– ¿Te gusta? –sonrió ampliamente, asiento. –Somos tú y yo, me encanta mucho como sales Frida, eres tan bonita.
–Mamá... –digo con pesadez ella toma mis mejillas y deja un dulce beso en la punta de mi nariz.
–Eres la niña más preciosa de todo el mundo y nadie tiene derecho de decirte lo contrario, tienes unos ojos verdosos tan preciosos y una sonrisa encantadora, no lo olvides.
–Eres mi mamá, estas en todo el derecho de decírmelo –esta deja un leve coscorrón en mi cabeza y yo rio.
–Frida, algunas personas no te miraran con la misma mirada con la que yo te veo, pero estoy segura que habrá solo una que te mirara con más amor del que yo te veo y en ese momento mi amor, tu sonrisa nunca se esfumara de tus labios…
.
Sonrió ante aquel recuerdo y decido continuar limpiando mis cosas. La música es interrumpida por la voz de Lionel y bufo ante ello, ¿Quién se osa a cortar mi inspiración en la limpieza? Corro con prisa a mi habitación tomo el móvil y observo el número en la pantalla, nunca lo había visto y eso me parece extraño, trago grueso y pido muy dentro de mí, que no sea...
– ¿Si? –digo con voz temblorosa al responder. – ¿Quién es?
–Me canse de esperarla el día de ayer, señorita Kayenston –aliviada por escuchar la voz de don papi rico, sonrió.
– ¿Lo siento? –digo con ironía. –Señor Hunther, disculpe, pero soy una mujer sumamente ocupada.
– ¿Tan ocupada para estar comiendo esa enorme hamburguesa llena de queso y calorías? –ay no.
–Para la comida nunca estoy ocupada, corrección.
– ¿Y para mí?
–Efectivamente sí, señor, supongo que buscare mi paga el lunes, supe por Mark que se ha ido a un viaje.
–Oh, lo sabe.
–Sí, lo sé –nos quedamos callados ¿Por qué me llama? ¿Qué tanta es su insistencia? – ¿Entonces el lunes? –silencio, alejo el móvil miro la pantalla, la llamada está allí. – ¿Señor Hunther?
–Bueno, entonces, supongo que debería alejarme de la puerta de su departamento.
– ¿¡AH!? –con pasos acelerados, pero silenciosos tal cual la pantera rosa, me acerco a la puerta y al ver por la lentilla mi quijada cae al suelo como en los looney tunes, y ok, ya debo de dejar de comparar mi vida con las caricaturas. –Carajo, está aquí... –mascullo bajito. –Relájate, relájate, Frida.
Abro la puerta y lo veo, con el móvil pegado a su oreja y yo de igual manera, ambos finalizamos la llamada. Este me mira de pie a cabeza, caigo en cuenta que estoy descalza, con mi cabello enmarañado y una vestimenta no tan presentable que digamos, un short corto, mostrando mis piernas y una camisa que muestra mi ombligo.
– ¡Santo pecado, ayuda! –este enarca una ceja y yo me lo como con todo y envoltura al verlo con ese trajecito de gente adinerada, sonríe de lado, yo quiero imitarle, pero sé que mi cara es de póker.
– ¿No me invita a pasar señorita Kayenston?
– ¿Eh? –este me mira fijo yo espabilo y asiento. –Disculpe, pase adelante.
Lo hace y puedo notar claramente que está viendo hasta en la esquina donde se almacena el mayor de los polvos en este apartamento. Cierro con tanta quietud la puerta y lo veo de espaldas, mis ojos bajan poco a poco desde sus hombros hasta ese culito redondo y perfecto que tiene.
La fragancia que baña su cuerpo es dulce, y para nada repugnante, tiene su cabello muy bien peinado y ni se diga de lo muy cuidada que tiene la barba. Este voltea y yo alzo mi rostro con prisa de su culo, le doy una sonrisa y este pasa a extender su brazo, entre sus dedos sujeta un trozo de papel, aquello grita, ¡DINERO! Lo tomo agradeciéndolo y al mirarle sé que la sorpresa es notoria.
