La piernas me temblaban y mi corazón se quería salir de mi pecho, maldecía internamente ser tan buena gente, pero no estaba dispuesta a perder mi trabajo aunque eso implicará seguir a un niño mimado corriendo por varias cuadras. Lo veía a lo lejos y sin duda se nota que estaba bien entrenado, la gente me miraba y yo sentía cierta vergüenza.
—Detente - gritaba por quinta vez, con todas mis fuerzas.
Mis tacos se me iban a malogras, me detuve de golpe y no lo pensé dos veces, me los quite y comencé a correr con los pies descalzos por toda la avenida principal.
Veía su sonrisa santurrona a lo lejos, fingía correr en su mismo sitio mientras yo intentaba con todas mis fuerzas alcanzarlo.
—Eres una lenta - gritó.
Track - fue el sonido que emitió mi falda, mire al costado y efectivamente la costura había cedido. Puse los ojos en blanco antes de chocar con alguien y caer al piso.
Sentí las palmas de mi mano arder con fuerza mi falda termino por romperse más y mi trasero impacto brutalmente con el piso frío.
El hombre me miraba desde arriba y lo único que quería hacer en ese momento era llorar. Mis ojos se iban a cristalizar pero recordé varias escenas en mi vida.
"LA MUJERES PIENSAN QUE LLORANDO LO VAN A SOLUCIONAR TODO"
"VAMOS SIGUE LLORANDO MAGDALENA"
Y más frases que usaban las personas para humillarme. Yo soy una llorona pero no lo hago para victimizarme o hacer sentir mal a alguien, simplemente salen. Soy una persona sensible.
—Lo lamentó mucho señorita, discúlpeme.
Cuando iba a tomar su mano alguien tomo la mía y tiro de ella con fuerza.
—ya vete - dijo sin más, sus ojos marrones y su cabello todo desarreglado, su mano con anillos y su brazo tatuado hizo que el hombre se intimidara y salieron prácticamente corriendo.
Estaba de pie, pero el aún no soltaba mi mano y yo también me sentía intimidada por él, sentía que me pronto me iba a gritar o algo parecido.
— Tus mano están mojadas.
Fue la frase seca que soltó, miro sus manos y yo miré la suya y vi el color rojo característico de la sangre.
Me tomo las manos con preocupación y luego las soltó.
—No debiste seguirme, quién te manda a ser tan entrometida - dijo con la voz más suave. Me miró de pies a cabeza, estaba realmente avergonzada.
— Su papá pidió...
— El señor Costa no es mi papá - me interrumpió. Miro a varias personas que nos miraban.
— Sin duda algunas personas no deberían de nacer - dijo con amargura, se quitó su polo y me entrego.
Mire su polo con algo de miedo y preocupación al mismo tiempo.
— Pontelo, todos están mirándote - dijo observando el panorama, lo seguí con la mirada y miré a varios hombres esquivar mi mirada.
Me puse su polo toda avergonzada, mis manos me dolían, note las manchas de mi sangre en su polo y el también pero no digo nada.
—Toma un taxi y ve a tu casa...
— Aún no termina mi hora de trabajo.
— Ve a tu casa.
— Usted no me da órdenes, no es mi jefe - dije molesta.
Me agache a recoger mis zapatos en el piso y levante el polo para tomar mi teléfono del costado de mi falda. Siempre lo guardo en mi cintura. Pero por correr se bajó un poco.
Tome su mano con fuerza, a pesar que el tacto me dolía, no lo pensé dos veces y asumí ese dolor.
— Tu vienes conmigo.
— ¿Qué te hace pensar que yo...
Lo mire con una mirada fría y fulminante, no quería pelear con él, ya estaba herida,cansada y desarreglada. En su cabeza sabía que me lo debía.
— Sueltame.
— Oh no imbécil, si te suelto vas a correr - dije sin más.
Le acabo de decir imbécil - mientras mi cerebro procesaba mi osadía o mejor dicho estupidez detuve un taxi y le brinde la información. Lo hice subir primero y ordene al taxista que pusiera los seguros.
