Cristian lo miró en silencio, su mandíbula apretada. La tensión en la habitación era palpable, como si el aire mismo se hubiera vuelto más pesado.—Sólo dime de una vez qué tiene James que sea tuyo —gritó Liam finalmente, su paciencia agotada—. ¡Dímelo!El silencio que siguió fue casi ensordecedor. Cristian se levantó lentamente de su silla, caminando hacia la ventana mientras miraba al horizonte. Su espalda era una barrera que Liam no podía cruzar, un muro que ocultaba la verdad.—No puedo decírtelo aún —murmuró Cristian después de un largo momento—. Pero te aseguro que cuando lo descubras, entenderás por qué estoy dispuesto a todo para recuperarlo.Liam se levantó de su asiento, frustrado y cansado de los juegos de su padre.—Si no me dices la verdad, no cuentes conmigo —dijo, con una mezcla de tristeza y determinación—. No voy a ser parte de tus guerras personales, papá.Y sin esperar respuesta, se dio la vuelta y salió de la oficina, dejando a Cristian sumido en sus propios pensam
Finalmente, cuando Liam estaba completamente desnudo, Derek lo tomó de la mano y lo guió hacia la ducha. Abrió el grifo, dejando que el agua tibia comenzara a fluir, llenando el espacio con vapor. Pero antes de entrar, lo acercó de nuevo a su cuerpo, envolviéndolo en un abrazo cálido.—Gracias por estar aquí conmigo —susurró Derek, apoyando su barbilla en el hombro de Liam—. Contigo, siento que puedo con cualquier cosa.Liam no respondió de inmediato, simplemente se hundió más en el abrazo, sintiendo el latido firme del corazón de Derek contra su propio pecho. Finalmente, levantó la cabeza y lo miró a los ojos.—Siempre voy a estar contigo, Derek —dijo con una sinceridad que caló hondo.Ambos entraron a la ducha, dejando que el agua caliente cubriera sus cuerpos mientras el mundo exterior quedaba momentáneamente olvidado.A la mañana siguiente, Derek se levantó antes de que el sol estuviera completamente arriba. Miró a Liam, que dormía profundamente, con el rostro relajado y la respir
Derek cerró la puerta tras de sí, dejando el bullicio de la ciudad afuera. Su apartamento estaba silencioso, tan silencioso que le pareció aún más frío de lo habitual. Las paredes desnudas y los muebles minimalistas no ayudaban, pero su vista se dirigió inmediatamente hacia el balcón, donde una figura conocida permanecía de pie, mirando la inmensidad de la ciudad iluminada.Liam estaba allí, con una postura relajada pero pensativa, sosteniendo algo en sus manos. Sus cabellos oscuros se movían ligeramente con la brisa nocturna, y la luz de la ciudad parecía envolverlo en un halo de melancolía.Derek dejó su chaqueta con descuido sobre el sofá, sin apartar la mirada de su pareja. Caminó hacia la puerta de cristal que separaba la sala del balcón, la deslizó con suavidad y salió al aire fresco de la noche. Se colocó detrás de Liam, rodeándolo con sus brazos en un abrazo firme pero reconfortante, y besó suavemente su cuello.—Buenas noches, amor —murmuró Derek, dejando que sus labios rozar
Derek suspiró y se inclinó hacia él, apoyando los codos en las rodillas mientras juntaba las manos.—Sí, tal vez, Liam. Pero Vittorio siempre fue un hombre ambicioso. Nunca le importó nadie más que él mismo. —Su tono se endureció ligeramente al recordar al hombre que había marcado su pasado—. Sin embargo, creo que con tu padre era diferente. Quizá por eso esté tan desesperado por encontrar algo que les pertenecía a ambos.Liam lo miró, aún desconcertado, mientras sus cejas se juntaban en una expresión de profundo conflicto interno.—Derek... tú mismo me dijiste que cuando Vittorio te adoptó no recuerdas a mi padre junto a él. Nunca mencionaste que ellos se conocieran.Derek levantó la mirada, encontrándose con los ojos de Liam. Había una mezcla de compasión y firmeza en su expresión, consciente de que debía mantener la calma para poder ayudar a su pareja a procesar todo esto.—Bebé... sé que es difícil de entender. Pero creo que tu padre quiere decirte la verdad. Tal vez este sea el m
