Naiara Había terminado arropada y acomodada con grandes capas. Mi caballero oscuro había intentado disuadirme ya varias veces en el camino, pero yo estaba determinada: no quería vivir otra farsa de matrimonio, no quería arriesgar mi felicidad en pro del imperio. Quizás sonará egoísta, y no propio de una princesa. Pero yo estaba convencida de que no seguir el destino nos iba a traer problemas. —Tú eres mi destino... —le decía mientras caminábamos de vuelta nuestro asentamiento, y veíamos a lo lejos los soldados que cuidaban a todos nosotros. —Y cuando el destino está escrito en las estrellas, no puede ser cambiado. Ir contra ese destino es penado por la diosa... pues ella lo ha escrito por alguna razón, todos lo saben— le susurraba yo mientras él prácticamente me tenía tapada para que nadie me viera. Él suspiraba por milésima vez. —Tenemos tiempo para pensar eso… ahora necesito que te abrigues… no quiero que te enfermes… por favor Naiara…— decía mientras me tenía abrazada. Amab
Dashi —Estoy bien Dashi... de verdad...— decía él mientras yo me aproximaba dentro del asentamiento de los soldados. Luther se oponía a tener un tratamiento diferente al de sus hombres, y eso yo por supuesto lo admiraba. La batalla había sido rápida y sumamente efectiva y a cada día que pasaba yo me maravillaba más del ejército del sur. No solamente eran unos meros soldados, sino que se comportaban como una familia. Y de alguna u otra manera, habían hecho que yo me sintiera parte de ellos. Yo me acercaba a él prácticamente sin poder evitarlo, él era un hombre realmente grande y acostumbrado a hacer las cosas a su manera, pero yo había visto que había quedado herido, aunque seguramente para él no era gran cosa. Tomaba una de las vendas que tenía ahí y un poco de agua y le hacía señas para que se apartara y me dejara ayudarlo. Yo limpiaba con cuidado la herida en su brazo y veía que tenía muchas cicatrices, sabía que para un soldado eso no era gran cosa, inclusive podría ser sí
Layne—Princesa ... creo que por fin está encontrando el camino— le decía la sacerdotisa. Y era verdad, Naiara había empezado a apuntar con sus manos como si estuviera a esos puntos que habían colocado los soldados, haciendo que cayeran unos muñecos de paja. Era un excelente forma de entrenamiento, y se había dispuesto todo cerca del bosque para que ella se preparara. Habían pasado días desde que llegamos a Haggard y teníamos una especie de descanso. Este había sido mi hogar por tanto tiempo, siempre que volvía de mis viajes, aquí encontraba la paz. Y debía decir que con la nueva Condesa... todo estaba mejor que nunca. Ella había tomado el control y había organizado todo con mano dura, pero también con inteligencia Y lógica. Haggard funcionaba como una rueda perfecta, y si yo tenía alguna preocupación de que sufrirían por algún ataque, eso se había esfumado inmediatamente en lo que había visto la preparación de los soldados, el armamento y toda la estrategia que ella había planifi
Dashi —Estoy seguro de que están bien, si la Duquesa es la mitad de lo que todos ustedes dicen, realmente debe ser una mujer asombrosa— me dice el capitán. —En cualquier caso nosotros vamos a llegar cuanto antes, le daremos la mano que necesita, ya verás mi Dama— dice él. Tomábamos muy pocas pausas en nuestro camino, y estaba segura de que si fuera por los soldados, no pararíamos en lo absoluto. Mi pequeño cuervo hacía tiempo había partido en busca de información de la Duquesa y no había vuelto y eso me tenía más inquieta. Me levantaba de mi pequeño asentamiento cerca de un árbol y veía a Luther a pocos pasos viendo a la noche y asombrado con el bosque. Fijaba sus ojos en mí cuando me acercaba. —Tienes que dormir, previo a toda batalla hay que descansar— me decía él y yo lo señalaba. —Un capitán tiene que estar cuidando a su tropa, no descansando— me decía con una sonrisa. No era un hombre que sonriera, era mucho, pero cuando lo hacía…era realmente magnífico. Se me quedaba o
