Hola hola! ¿Qué sera lo que les espera en la ciudad? Bso Kika
Dashi A Luther no le importaba ir en silencio conmigo. Yo había mejorado muchísimo y ahora podía decir palabras cortas, pero cuando intentaba decir una oración... las palabras se quedaban a mitad de camino. Era un avance por supuesto y yo me sentía realmente afortunada. Había tenido una herida prácticamente mortal, y no solo había vivido, sino que el efecto secundario estaba desapareciendo. Además, había vuelto a ver a mi señora, era una dama ahora... y me disponía a hacer mi primera visita como una emisaria importante. Solos los señores y damas podían ser enviados como representantes. Yo me había ofrecido, pero honestamente no pensé que iba a ser aceptada. Y, sin embargo, nadie colocó ninguna objeción. Me había sorprendido cuando el capitán se había ofrecido a ir conmigo, íbamos ya lo más rápido que podíamos sin cansar a los caballos, junto con media docena de soldados. Dentro de mí me preguntaba por qué él lo había hecho, pero parecería que la respuesta era tan clara como una
DashiEl reino se asomaba al poco tiempo. Rainer parecía ser un lugar apacible y bastante próspero. Los pastos eran verdes si habían sembradíos y árboles bajos. Mientras más avanzábamos veíamos calles de piedra y casas grandes y abiertas. El capitán se quedaba ahora más a mi lado, y en todo lo que había restado de camino no nos habíamos separado. Me traía un poco de miel en las mañanas, me tomaba de la mano cuando me bajaba del caballo, y cuando encontrábamos un lugar más solitario nos robábamos besos. De repente, este hombre que había llegado hace unos meses en mi vida se transformaba en alguien sin el que no imaginaba estar. —Ya estamos casi llegando, el caballero envió un cuervo con un mensaje que ya debe estar en manos del Rey Donovan— dice el capitán. Los soldados de Rainer parecen estar extremadamente atentos y nos hacen muchas preguntas al entrar, pero tal como él había dicho, sin duda nos esperaban. —Pasen por aquí, el príncipe los va a atender, inmediatamente— nos dice
Naiara Halia… no era nada como pensé. —La ciudad antes era tan majestuosa y no sé cómo ha caído en esto... —decía mi caballero totalmente angustiado por lo que veía. Estábamos viendo el primer vistazo de la capital desde una gran colina. Había mandado un grupo antes para que viera, a unos pasos de nosotros y prácticamente no habían sabido qué decirnos. Parecía que una gran nube gris se había asentado fuera de la capital, parecía haber hasta un remolino que prácticamente estaba conformado por nubes grises y que el centro venía directamente del palacio imperial. Más allá de eso, la ciudad estaba totalmente tomada por el ejército imperial, y desde aquí podíamos ver cómo se organizaban y cómo se preparaban. Era una gran cantidad de soldados, con grandes asentamientos y que ocupaban kilómetros y kilómetros a la redonda. Habíamos tenido que dejar a varios en estos soldados atrás simplemente para no llamar la atención. Rise y Mer se habían acercado a los límites de la ciudad y había
Naiara —Parece que van a caer en el anzuelo— me decía mi caballero. No era el mejor de los planes y sin duda con más tiempo y más información podríamos hacer mucho más, pero el día del muy planificado evento de sacrificio se acercaba y teníamos que actuar lo antes posible. Teníamos el beneficio de que sabíamos cuáles iban a ser los pasos de la gente de Sarassea y también de que estarían buscándome, inclusive estábamos seguros de que tendrían hombres completamente atentos, así yo estaba cerca, pues conocían mis planes y que yo iba a venir a la capital en algún momento. Sabíamos que habían algunos soldados de Sarassea, que iba a hacer lo posible por encontrarme primero, inclusive arriesgándose a entrar en el bosque que sin duda deben haber evitado a toda costa. Harían eso y más, con tal de tenerme primero y cobrar posiblemente la recompensa. Pavel debía ser un rey espantoso para sus propios soldados, como para que lo traicionaran tan fácilmente por un emperador extranjero. Mi p