— Chica lista - dijo cuando yo me subí a su costado. Mis manos ardían, las miraba de rato en rato para obligarme a aguantar el dolor.
En un determinado punto de nuestro trayecto, volteo a mirarlo y él quita la mirada de mi. Se voltea a mirar hacia la ventana del auto.
—Mi nombre es Emilia Vladi - le digo y él se encojo de hombros.
Miro hacia la mi lado derecho y veo a las personas pasar con diferentes rostro, algunos preocupados y otros felices, algunos tienen la mirada perdida y otros con la mirada de determinación. Entonces mío al hijo de mi jefe y veo soledad.
—¿Que edad tienes? - me pregunta, se voltea a mirarme.
—Tengo veinticuatro años - respondo en voz baja.
—Puedes incluso ser su hija, viejo ridículo. Yo tengo veintiséis - dice mirándome.
Asiento con la cabeza. El resto de viaje es completamente en silencio. Los dos bajamos del auto rápido, frente al enorme edificio.
En la puerta del edificio veo a mi jefe con varios de sus guardias y más socios. Él me mira sorprendido y luego mira a su hijo y su mirada cambia a una de reproche y negación.
Él toma mi mano y camina hacia ellos.
—La próxima envía a un mejor sabueso - dice tirando mi mano hacia adelante.
Los socios me miran y mis indignación crece hasta que siento un hincon en el pecho y mis ojos comienzan a cristalizarse.
—Edu - grita con fuerza su papá, mientras él no le hace caso e ingresa a la empresa.
—Señorita Vladi yo...
—No se preocupe señor - digo avanzando.
Si algo he aprendido a lo largo de la vida es que jamás debo dejar que me intimiden e insulten, lo que él hizo fue humillarme no solo con el insulto sino con la manera de tratarme, es como si el me hubiera traído, como si yo tuviera la culpa.
—Oye tu - gritó con fuerza.
Él voltea y mi puño va a su rostro, retrocede y cae al piso.
—Pobre el jefe - gritó a todo pulmón - de tener un hijo tan imbécil que no sabe medirse, ni respetar, yo cumplo mi trabajo y no debí ir por ti en primer lugar, pero lo volvería hacer...
Él se levanta del piso con la nariz ensangrentada y mirándome con sorpresa y odio al mismo tiempo.
—¿Por qué volverías a ir por mi? - me pregunta acercándose a mi.
—porque se que es estar solo y llamar la atención para que los demás sepan que existimos - digo mirando esos ojos marrones oscuros.
Él abre los ojos y se aleja de mí, miro el piso y veo la sangre que ha goteando de su nariz. Miro a mi alrededor y veo a todos mirarme. Mi jefe tiene una sonrisa enorme y me hace señas para que suba a su oficina.
Tomo la poca cordura que me queda para coordinar mis pasos hacia el elevador.
Veo la pantallita del elevador que indican los pisos.
1. 2. 3. 4. ... así hasta llegar al último piso del edificio.