AzaleiaLa batalla había sido terrible, mucho más de lo que yo había imaginado. Nosotros no éramos soldados especializados y la mayoría de las personas aquí ponía en riesgos sus vidas por nuestra tierra y las personas que amábamos. Pero eran simples granjeros o personas acostumbradas a estar en sus casas sin problemas como yo debí haber sido hace mucho tiempo.Pero aquí estábamos, descansando luego del triunfo. Mis pocos soldados habían actuado rápidamente y a veces no siempre era necesaria la fuerza, sino el orden y la logística es algo que me había recomendado la Condesa y tenía razón. El ejército del emperador era férreo y para nada un oponente fácil, este era su vida, la lucha y nosotros nos defendíamos con lo que teníamosY con todo y eso cuando yo había visto que se aproximaba un ejército desconocido sabía que el final estaba cerca. En medio de una noche de ataque, había recibido el mensaje de mi amiga, estaba cerca y mi corazón se aliviaba. El ejército de Sur era algo impres
Naiara Parecía que la batalla se desencadenaba frente a nosotros, queramos o no. Mientras nos acercábamos escuchábamos los gritos y el desespero y esto era mucho más grande de lo que yo podía haber imaginado. Mucho más de lo que había visto en ese ataque al pequeño grupo de soldados imperiales camino a Haggard. Aquí habían llamas y humo, flechas volando, lanzas esperando encontrar un objetivo, gritos, sangre, relinchar de caballos, desespero y muerte. Me quedaba terriblemente asombrada mientras mis señores me apartaban. —¡Atrás! ¡Den varios pasos atrás y dejan pasar a la princesa!—gritaba mi señor de Fidela. —¡Por Miraes!— gritaba mi caballero de Miraes y varios soldados iban a la carga metiéndose en la batalla como si fuera un mar lleno de olas salvajes y ellos simplemente hacían un sutil clavado. —Layne... — decía mientras él prácticamente me bajaba de mi caballo oscuro y me atraía hacia él —Ni se te ocurra, ¿no has visto lo que es esto? Jamás dejaría que te involucraras en
Layne Había pasado mucho tiempo, pero lo reconocería, era él el general que había visto con varios soldados en el templo de la luna cuando descubrí la tumba de los padres de la Duquesa. Recordaba esa cicatriz en su cara y la mirada de odio, el tipo de hombre que está en este rol mandando y acabando con otros, simplemente por el placer de matar y que otros hagan lo que él diga. Y al lado de él estaba nada más y nada menos que Heral el que perdió su título en Haggard, y para mi desgracia, mi primo. —Tanto que estábamos buscando a la princesa y ella viene aquí muy dócil a nuestro encuentro, ¿qué le parece esto, Conde?— pregunta el soldado. —No eres un Conde, tu propio padre te desheredó— le digo yo y él me mira con odio. —Mi padre era un viejo senil que no sabía identificar lo bueno ni que lo tuviera enfrente…— —Pues reconoció a tu hijo que ahora es el verdadero Conde. Tú solo eres un exiliado de tu propia casa— le contesto. —Eso ya lo veremos… porque en el momento en que a
Naiara—Está bien Su Majestad... ya verá cómo el caballero va a volver fuerte— me decía unas de las curanderas de Miraes. Nunca había estado aquí, pero inclusive aún en medio de una batalla yo podía apreciar que el lugar era maravilloso. —Lo que ha hecho ha sido impresionante, y no solo hablo de la batalla, sino que mis expertos dicen que si no fuera por usted del caballero hubiese muerto— dice el Duque de Miraes viéndome con asombro y respeto. —¿Sabe? Era una bebé la última vez que la vi. Y ahora toda una soberana— decía inclinándose a mí y yo me acercaba a tomar su mano. —Lograremos recuperar su ducado, mi señor— le decía y él me observaba con asombro —Pero Su Majestad usted tiene que descansar y recomponerse. No necesita demostrar nada más, por todos lados se escucha lo increíble y maravilloso que es la nueva Emperatriz—Desde hace ya unas horas cada vez que aparecía me llamaban Su Majestad. Era el más alto rango y aún no me acostumbraba a ello. —Yo haré lo que es necesario pa