ANTONELLAUn zumbido fuerte me acribilla la cabeza. No sé qué ha pasado. Lo último que recuerdo es que se oyeron detonaciones muy fuertes, luego se vio fuego, y de la nada un gas floto por el aire. No tuve tiempo de nada, mis ojos se cerraron de golpe y ahora me está costando abrirlos.Parpadeo unas cuantas veces para acostumbrarlos de nuevo, y cuando lo consigo, mi vista se encuentra con solo paredes desgastadas. El lugar es oscuro, no hay ni un rayo de luz del exterior o alguna luz artificial de una lámpara, solo oscuridad.En eso resuena una voz profunda:―Nos volvemos a ver, piccola diavolo —pronuncia “pequeña, diablo” en italiano.Y mis ojos se clavan en esa profundidad. Su mirada gris es un abismo sin fondo, tan intensa que parece capaz de penetrar el alma de quien la mira, excepto la mía. Esa profundidad es inquietante, como si albergara secretos tan oscuros. En sus ojos hay una sombra de maldad palpable, una frialdad que helá la sangre de cualquiera; no conocen la piedad y es
—Le dije que no fuera, le advertí que era momento de retirarse, pero ¿qué hizo? Ignorarme, como siempre lo hace cuando se trata de Dante. ¡Esa maldita fidelidad suya a ese demonio! —espetó Mikaela, con el rostro enrojecido por la furia, mientras caminaba de un lado a otro de la habitación.—Mikaela... solo estás molesta. No permitas que el enojo te haga decir cosas que luego lamentes —intervino Lillie con voz serena, aunque por dentro luchaba contra la misma angustia que su amiga. Mantenía la calma, aunque ni ella sabía de dónde sacaba esa fuerza. Estaba tan preocupada como todas las demás.La noticia sobre el destino de sus esposos las tenía al borde del colapso. Aunque no era la primera vez que enfrentaban situaciones como esta, tanto Dante como Iván ya no tenían el vigor físico de años atrás para soportar el tipo de tortura que seguramente estaban sufriendo. Y, aun así, sus esposas nunca dejaban de preocuparse. Cada vez que salían de sus hogares para negocios arriesgados, vivían co
La línea quedó en silencio por un segundo, antes de que el hombre respondiera con un tono más serio.—Dime, ¿qué sucede?Lillie cerró los ojos un momento, dejando que sus palabras salieran con precisión.—Una vez dijiste que si alguna vez necesitaba algo de suma importancia, como el salvar nuestras vidas, te llamará. Hoy es ese momento.Lillie sintió que su corazón daba un vuelco cuando la risa sonó al otro lado de la línea. No era una risa alegre, sino cargada de emociones complejas: un eco de anhelo, un vestigio de afecto y la sombra de viejos reproches. Era una mezcla de dolor y aceptación, como si la otra persona esperara esta llamada desde hacía mucho tiempo.Ella tragó saliva, recordando las promesas pasadas. Promesas de no volver a ponerlo en peligro. Promesas que ahora rompía por necesidad.—Digo, si quieres hacerlo… —añadió Lillie, su voz apenas un murmullo, cargada de dudas y culpa.—Por supuesto, por ti haría cualquier cosa. Si darle mi alma al diablo es lo que necesitas, l
—¡¿Lo harás tú o lo hago yo?! —bramó Santino, su voz cargada de frustración.Santino tenía a Adamo agarrado de la chaqueta de cuero con una fuerza que dejaba claro que no iba a soltarlo fácilmente. Su mirada ardía con furia contenida, mientras su mandíbula apretada reflejaba la tensión del momento. La desesperación lo había llevado al límite, igual que su madre, y su rabia se centraba ahora en Adamo, a quien veía como el responsable de tomar una decisión que parecía tardar demasiado. No solo estaba la vida de su padre en peligro, sino también la de la chica que amaba. Para él, esperar no era la mejor opción.Adamo apenas se movió, aunque sus ojos se oscurecieron con una mezcla de molestia y autocontrol. Estaba reprimiendo las ganas de responder de manera violenta, su paciencia tenía un límite.—Más vale que me sueltes —masculló, con los dientes apretados.Ellos nunca habían sido amigos, apenas podían tolerarse. Adamo detestaba la relación de Santino con su hermana, y Santino, a su ve