NaiaraMe espanté con lo que encontré cuando entré a su carpa. Era todo lujo y exceso como si quisiese traer Sarassea aquí al imperio. Sin duda las mujeres habían estado básicamente en un rincón, aun cuando el espacio era grande y cómodo. Veía sus cosas tiradas, ropas y unas bolsas.Era realmente aterrador traer a sus propias acompañantes a una guerra, algunas simplemente ni las conocería. Todas serían sin duda obligadas, con la simple esperanza de que alguno le diera un hijo que sobreviviera.Pavel se sentaba muy plácidamente mientras volvía a tomar a la chica que quedaba y le pedía que se sentara cerca de él, mientras él la amenazaba con una espada. El rey no quería perder el control prácticamente bajo ningún concepto. —Bien…. princesa, me alegra que por fin hayas entendido, que estuvieras aquí por las buenas. La diosa solo saben cuánto yo quería tenerte como mi esposa y todo lo que te daría, si simplemente hubieses accedido mis pedidos— decía el rey muy tranquilo como si no acabar
Azaleia Yo cada vez me impresionaba más de mi prima, su poder realmente era algo fuera de este mundo, y mientras estábamos en este nuevo campamento se podía sentir como la sola presencia de ella cambiaba la situación. Habíamos dispuesto a entrenar y yo veía como ella se concentraba cada vez más y controlaba su luz. Parecía que hasta el bosque cambiaba y los árboles la escuchaban. Había sido derrotado un gran enemigo, alguien que había hecho mucho daño… y ahora era como si el mundo la escuchara. Y todos estábamos de acuerdo en que todavía tenía mucho que mostrar. Muchos de los soldados de Sarassea tenía miedo de ella, y era increíble cómo habían sido de dañinos los rumores creados por el emperador, que habían dibujado a mi prima como una persona que no era. Afortunadamente, eso tenía un remedio y era que Naiara se acercara a las personas y les hablara de su propósito y de los planes que ella tenía. Layne y los soldados del Sur también contaban sus experiencias, y solo con verla el
Azaleia ¡Por la diosa de todas las personas que podía encontrarme!Había tenido la esperanza de que Layne o el comandante real los detuviera, pero aquí estaba yo con uno de mis grandes enemigos. No solo alguien que destruyó la familia de mi esposo, mi propia familia, sino que nos había declarado prácticamente la guerra.Y en vez de buscar que no libráramos a los prisioneros o a los animales, o atacar a su primo, o defender el palacio, o inclusive buscar a mi prima la princesa, posiblemente la enemiga número uno en este momento del imperio... había venido hasta aquí buscándome. Para mí eso no era ninguna casualidad. —Sabía que ibas a ser un problema del momento en que entraste al castillo de mi padre... y te colaste en la cama de mi hermano. Pero en cuanto supe de tus bajos orígenes... me propuse que no podrías ensuciar el legado de mi familia—decía acercándose a mí.Yo le hacía señas a Mer para que continuara ayudando a los animales. Yo me tenían que encargar de Heral de una u otra
Naiara Mi señora Siri decía que usualmente no tomábamos las mejores decisiones, que en general no era fácil saber cuáles eran las correctas, sino que simplemente hacíamos lo que creíamos mejor en el momento. Y en una situación como esta, prácticamente de guerra, yo me preguntaba si había alguna forma de hacerlo diferente. Había que pensar en tantas cosas: en que hubiera menos víctimas, en que se gastara menos recursos, en que sufriremos lo menos posible. Mi medio hermano se había atrincherado aquí y por más que quisiéramos no había forma de sacarlo. Era como si se hubiese propuesto a que yo viniera hasta acá a enfrentarlo, casi se podría decir que era su objetivo, traerme hasta aquí. Podría haberme quedado afuera, esperándolo eternamente, y quizás atacar y exponer a todo el mundo, y yo creía fielmente que no iba a lograr nada con eso. Así que aquí estábamos en uno de los salones del palacio imperial, en una lucha encarnizada en donde yo no sabía si iban a haber ganadores, sino