Hola hola! Naiara tiene lo que quería, estar en medio de una batalla, veremos colo salen de esta. Los leo! bso Kika
Layne Había pasado mucho tiempo, pero lo reconocería, era él el general que había visto con varios soldados en el templo de la luna cuando descubrí la tumba de los padres de la Duquesa. Recordaba esa cicatriz en su cara y la mirada de odio, el tipo de hombre que está en este rol mandando y acabando con otros, simplemente por el placer de matar y que otros hagan lo que él diga. Y al lado de él estaba nada más y nada menos que Heral el que perdió su título en Haggard, y para mi desgracia, mi primo. —Tanto que estábamos buscando a la princesa y ella viene aquí muy dócil a nuestro encuentro, ¿qué le parece esto, Conde?— pregunta el soldado. —No eres un Conde, tu propio padre te desheredó— le digo yo y él me mira con odio. —Mi padre era un viejo senil que no sabía identificar lo bueno ni que lo tuviera enfrente…— —Pues reconoció a tu hijo que ahora es el verdadero Conde. Tú solo eres un exiliado de tu propia casa— le contesto. —Eso ya lo veremos… porque en el momento en que a
Naiara—Está bien Su Majestad... ya verá cómo el caballero va a volver fuerte— me decía unas de las curanderas de Miraes. Nunca había estado aquí, pero inclusive aún en medio de una batalla yo podía apreciar que el lugar era maravilloso. —Lo que ha hecho ha sido impresionante, y no solo hablo de la batalla, sino que mis expertos dicen que si no fuera por usted del caballero hubiese muerto— dice el Duque de Miraes viéndome con asombro y respeto. —¿Sabe? Era una bebé la última vez que la vi. Y ahora toda una soberana— decía inclinándose a mí y yo me acercaba a tomar su mano. —Lograremos recuperar su ducado, mi señor— le decía y él me observaba con asombro —Pero Su Majestad usted tiene que descansar y recomponerse. No necesita demostrar nada más, por todos lados se escucha lo increíble y maravilloso que es la nueva Emperatriz—Desde hace ya unas horas cada vez que aparecía me llamaban Su Majestad. Era el más alto rango y aún no me acostumbraba a ello. —Yo haré lo que es necesario pa
Brock Kira se aproxima a la luz que es magnífica, no se siente caliente sino como una corriente fría de una noche con una luna llena. Yo sigo de rodillas, como si mi cuerpo no se pudiera levantar, nunca me había sucedido, era un hombre que estaba presto y dispuesto para atacar, como un animal salvaje en el bosque. Pero algo me contenía, una fuerza sobrenatural. Temí levantar mi cabeza para ver qué sucedía, mi loba se mantenía junto a mí, también en posición de sumisión. No sé cuánto tiempo tenía aquí, ni si lo que había visto era real. Sentía que estaba en una especie de tiempo que se repetía una y otra vez, como si fueran las mismas horas y minutos; pero cada cosa que sucedía era tan extraña como la anterior. —Mi señora... mi brillante señora— decía la sacerdotisa encandilada. Era la única que realmente se había atrevido a dar un paso adelante, Como si no tuviese miedo y yo mismo no sabía ni qué pensar. Cuando escucho una voz magnífica hablar a nosotros y el sonido retumba
Naiara —¿Qué es lo que sucede en Halia?— pregunto de camino a Bousquet, pero mi caballero me ha dado las respuestas más vagas posibles y es obvio que intenta que yo no me entere. Puedo saber que estamos cerca de mi prima, por el simple movimiento de las aves, mis caballeros me dijeron que debe ser todo un suceso para la naturaleza, que ambas estemos juntas: las damas de la naturaleza. Me encantaría saber la razón de todo esto. —Ambas deben tener algo, un toque muy especial de la sangre de la luna para provocar todo esto— me dice Layne cuando me encuentro sentada en la noche frente al río. —Quisiera saber qué hay de especial en nosotras y por qué ahora es que parece estarse activando— le pregunto. Él se acerca un poco cojeando, cada vez está mejor y pocas veces acepto ayuda, pero yo lo tomo de la mano y él se sienta a mi lado con un resoplido. —Quizás era el momento y ustedes, las personas ideales para afrontar los tiempos que se acercan— me explica él. —Si no sé lo que suce