Hola mis queridas diablas, aquí devuelta retomando el universo Mancini. Les dejare algunas advertencias, si eres nueva leyendo esta saga y también para recordarles el contenido que estas historias tienen.Tercer libro de la saga Legado de Sangre/ Historia de Antonella Mancini.Como muchas ya saben, es una historia de mafia, es parte de una serie de libros. No recomiendo leerlos por separados o salteados, se perderían mucho de la trama, ya que están unidos.ADVETENCIA: Este libro contiene violencia, palabras explicitas y mucho sexo. Algunas palabras pueden no gustar. incluso ofender, pero no está creado con ese propósito, todo aquí es ficción y base a mi imaginación.Queda a su criterio, si desean continuar con la lectura, bienvenidas y disfruten de la lectura.+21(NO ES UNA HISTORIA ROSA)Si buscas una historia con final feliz y que te deje algún aprendizaje, este no es el lugar para ti.**Leer bajo su propio riesgo**٭῀٭῀٭῀٭῀٭῀٭῀٭῀٭῀٭῀٭῀٭῀٭῀٭῀٭῀٭῀٭῀٭῀٭῀٭῀٭῀٭῀٭῀٭῀٭῀٭῀٭῀٭῀٭Sinopsis
El presenteMi respiración agitada no es todo lo que se escucha en el salón, el eco de los susurros de mis zapatillas de punta contra el suelo de madera marcado por incontables horas de esfuerzo y dedicación, se mezcla con la música que puse en mi reproductor móvil. Me encuentro sola en este sitio, aislada de cualquier ruido del internado, alejada de mis compañeras y esas mujeres que me observan todo el tiempo como si fueran buitres al asecho. Un encierro que detesto hasta en lo más profundo de mi ser, que sea convertido en mi santuario y calvario.El gran espejo frente a mí refleja más que mi figura; muestra esa seguridad en mí, esa determinación de luchar por lo que quiero, mis frustraciones y mis miedos lo dejo todo aquí, siempre que practico. La sala está bañada por la luz tenue que se filtra a través de las grandes ventanas empañadas por la llovizna típica de un crepúsculo londinense.A pesar de estar sola, siento la presencia de todos esos ojos puestos sobre encima de mí, sus vo
La noche está perfecta para romper reglas. La luna brilla con una intensidad que parece desafiar la oscuridad, y eso me llena de energía. No puedo quedarme quieta, mucho menos irme a dormir. Llevo desde los seis años encerrada en este internado, o como yo lo llamo, prisión. Aunque mis padres me dejan salir en ciertas temporadas para visitarlos en Italia, y mi madre viene una vez a la semana a verme, nada de eso me quita las ansias de escapar y sentirme libre, como lo es hoy.Tal vez el ballet me ayude a descargar algo de esta energía, pero ahora no está funcionando. Deseo salir, volar, buscar mi verdadero lugar, que por supuesto no es aquí. Me pongo de pie como si tuviera un resorte debajo de mí y me dirijo a mi dormitorio. Al llegar, entro de modo sigiloso, para no despertar a mi mejor amiga y compañera de dormitorio, Ginna.—¿Anto, eres tú? —dice, levantando la cabeza y frotándose los ojos para aclarar la vista por el sueño, después enciende la lámpara de la mesita de lado de su cam
Entro al lugar, es frío y sombrío, cosa que me atrae mucho. Nadie aquí sospecha quién soy; siempre que vengo traigo una sudadera con capucha para cubrirme la cabeza. ¿Quién podría ponerle atención a una chica menuda como yo? Aunque no voy a negar que ha habido uno que otro borracho que ha intentado sobrepasarse conmigo, pero yo misma los pongo en su sitio.Camino dirigiéndome a la barra, donde se encuentra la persona que vine a buscar. Veo al hombre robusto que está del otro lado del mostrador. Me detengo frente a él cuando llego allí. Él levanta la vista y, al notar mi presencia, dejando lo que está haciendo.—Otra vez tú aquí —masculla entre dientes—. Te he dicho repetidas veces que ya no te quería ver en este lugar.—Y yo te dije que no suelo obedecer a nadie —respondo, con mis ojos clavados en los suyos.El tipo se ríe bajo mientras niega con la cabeza.—No hay duda alguna, eres toda una Mancini, una diabla —asegura—. Pero no por eso voy a apostar mis bolas por un juego de niñas.