunther!
Un par de chicas chillan detrás de mí, yo observo al papi sexy venir con toda esa jodida aura egocentrista que destila su hermoso y bonito cuerpo. El hombre de ojos grises se detienen justamente delante de mí, yo no le aparto la mirada, es más, tomo la hamburguesa de mi plato y me la llevo a la boca dándole un mordisco a esta, el pelinegro hace un gesto de asco, yo le sonrío.
–Señorita Kayenston –asiento levemente, continúo masticando, le ofrezco la silla frente a mí. –Gracias, muy amable –continúo masticando, trago y me doy un sorbo de mi soda.
–Señor Hunther, que... ¿Sorpresa? –este logra cruzarse de piernas, ¿Porque se ve tan sexy en esa pose tan insignificante? – ¿Y bien?
–No quiero que piense que la estoy persiguiendo ni mucho menos, solo pasaba en mi coche y la vi comerse, eso... –observo mi linda hamburguesa. –Eso tiene tanta...
–Tanta... ¿Tanta que, adonis? –reprimo las ganas de reír por su cara de asco. – ¡Ah ya! ¡Calorías! –exclamo, este asiente. –No tienes idea de lo rico que es morderla y que la salsa se derrame a ambos lados de tu boca, pasar tu dedo índice y chuparlo.
–Señorita Kayenston, que, desagradable.
– ¡Que rico señor Hunther! –este comienza a toser, agita su mano, intenta restarle importancia a lo que yo digo, es divertido ver lo rígido y ermitaño que es. – ¿Y bien? ¿Me trajo mi paga?
–No hago entregas a domicilio –chasqueo y hago puchero.
–Que mal, y yo que quería pedir el número de su delivery... –suspira, reprimo una sonrisa.
–Solo me detuve para decirle que la espero en mi oficina para entregarle el pago.
–Y yo le dije a usted, que por favor me lo envié con mi primo, Mark.
–Yo... Necesito hablar algo con usted y claramente, no pretendo hacerlo en un lugar público y con tantas personas a nuestro alrededor –me inclino hacia adelante, le miro fijo a esos ojitos preciosos de mamá.
– ¿Algo privado? ¿Usted y yo? –sonrío de lado, este espabila y se coloca de pie con prisa.
–La espero en mi oficina, buen... provecho –su gesto no cambia, yo sonrío, tomo una patata frita y la llevo a mi boca.
–Créame –susurro muy bajo, sonrío. –Es mucho mejor que el sushi, señor Hunther.
–Como digas.
Se da media vuelta y retoma el camino de regreso a su coche, yo le observo fijamente, mis ojos caen en ese lindo y redondito culito que tiene, y sonrío.
Puede que le dé una segunda oportunidad debido a que se tomó la molestia de bajar de su coche y hablar conmigo, y puede que Mark tenga razón y no sea del todo un idiota. Pero eso no quiere decir que busque tener una magnífica relación con él, no bajare la guardia con un hombre como él, no con un hombre que calcula cuantas calorías puede haber en un plato de comida, no, yo no merezco un tipo de hombre así en mi vida, ¡Jamás!
Ya no puedo más con el dolor en mis piernas, no sé cuántas veces me he flexionado para agarrar la ropa desordenada en el suelo de mi habitación. Después de ese encuentro un tanto extraño con don señorito no me gusta las calorías, pero estoy rico qué más da, me vine de inmediato a mi acogedora morada.Por un lado, no quería, debido a que realmente no quería ponerme a ordenar y todo eso. Pero es de esos días en que no se me sale de la mente el hecho de que debo hacerlo y bueno acá estoy, recogiendo la última prenda, de las once que he recogido. Debo dejar de tirar las cosas cada que llego del trabajo, pero me es imposible no hacerlo, llego tan exhausta que de inmediato quiero lanzarme sobre mi cama.No sé qué demonios pinta el cesto de la ropa sucia en una esquina de mi habitación, lo único que tenía era un par de medias y ninguna coincidía. Vivir sola es un relajo, puedes hacer a tu antojo, incluso estar en ropa interior todo el día si te da la perra gana, pero
– ¿Te gusta? –sonrió ampliamente, asiento. –Somos tú y yo, me encanta mucho como sales Frida, eres tan bonita.–Mamá... –digo con pesadez ella toma mis mejillas y deja un dulce beso en la punta de mi nariz.–Eres la niña más preciosa de todo el mundo y nadie tiene derecho de decirte lo contrario, tienes unos ojos verdosos tan preciosos y una sonrisa encantadora, no lo olvides.–Eres mi mamá, estas en todo el derecho de decírmelo –esta deja un leve coscorrón en mi cabeza y yo rio.–Frida, algunas personas no te miraran con la misma mirada con la que yo te veo, pero estoy segura que habrá solo una que te mirara con más amor del que yo te veo y en ese momento mi amor, tu sonrisa nunca se esfumara de tus labios….Sonrió ante aquel recuerdo y decido continuar limpiando mis cosas. La música es interrumpida por la voz de Lionel y bufo ante ello, ¿Quién se osa a
– ¡No te pases, Frida! –el grito de Mark podría escucharlo medio mundo, pero por suerte en esta ocasión la música fuerte ayuda a que no sea así. – ¿Bajhor Hunther te ha dicho eso? ¿De tu pies? ¿El trabajo? ¿De verdad? –me doy un sorbo de mi vaso de cerveza.–Ajap, y yo quede literalmente loca, ¿Qué con mis pies Mark? Lo del trabajo es lo de menos, ¡¿Pero mis pies?! –mi gesto de terror reluce.–De seguro le ha de gustar que… –baja su mirada, yo le veo con intriga.– ¿Qué? ¿Qué? –este vuelve a mirarme, se acerca un poco.–Le ha de gustar una masturbada con pies –suelto una risotada, este se encoge de hombros. –Por Dios Frida, eso existe.– ¡Obvio que sé que existe, pero es gracioso viniendo de ti! –este sonríe y golpetea su hombro con el mío. –No lo sé Mark, quizás solo le han de gustar los pies de una mujer.– ¡Para que lo masturben! ¡Daaa!Ambos soltamos una risotada debido a su comentario un tanto fuerte sexualmente y que realmen