NaiaraTodo había cambiado. Ahora tenía muchos aliados y mi prima y yo practicábamos como atacar y me sentía extrañamente preparada. Mis caballeros enviaban mensajes, y los soldados entrenaban y se dispersaban por Bousquet. Dashi decía algunas pocas palabras y todos éramos felices de que había mejorado. Los sacerdotes también se habían quedado, buscando refugio y también diciendo que buscarían ayudar. Sin embargo, el servidor Ernest había decidido venir con nosotros, así como Mer, Dashi y Rise también. Tuvimos un momento agridulce cuando la Condesa vino a buscar a la pequeña Marchelina. Teníamos tiempo sin estar todos juntas, y después de que tuvimos una cena fabulosa y hablamos del futuro y del pasado... cuando la luna estaba bien arriba en el cielo… ella procedió a despedirse. Mi prima lloraba desesperada en la despedida de su pequeña y le dejaba un pequeño lobito de madera que le había hecho su padre, y todos sentíamos su pérdida.—Ella es una Haggard... y sin duda una pequeña
AzaleiaSabía que había sido muy imprudente y que de ninguna forma tenía que andar en un territorio desconocido, sin protección ni sin avisar a nadie. Pero podía escuchar el grito y aullido de mis animales, de una forma tan desesperada que me carcomía el corazón. Y finalmente había tenido razón, ellos estaban atrapados, mis pobres pequeños que nunca habían estado así en su vida. Lupo protegía a sus hijos, y yo los había visto llorar. Hasta que había llegado mi prima y el señor Rise, y luego de una pelea en la que no teníamos ningún chance, habíamos caído como tontos. Y ahora no tenía la menor idea de dónde estábamos, pero estábamos en manos del enemigo, eso era seguro. Cuando desperté mi prima estaba a mi lado, teníamos las manos atadas, pero yo busqué la forma de acercarme a ella más y de que se despertara. Yo la había visto como estaba mejorando cada vez más, con los rayos que lanzaba de sus manos, una especie de luz de luna. Si había alguien que nos podía sacar de esto era sin
Layne —¡Habla! ¡De una vez! —grito desesperado, con las manos llenas de sangre, el hombre que estaba arrodillado a mis pies casi ya ni podía abrir los ojos y no era el primero. —¡Vamos! ¿O quieres morir por tu rey? Te aseguro que él no va a agradecértelo, es un viejo sinvergüenza que solo piensa en sí mismo— le decía yo y escuchaba al otro lado como Luther le caía golpes a otro. Yo le doy otro puñetazo al hombre de Sarassea. —Si eran bastante habladores y valientes, con dos mujeres atadas, ¿no es así? Aunque es obvio que no tenía ni idea de quiénes eran y del poder que tenían... lo supieron, aunque muy tarde— digo. —La bruja... —dice el hombre y yo ahora le doy una patada en el estómago, el hombre chilla y grita. —La Emperatriz para ti, escoria, ¿quieres saber qué le paso a tus compañeros? Uno prácticamente se infartó del miedo, cuando pasó a manos del capitán... —digo y él escucha los gritos que vienen de dónde está el mencionado. Lo veo ahora un poco más dispuesto. —Te pr
Naiara —¿Qué habrá sido eso? — —Jamás había visto una estrella fugaz como esa— —Era como si el cielo se hubiese partido en dos y después en varios pedazos con su llegada— —Esto significaba esperanza sin alguna duda — Solo escuchaba exclamaciones de asombro y quizás hasta de miedo. Esa estrella había iluminado la noche oscura, dejando una estela de luz brillante como si a su paso naciera miles de estrellas más. Mi prima esperaba mensajes de su esposo y esto le daba esperanza. —No sé qué es Naiara... pero algo me dice que mi esposo está cerca, o que él tiene algo que ver con esto— decía Azaleia emocionada. Yo sabía que tenía días tristes, que extrañaba su pequeña y a su esposo, pero yo admiraba la forma en que ella estaba convencida de que todo iba a salir bien. Como siempre, ella y el Duque estaban conectados, como si existiese una alianza inquebrantable, y que pasara lo que pasara, ellos iban a estar juntos. Mis señores y señoras y mis caballeros estaban asombrados, y los serv