–Esto es demasiado –digo en un susurro, lo observo, este tiene sus manos en sus bolsillos, su cara neutral. –Es mucho dinero por mi trabajo.
– ¿Considera su trabajo menos de lo que le estoy pagando?
–No, no es eso, es que…
–Señorita Kayenston.
–Frida, por favor, no le apene titubearme –este asiente y vuelve al ruedo.
–Ok, Frida –las pantaletas se me alborotan, cuando dice mi nombre de esa boquita preciosa. –Lamento lo de ese día, lamento lo grosero que fui y no darle el derecho de mostrarme su trabajo –asiento levemente. –Para nadie es un secreto que yo no comparto el pensar de esas personas que admiran el cuerpo voluptuoso que usted tiene –ay no, mejor cállese. –Más sin embargo la respeto, debo dejar a un lado mis pensamientos y enfocarme en lo que de verdad importa, su buen trabajo y desempeño.
Ok, intento analizar todo lo que me dijo, me dejo muy en claro que no soy el tipo de mujer que a él le gusta, lamentablemente deseaba comerme cada cuadrito que estoy cien por ciento segura tiene en su abdomen, pero me conformare con solo contemplarlo así como esta, de lejitos.
– ¿Gracias? –este asiente.
–Sé que quizás no está acostumbrada a tan escandalosa cantidad de dinero, pero pago por el buen trabajo que me brindan, ya que gracias a ello mis cifras suben y con ello tengo la vida que merezco – ¡Dios mío! ¿Acaso se puede ser tan fino, arrogante y directo como este hombre? Que léxico, maldición, me tiene desconcentrada. –Así que sé que le dije que no hago entrega de cheques a domicilio, pero estoy en la necesidad de venir hasta usted, porque la necesito.
– ¿Me necesita? ¿A mí? ¿A yo? –bufa.
–Sí, no de la forma en que quizás piense, pero si, la necesito.
– ¿Y qué forma cree usted que yo pienso? –este da un par de pasos, acorta la distancia.
–Sexual, amorosa –suelto una carcajada.
–No, tranquilo, no se imagine esas cosas, para nada pensé en ello – ¡Pero claro que lo pensé! Dios mío es que yo lo veo y me dan es ganas de llevarlo hasta mi tina y enjabonarle todo ese cuerpecito, ¡Concentración Frida! –Y bien, señor Hunther.
–Dígame Bajhor, no le apene titubearme –enarco una ceja.
–Bueno, Bajhor –sonríe de boca cerrada y asiente. – Usted dirá para que me necesita.
–Trabaje para mí, para el House Hunther.
– ¿Qué? –digo sin aliento,
–Una gran cantidad de agencias la quieren con usted, no permitiré eso, usted ayudo a Mark e hizo un magnifico y limpio trabajo, tiene una impresionante creatividad, quiero que usted se encargue del estilismo de mis modelos y de eventos.
–Yo…
–La espero el lunes en mi oficina, así hablaremos de sus beneficios como mi trabajadora y así tendrá el fin de semana para pensárselo, pero créame, soy uno de los empresarios que mejor paga, y no pretendo darme por vencido hasta que usted acepte trabajar para mí.
–Eh… Bueno, está bien, me lo pensare.
Bajhor Hunther pasa a mi lado y él mismo abre la puerta y sale, yo le miro de espaldas y le pido a mis ojos que se mantengan estables y no bajen, este voltea y me mira nuevamente.
–Por cierto, Frida –le miro y asiento. –Tiene unos encantadores y preciosos pies, feliz día.
Poooker faceee, la voz de Lady Gaga se hace presente en cuanto Bajhor me dice eso y se marcha. Yo doy un paso atrás y cierro la puerta, bajo la mirada y observo el cheque de 500 dólares en mis manos, es demasiado dinero para ser sincera, es el cuádruple o quíntuple de lo que Alaska me paga. Sé que maquille a muchas modelos e incluso peine, pero esto es una grosería.
– ¿Tengo los pies preciosos? ¿Eh? –me los miro. – ¿Acaso tiene un fetiche con ello? señor Hunther? –rio a carcajadas y niego. –Me estoy volviendo loca.