Miro a todos lados y veo a mis compañeras murmurar algo, pero ninguna me dice nada. Miro el polo de Edu y voy al baño a quitarmelo.Me miró al espejo y las lágrimas se me escapan, mis manos me arden, mis rodillas están raspadas, mi rostro está cansado y la vergüenza no puede más conmigo.Día de mierda - digo mentalmente mientras me hecho agua con ambas manos, duele mucho el contacto del agua con mi mano, pero me contego.Luego de terminar de limpiarme, tomo mi teléfono y marco a mi enamorado.—Luis - susurro.—Emilia - dice sorprendido.—Puedes ir a mi casa y decirle a mi papá que te dé algo de ropa, me lo puedes traer al trabajo.—¿Qué pasó amor? - me pregunta algo preocupado.—Te contaré cuando estés aquí, por favor ayúdame.Mi voz es de súplica.—Claro, ahora mismo voy para allá.Miro mi reloj y son las cuatro de la tarde. Él día paso rápido y de cierta manera eso alivia, ya pronto me iré a casa.Una compañera de trabajo ingresa al baño y me mira.—Aquí estabas, el jefe está buscán
Tocan la puerta de la oficina y uno de los guardias borra su sonrisa para poner una más seria. Cuando abre la puerta veo a un chico con un polo blanco unos jeans oscuros, alto y delgado, de cabello oscuro, ondeado. Su manera tan segura de pararse se ve que tiene un carácter imponente.—Mario - lo saluda mi padre.—Jefe - dice él, avanza hacia nosotros y se detiene a mirar minuciosamente a Emilia.¿Por qué la mira así?.—¿Amor fuiste a la guerra o algo así?Estoy sorprendido, él toma el rostro de su novia y le da un beso en la frente.—Tuve que correr a tu casa, pero aquí tienes.—Emilis hoy puedes irte, mañana tomate el día y nos vemos el lunes como siempre - dice mi papá.Emilia me da una última mirada y luego mira a mi papá.—Esta bien, muchas gracias.—Vas a renunciar -amenazó cuando la veo salir por esa puerta.Mi padre me está mirando con cara de pocos amigos y yo solo le muestro una sonrisa.—¿Y bien, que me dirás ahora? - pregunto.—Primero que te alejes de mi secretaría, como
Veo a mi hermana reírse por teléfono y mirar la televisión. Subo las escaleras y ella se gira para verme.—¿Y como te fue en la cena? - me pregunta.—¿Ahora eres curiosa? - le pregunto.—Claro hermana, me importa toda su vida... - sonríe y luego mira sus uñas —Dire me importa toda tu vida, después de todo somos hermanas.—No te confundas, tú y yo no somos hermanas - le digo con seriedad.—¿Cuánto crees que te dure Mario? - me pregunta.Subo las escaleras y cierra la puerta, me pongo a meditar sobre mi cama, me cubro la cara con la almohada y gritó como loca.Luego de gritar y soltar todo mi malestar decido tomar mi teléfono y buscar al tipo que me humilló. La sangre me hierve cada cabeza que pienso en él. Quiero saber todo sobre él.Edu Costa pongo en Google y inmediatamente salta un montón de artículos del músico, modelo, fotógrafo y pintor.Me quedo maravillada por sus fotografías en blanco y negro, además de su pintura de una niña con una flor y llorando.Igual puede tener mucho ta
Ingreso a casa y comienzo mi búsqueda en todo mis cuadernos de apuntes, teléfonos, contactos. Pero después de horas no encuentro nada sobre Edu.Evidentemente no son cercanos. Miro el reloj y es hora de ir a la oficina, pero en que momento buscaré a ese engreído.Estoy sentada frente a mi escritorio, mi teléfono vibra y veo una foto en el periódico.Edward Costa deslumbra en la pasarela... - dice el encabezado de la revista de modas.Esta foto es reciente.Busco el desfile y después toda la información.¿Esta en Italia?Estoy sorprendida y al mismo tiempo preocupada. Lo encontré pero no está aquí.Tengo hasta mañana. Aplastó seguir a todas sus redes sociales y en su instagram inmediatamente acepta mi solicitud.Busco en las fotos que lo han etiquetado y veo varios conciertos.Veo la última foto en la que se etiquetó, anuncia que habrá un concierto caritativo en la plaza mayor a las ocho de la noche.Estoy en el bus y busco información sobre el evento y uno de lo auspiciadores es el gr
