Dashi —Estoy seguro de que están bien, si la Duquesa es la mitad de lo que todos ustedes dicen, realmente debe ser una mujer asombrosa— me dice el capitán. —En cualquier caso nosotros vamos a llegar cuanto antes, le daremos la mano que necesita, ya verás mi Dama— dice él. Tomábamos muy pocas pausas en nuestro camino, y estaba segura de que si fuera por los soldados, no pararíamos en lo absoluto. Mi pequeño cuervo hacía tiempo había partido en busca de información de la Duquesa y no había vuelto y eso me tenía más inquieta. Me levantaba de mi pequeño asentamiento cerca de un árbol y veía a Luther a pocos pasos viendo a la noche y asombrado con el bosque. Fijaba sus ojos en mí cuando me acercaba. —Tienes que dormir, previo a toda batalla hay que descansar— me decía él y yo lo señalaba. —Un capitán tiene que estar cuidando a su tropa, no descansando— me decía con una sonrisa. No era un hombre que sonriera, era mucho, pero cuando lo hacía…era realmente magnífico. Se me quedaba o
AzaleiaLa batalla había sido terrible, mucho más de lo que yo había imaginado. Nosotros no éramos soldados especializados y la mayoría de las personas aquí ponía en riesgos sus vidas por nuestra tierra y las personas que amábamos. Pero eran simples granjeros o personas acostumbradas a estar en sus casas sin problemas como yo debí haber sido hace mucho tiempo.Pero aquí estábamos, descansando luego del triunfo. Mis pocos soldados habían actuado rápidamente y a veces no siempre era necesaria la fuerza, sino el orden y la logística es algo que me había recomendado la Condesa y tenía razón. El ejército del emperador era férreo y para nada un oponente fácil, este era su vida, la lucha y nosotros nos defendíamos con lo que teníamosY con todo y eso cuando yo había visto que se aproximaba un ejército desconocido sabía que el final estaba cerca. En medio de una noche de ataque, había recibido el mensaje de mi amiga, estaba cerca y mi corazón se aliviaba. El ejército de Sur era algo impres
Naiara Parecía que la batalla se desencadenaba frente a nosotros, queramos o no. Mientras nos acercábamos escuchábamos los gritos y el desespero y esto era mucho más grande de lo que yo podía haber imaginado. Mucho más de lo que había visto en ese ataque al pequeño grupo de soldados imperiales camino a Haggard. Aquí habían llamas y humo, flechas volando, lanzas esperando encontrar un objetivo, gritos, sangre, relinchar de caballos, desespero y muerte. Me quedaba terriblemente asombrada mientras mis señores me apartaban. —¡Atrás! ¡Den varios pasos atrás y dejan pasar a la princesa!—gritaba mi señor de Fidela. —¡Por Miraes!— gritaba mi caballero de Miraes y varios soldados iban a la carga metiéndose en la batalla como si fuera un mar lleno de olas salvajes y ellos simplemente hacían un sutil clavado. —Layne... — decía mientras él prácticamente me bajaba de mi caballo oscuro y me atraía hacia él —Ni se te ocurra, ¿no has visto lo que es esto? Jamás dejaría que te involucraras en
Layne Había pasado mucho tiempo, pero lo reconocería, era él el general que había visto con varios soldados en el templo de la luna cuando descubrí la tumba de los padres de la Duquesa. Recordaba esa cicatriz en su cara y la mirada de odio, el tipo de hombre que está en este rol mandando y acabando con otros, simplemente por el placer de matar y que otros hagan lo que él diga. Y al lado de él estaba nada más y nada menos que Heral el que perdió su título en Haggard, y para mi desgracia, mi primo. —Tanto que estábamos buscando a la princesa y ella viene aquí muy dócil a nuestro encuentro, ¿qué le parece esto, Conde?— pregunta el soldado. —No eres un Conde, tu propio padre te desheredó— le digo yo y él me mira con odio. —Mi padre era un viejo senil que no sabía identificar lo bueno ni que lo tuviera enfrente…— —Pues reconoció a tu hijo que ahora es el verdadero Conde. Tú solo eres un exiliado de tu propia casa— le contesto. —Eso ya lo veremos… porque en el momento en que a