Durante el trayecto, Liam permaneció en silencio, observando las calles que pasaban frente a él sin realmente verlas. Su mente estaba demasiado ocupada ensayando las palabras que usaría, aunque sabía que probablemente olvidarían todo en cuanto estuviera frente a Cristian.Cuando finalmente llegaron al imponente edificio donde su padre tenía su empresa, Liam vio el coche de Cristian estacionado en la entrada. Fue como una señal, una confirmación de que no había marcha atrás.—Voy a bajarme ahora —dijo Liam de repente, su voz firme aunque sus manos aún temblaban.Derek lo miró de reojo, evaluando su estado antes de asentir con un leve movimiento de cabeza.—Estaré aquí si me necesitas.Liam tragó saliva, agradecido por el apoyo silencioso de Derek, y salió del coche. Caminó rápidamente hacia la entrada, con los latidos de su corazón resonando en sus oídos. Cada paso lo acercaba más al momento que había estado temiendo y deseando a partes iguales.Al entrar al edificio, sus ojos buscaron
Cristian se llevó las manos al rostro, como si intentar cubrirse pudiera protegerlo del juicio en los ojos de su hijo. Sus hombros temblaban levemente, y aunque mantenía la voz firme, su vulnerabilidad era evidente.—Me he vuelto loco, Liam —dijo, su voz rota por la desesperación—. Día y noche trato de no pensar en él, en Vittorio. Me repito que ya está muerto, que tengo que seguir adelante. Pero no puedo. No puedo sacarme este amor del corazón, no importa cuánto lo intente.Liam lo miraba en silencio, sintiendo una mezcla de compasión y alarma. Cristian levantó la mirada, con los ojos brillantes por lágrimas contenidas, y habló con más intensidad.—Cuando tú entiendas lo que es el amor de verdad, Liam, quizás entonces serías capaz de comprender. De comprender lo que he hecho, lo que he soportado, por el hombre que amaba.Liam frunció el ceño, confuso, preocupado por el tono sombrío de su padre.—Papá, ¿de qué estás hablando ahora? —preguntó con cautela—. ¿Qué fue lo que hiciste? ¿Qué
Derek apretaba con fuerza el volante mientras su rostro reflejaba una mezcla de frustración y pánico. Pisaba el acelerador con una intensidad que parecía desafiar las normas del tráfico. Su mandíbula estaba tan apretada que los músculos de su rostro se marcaban. Golpeó el volante con una mano mientras sostenía el teléfono con la otra, intentando, sin éxito, contactar a su hermano adoptivo.—¿Dónde estás, James? ¡Contesta, maldita sea! —gritó con voz desgarrada, su frustración alcanzando el límite. El eco de su grito llenó el coche, haciendo que Liam se encogiera en el asiento, su cuerpo todavía temblando por el nerviosismo.Derek giró brevemente hacia Liam, quien estaba paralizado, con el teléfono aún en la mano.—¡Llama a Sean, ahora! —exigió Derek—. Si James no está contestando, Sean tiene que saber algo. ¡Deben estar juntos!Liam asintió frenéticamente, sus manos torpes luchando por desbloquear su teléfono. El temblor de sus dedos complicaba incluso la tarea más simple, pero finalm
El chirrido de los neumáticos al frenar resonó con un eco desgarrador mientras Derek detenía el coche frente a la imponente mansión. El corazón de Liam latía con fuerza, casi ensordeciéndolo. Apenas el vehículo se detuvo, Derek salió corriendo hacia la reja, con Liam pisándole los talones.—¡James! —gritó Derek desesperado, su voz quebrada por el miedo.Frente a ellos, la enorme reja metálica parecía un obstáculo insuperable. El candado oxidado brillaba bajo la tenue luz, pero eso no detuvo a Derek, quien comenzó a trepar con una determinación casi sobrehumana.—¡Derek, espera! —exclamó Liam, intentando alcanzarlo, pero Derek ya estaba del otro lado.Derek aterrizó con un salto brusco y comenzó a correr hacia la mansión, mientras gritaba con una mezcla de furia y desesperación.—¡James! ¡James, maldita sea, respóndeme! —gritaba, golpeando la puerta principal con toda su fuerza.Liam observaba desde el otro lado de la reja, impotente, su respiración agitada y el sudor corriendo por su