– ¡No te pases, Frida! –el grito de Mark podría escucharlo medio mundo, pero por suerte en esta ocasión la música fuerte ayuda a que no sea así. – ¿Bajhor Hunther te ha dicho eso? ¿De tu pies? ¿El trabajo? ¿De verdad? –me doy un sorbo de mi vaso de cerveza.–Ajap, y yo quede literalmente loca, ¿Qué con mis pies Mark? Lo del trabajo es lo de menos, ¡¿Pero mis pies?! –mi gesto de terror reluce.–De seguro le ha de gustar que… –baja su mirada, yo le veo con intriga.– ¿Qué? ¿Qué? –este vuelve a mirarme, se acerca un poco.–Le ha de gustar una masturbada con pies –suelto una risotada, este se encoge de hombros. –Por Dios Frida, eso existe.– ¡Obvio que sé que existe, pero es gracioso viniendo de ti! –este sonríe y golpetea su hombro con el mío. –No lo sé Mark, quizás solo le han de gustar los pies de una mujer.– ¡Para que lo masturben! ¡Daaa!Ambos soltamos una risotada debido a su comentario un tanto fuerte sexualmente y que realmen
Me quejo dentro de mis sabanas, quisiera sentir que los golpes en mi puerta no existen, pero claro que sí, y están que tumban la puerta. Me estiro antes de salir de cama y con mis ojos casi cerrados intento no chocar con nada en mi camino, no dejan de tocar y yo no dejo de decir una y otra vez que ya voy.Me encargo de quitar el seguro de la puerta y al abrir noto que es mi primo y este entra como alma en pena a casa. Cierro la puerta volteo a verle, luego mi vista cae en el reloj de la mesita y me sorprendo ver qué horas son.– ¡Las putas siete de la mañana! ¿Qué te pasa Mark? ¿Y tus llaves? –este con mucha furia deja caer una revista en la mesita céntrica y desde mi lugar no logro ver la portada, me encojo de hombros. – ¿Qué pasa? Créeme que no estoy para los horóscopos y necesito ir a trabajar en dos horas, ¿Escuchas? ¡Dos horas!–Eres tú y los Hunther –como un chasquido de dedos, el sueño se me espanta y corro con prisa a tomar la revista.– ¿<
Camino de un lado a otro en mi pequeña sala, en mi mano una copa de vino y en la otra una gomita llena de azúcar, me doy un sorbo de mi vino y luego un mordisco a mi gomita. Siento el frio del suelo en la planta de mis pies, escucho un bufido a mi lado, volteo a ver a Mark, este también tiene una copa en su mano, suspira con pesadez y yo paso a tomar asiento en mi sofá, me dejo caer sin ánimos y recuesto mi cabeza, me doy otro sorbo más.–No tenía idea de lo oportunista que puede llegar hacer tu jefe.–Ni yo lo creía, créeme.–No tuve más opción, retiraron todo de las plataformas e incluso no mentía al decirme que todo estaba siendo quitado de los anaqueles de revistas y puestos ambulantes, yo...–Te entiendo perfectamente –observo a Mark, me sonríe. –Es lo mejor que pudo pasar Frida, tu jamás ibas a poder con ese artículo, en este momento Grace Cardini debe estar que se muere de rabia –ríe y yo sus
La mascarilla en mi cara tiene que ser retirada y por suerte solo fueron treinta minutos de desconexión a la realidad, porque si no, toda la mascarilla fuera sido embarrada en la almohada. Tomo camino al baño y retiro con abundante agua. Ya sin nada en mi rostro seco mi cara y me miro fijo en el espejo.¿Por qué dije su nombre? ¿Por qué tuve un sueño húmedo? ¿Por qué dije su maldito nombre?Apago la luz y vuelvo a la cama, apago la tv y me enrollo bajo las sabanas, mi cabeza es un lio y debo espantar toda grosería que tenga que ver con ese hombre.¿Por qué no dije Chris Evans o Matt Bomer? ¡Dios, Frida!...–Ni siquiera me tomare la jodida molestia de preguntar porque llevas esas ojeras de muerte.–Por favor y gracias, no estoy para explicaciones.Voy junto a Mark, este vino por mí a la entrada del HH –House Hunther–. No sé dónde mierda