Naiara—Está bien Su Majestad... ya verá cómo el caballero va a volver fuerte— me decía unas de las curanderas de Miraes. Nunca había estado aquí, pero inclusive aún en medio de una batalla yo podía apreciar que el lugar era maravilloso. —Lo que ha hecho ha sido impresionante, y no solo hablo de la batalla, sino que mis expertos dicen que si no fuera por usted del caballero hubiese muerto— dice el Duque de Miraes viéndome con asombro y respeto. —¿Sabe? Era una bebé la última vez que la vi. Y ahora toda una soberana— decía inclinándose a mí y yo me acercaba a tomar su mano. —Lograremos recuperar su ducado, mi señor— le decía y él me observaba con asombro —Pero Su Majestad usted tiene que descansar y recomponerse. No necesita demostrar nada más, por todos lados se escucha lo increíble y maravilloso que es la nueva Emperatriz—Desde hace ya unas horas cada vez que aparecía me llamaban Su Majestad. Era el más alto rango y aún no me acostumbraba a ello. —Yo haré lo que es necesario pa
Brock Kira se aproxima a la luz que es magnífica, no se siente caliente sino como una corriente fría de una noche con una luna llena. Yo sigo de rodillas, como si mi cuerpo no se pudiera levantar, nunca me había sucedido, era un hombre que estaba presto y dispuesto para atacar, como un animal salvaje en el bosque. Pero algo me contenía, una fuerza sobrenatural. Temí levantar mi cabeza para ver qué sucedía, mi loba se mantenía junto a mí, también en posición de sumisión. No sé cuánto tiempo tenía aquí, ni si lo que había visto era real. Sentía que estaba en una especie de tiempo que se repetía una y otra vez, como si fueran las mismas horas y minutos; pero cada cosa que sucedía era tan extraña como la anterior. —Mi señora... mi brillante señora— decía la sacerdotisa encandilada. Era la única que realmente se había atrevido a dar un paso adelante, Como si no tuviese miedo y yo mismo no sabía ni qué pensar. Cuando escucho una voz magnífica hablar a nosotros y el sonido retumba
Naiara —¿Qué es lo que sucede en Halia?— pregunto de camino a Bousquet, pero mi caballero me ha dado las respuestas más vagas posibles y es obvio que intenta que yo no me entere. Puedo saber que estamos cerca de mi prima, por el simple movimiento de las aves, mis caballeros me dijeron que debe ser todo un suceso para la naturaleza, que ambas estemos juntas: las damas de la naturaleza. Me encantaría saber la razón de todo esto. —Ambas deben tener algo, un toque muy especial de la sangre de la luna para provocar todo esto— me dice Layne cuando me encuentro sentada en la noche frente al río. —Quisiera saber qué hay de especial en nosotras y por qué ahora es que parece estarse activando— le pregunto. Él se acerca un poco cojeando, cada vez está mejor y pocas veces acepto ayuda, pero yo lo tomo de la mano y él se sienta a mi lado con un resoplido. —Quizás era el momento y ustedes, las personas ideales para afrontar los tiempos que se acercan— me explica él. —Si no sé lo que suce
NaiaraTodo había cambiado. Ahora tenía muchos aliados y mi prima y yo practicábamos como atacar y me sentía extrañamente preparada. Mis caballeros enviaban mensajes, y los soldados entrenaban y se dispersaban por Bousquet. Dashi decía algunas pocas palabras y todos éramos felices de que había mejorado. Los sacerdotes también se habían quedado, buscando refugio y también diciendo que buscarían ayudar. Sin embargo, el servidor Ernest había decidido venir con nosotros, así como Mer, Dashi y Rise también. Tuvimos un momento agridulce cuando la Condesa vino a buscar a la pequeña Marchelina. Teníamos tiempo sin estar todos juntas, y después de que tuvimos una cena fabulosa y hablamos del futuro y del pasado... cuando la luna estaba bien arriba en el cielo… ella procedió a despedirse. Mi prima lloraba desesperada en la despedida de su pequeña y le dejaba un pequeño lobito de madera que le había hecho su padre, y todos sentíamos su pérdida.—Ella es una Haggard... y sin duda una pequeña