Me quejo dentro de mis sabanas, quisiera sentir que los golpes en mi puerta no existen, pero claro que sí, y están que tumban la puerta. Me estiro antes de salir de cama y con mis ojos casi cerrados intento no chocar con nada en mi camino, no dejan de tocar y yo no dejo de decir una y otra vez que ya voy.Me encargo de quitar el seguro de la puerta y al abrir noto que es mi primo y este entra como alma en pena a casa. Cierro la puerta volteo a verle, luego mi vista cae en el reloj de la mesita y me sorprendo ver qué horas son.– ¡Las putas siete de la mañana! ¿Qué te pasa Mark? ¿Y tus llaves? –este con mucha furia deja caer una revista en la mesita céntrica y desde mi lugar no logro ver la portada, me encojo de hombros. – ¿Qué pasa? Créeme que no estoy para los horóscopos y necesito ir a trabajar en dos horas, ¿Escuchas? ¡Dos horas!–Eres tú y los Hunther –como un chasquido de dedos, el sueño se me espanta y corro con prisa a tomar la revista.– ¿<
Camino de un lado a otro en mi pequeña sala, en mi mano una copa de vino y en la otra una gomita llena de azúcar, me doy un sorbo de mi vino y luego un mordisco a mi gomita. Siento el frio del suelo en la planta de mis pies, escucho un bufido a mi lado, volteo a ver a Mark, este también tiene una copa en su mano, suspira con pesadez y yo paso a tomar asiento en mi sofá, me dejo caer sin ánimos y recuesto mi cabeza, me doy otro sorbo más.–No tenía idea de lo oportunista que puede llegar hacer tu jefe.–Ni yo lo creía, créeme.–No tuve más opción, retiraron todo de las plataformas e incluso no mentía al decirme que todo estaba siendo quitado de los anaqueles de revistas y puestos ambulantes, yo...–Te entiendo perfectamente –observo a Mark, me sonríe. –Es lo mejor que pudo pasar Frida, tu jamás ibas a poder con ese artículo, en este momento Grace Cardini debe estar que se muere de rabia –ríe y yo sus
La mascarilla en mi cara tiene que ser retirada y por suerte solo fueron treinta minutos de desconexión a la realidad, porque si no, toda la mascarilla fuera sido embarrada en la almohada. Tomo camino al baño y retiro con abundante agua. Ya sin nada en mi rostro seco mi cara y me miro fijo en el espejo.¿Por qué dije su nombre? ¿Por qué tuve un sueño húmedo? ¿Por qué dije su maldito nombre?Apago la luz y vuelvo a la cama, apago la tv y me enrollo bajo las sabanas, mi cabeza es un lio y debo espantar toda grosería que tenga que ver con ese hombre.¿Por qué no dije Chris Evans o Matt Bomer? ¡Dios, Frida!...–Ni siquiera me tomare la jodida molestia de preguntar porque llevas esas ojeras de muerte.–Por favor y gracias, no estoy para explicaciones.Voy junto a Mark, este vino por mí a la entrada del HH –House Hunther–. No sé dónde mierda
Tomo una larga bocanada de aire y doy tres golpecitos a la puerta de Bajhor, su secretaria no estaba en su puesto así que me tome el atrevimiento de yo misma ir a la oficina. Él mismo me dijo que me esperaba, pues acá estoy, solo espero porque me de aviso y yo entrar.Observo a mis lados es obvio que este piso solo se encuentra la oficina de dicho hombre, lo que llama mucho mi atención y no note el día de ayer, es los jarrones con distintos tipos de plumas dentro de ellas.¿Originalidad? ¡Por supuesto! En vez de flores, plumas y la verdad es que es muy llamativo y sobre todo muy elegante. Vuelvo a tocar tres veces más y en unos tres segundos la puerta se abre, nuevamente está allí, delante de mí, mi adonis de ojos preciosos, noto que está en una llamada y en silencio paso a su lado, este se encarga de cerrar la puerta y continua su llamada.– Se suposa que ella no ha de tornar per a aquesta temporada, se suposa que ha d'e
– Es increíble como tu pececita tiene más vida amorosa que tú.–¡Cállate! –le lanzo un trozo de pepino a Mark, este ríe. – ¿No son dulces? –observo en la pecera como Fifi nada con Firulais, si, Mark le puso nombre de perro al pececito, pero no tengo voz para reclamo, él lo eligió. –Ella necesitaba compañía, ¿Crees que me hará abuela?–¡Por Dios Frida! –volteo a ver a mi primo, sonrió, este no deja de carcajearse por mis cosas. –Ves por qué te amo tanto, tienes cada cosa, carajo.–Por eso es que nadie puede mantener una relación conmigo, no soporta mi humor, ¿Recuerdas al rubio de hace seis meses? No soporto que me burlara de su voz chillona cuando discutíamos, parecía que había aspirado helio –comenzamos a reír. –Por Dios, cuando teníamos sexo era tan gracioso, soltaba un pitido, maldita sea, que mala suerte tengo.– Oh Dios, ¿Recuerdas al moreno de cuadritos en el estómago? –lo señalo y reímos antes de que él