Tomo una larga bocanada de aire y doy tres golpecitos a la puerta de Bajhor, su secretaria no estaba en su puesto así que me tome el atrevimiento de yo misma ir a la oficina. Él mismo me dijo que me esperaba, pues acá estoy, solo espero porque me de aviso y yo entrar.Observo a mis lados es obvio que este piso solo se encuentra la oficina de dicho hombre, lo que llama mucho mi atención y no note el día de ayer, es los jarrones con distintos tipos de plumas dentro de ellas.¿Originalidad? ¡Por supuesto! En vez de flores, plumas y la verdad es que es muy llamativo y sobre todo muy elegante. Vuelvo a tocar tres veces más y en unos tres segundos la puerta se abre, nuevamente está allí, delante de mí, mi adonis de ojos preciosos, noto que está en una llamada y en silencio paso a su lado, este se encarga de cerrar la puerta y continua su llamada.– Se suposa que ella no ha de tornar per a aquesta temporada, se suposa que ha d'e
– Es increíble como tu pececita tiene más vida amorosa que tú.–¡Cállate! –le lanzo un trozo de pepino a Mark, este ríe. – ¿No son dulces? –observo en la pecera como Fifi nada con Firulais, si, Mark le puso nombre de perro al pececito, pero no tengo voz para reclamo, él lo eligió. –Ella necesitaba compañía, ¿Crees que me hará abuela?–¡Por Dios Frida! –volteo a ver a mi primo, sonrió, este no deja de carcajearse por mis cosas. –Ves por qué te amo tanto, tienes cada cosa, carajo.–Por eso es que nadie puede mantener una relación conmigo, no soporta mi humor, ¿Recuerdas al rubio de hace seis meses? No soporto que me burlara de su voz chillona cuando discutíamos, parecía que había aspirado helio –comenzamos a reír. –Por Dios, cuando teníamos sexo era tan gracioso, soltaba un pitido, maldita sea, que mala suerte tengo.– Oh Dios, ¿Recuerdas al moreno de cuadritos en el estómago? –lo señalo y reímos antes de que él
Tengo un largo rato con Winny ideando todo acerca del evento que tendremos en una semana, desde el maquillaje hasta el peinado, dado que las chicas solo tendrán que concentrarse en cambiar su vestuario cada que bajan de la pasarela. Winny y yo tenemos que tener un solo maquillaje y un peinado para todo el evento y tiene que ir con lo que modelaran ese día.Estamos tan concentradas viendo todo lo que estará para ese día y al menos se me ha esfumado de la mente el acoso estúpido que me hizo el desgraciado de Bajhor. Las ganas de llorar y el nudo en mi garganta lo eche a un lado porque simple y sencillamente yo no estoy para ridiculeces con el engreído de mi jefe.La voz de Mark es música para mis oídos, ambas lo vemos venir con vasos de café y donas, mi estómago grita aleluya, y de inmediato coloco a un lado las cosas para concentrarme en esto tan delicioso que nos ha traído mi primo.–Pensé e imaginé que estaba con lo
En este momento estoy con un caramelo de miel en mi boca, mientras observo a Mark en un ir y venir en mi cocina. Estuve un largo rato viendo videos de maquillajes en las redes y ahora me encuentro observando como el rubiete delante de mí se obstina cuando algo no le sale como él quiere.–Debes calentar la leche y luego aplicar esa cosa que has batido aparte, así decía la receta.– ¡No me estreses!–¡Tú te estresas solo! ¡Hello! –este voltea a verme.–Hazlo tú.– ¡Mark! No quiero cocinar.–Por fis, por fis –revoloteo los ojos y bajo del taburete y rodeo la encimera.–¿Por qué simplemente no le sirves un tazón de comida para perros? Le ha de sentar bien.–Frida...–Ok, ok lo siento, sé que no debo ser cruel con Leo, solo que no me cae bien, intento, pero no puedo.–Lo se Frida, y estoy agradecido contigo por