Cuando salgo, veo rostro de miedo y algunos quieren preguntar y acercarse a mi, pero se detienen.Me acerco a la ingeniera y tocó su hombro. Ella voltea y con su cabello me da un golpe en la cara.Priscila, es la ingeniera que mejor hacer su trabajo, una persona de admirar pero realmente como ser humano apesta.—¿Qué querés? — me pregunta con desdén. Su asistente se cruza de brazos con la cara de que todo le apesta y me mira de pies a cabeza.—Habla rápido, debo hacer muchas cosas hoy.—Los planos será enviados a Gmail del jefe, el los firmara y luego...—Si cállate, ya comprendí no es la primera vez que hago esto...Quiero golpearla, es una mal educada, realmente hay días donde ya me quiero rendir, tirar la toalla y decir ya no más humillaciones por estos estirado, pero recuerdo que no llego ni a ser clase media, así que deo trabajar y esforzarme por este trabajo que me costó tanto conseguir.Lo mismo les informo a los demás ingenieros.Termino cansada sin almorzar, pero lista para
La miró y es cabello algo alborotado, me mira y me entrega su pan, veo una mirada diferente a nuestro primer encuentro.Al parecer no es como yo me la imaginaba, la palabra cazafortunas siempre suena en mi cabeza con cada nueva secretaria que contrata mi papá.Abro la bolsita y luego me quito el papel. —¿Mayonesa le pregunto? Ella se lo piensa y asiente con la cabeza.—Bien, ese si me gusta.Le doy la primera mordida y comienzo a masticar, está delicioso. Ella me observa con algo de ternura pero de inmediato se da cuenta que le causó eso y sacude su cabeza.Masticó y trago.—¿De que deseas hablar? —le pregunto.—Termina tu pan y hablamos.Asiento con la cabeza. Veo a mi alrededor y es la primera vez que como en un baño, pero ella no tiene cara de asco ni de incomodidad.Termino de comer el pan con pollo, pero cuando me voy a levantar me regresan los mareos.—Emilia —susurro su nombre, ella me ayuda a sostenerme.—Oye oye, no Edu por favor no te desmayes —dice tomando mi rostro.—No
Abro la puerta para ve a Mario sin polo apunto de golpear a Edu.—No —le digo tomando del brazo a mi enamorado.—¿Qué mierda está pasando aquí Emilia? —pregunta molesto.Yo miro a mi alrededor y mi cama está algo desordenada y no recuerdo haberla dejado así en la mañana. Edu se ve pálido y algo cansado.—Mario es una larga historia.—Tengo todo el tiempo del mundo mi amor, vos cuéntame qué hace aquí el hijo de nuestro jefe.Lo tomo del brazo apartándolo de Edu. Lo llevo hacía la puerta, me acerco a Edu y toco su frente.—Te traeré agua caliente de abajo, ven echate en mi cama por mientras —le ordeno con voz baja y calmada.Él no protesta y rápidamente se va hacia mí cama y se echa, se cubre con mi colcha pequeña y nos da le espalda.—Ja —suelta Mario.—¿Qué pasa? —le pregunto molesta.—Traes a casa a un imbécil y le ofreces tu cama, eso pasa.Agarró de la mano a mi enamorado y lo miro a los ojos, veo algo en él que jamás he visto y es inseguridad, celos, hasta podría ver su desconfian
Ella me mira a los ojos y veo inseguridad en su mirada. Asiente con la cabeza y me extiende la mano.—Yo misma renunciaré —dice. Intento tomar su mano, pero no puedo.De cierta manera estoy alegre por alejarla de mi padre y por otro lado, ella sabe todo sobre este trabajo. No pensé que ella cedería tan fácil.—Bien ahora abre la puerta —exigo. Ella se pone de pie y avanza hacia la puerta.—Edu deberías de pedir un taxi a tu casa —su voz suena apagada. Es en estos momentos que me gustaría tener el super poder de leer las mentes así podría saber si mentalmente me está matando o pensando otras cosas.—Si, por favor pideme un taxi —le digo. Ella abre la puerta y ambos bajamos a esperar mi taxi luego de que ella lo pidiera.Para mí seguridad yo digite la dirección.—Emilia —llamo si atención mientras estamos sentados en la vereda. Ella me mira y quiero agradecerle por lo del pan y todo lo que ha hecho por mí hasta ahora y pedirle perdón por ser un desgraciado con ella.Veo ilusión en sus o