Luego de terminar de desayunar, Liam se levantó lentamente, con la intención de recoger la vajilla usada y llevarla al fregadero. Sin embargo, antes de que pudiera hacerlo, Derek ya se había adelantado. A pesar de estar vestido con un impecable traje de diseñador, no dudó ni un segundo en acercarse al lavaplatos, apilar los utensilios y comenzar a lavarlos bajo el chorro de agua.Liam lo observaba desde el otro extremo de la cocina, completamente desconcertado. Nunca había visto a Jaison—ni a ningún otro hombre—actuar de esa manera. Derek, un hombre poderoso, empresario de éxito, que fácilmente podría haber contratado a alguien para encargarse de todas sus necesidades, estaba fregando platos sin la menor queja, sin una pizca de fastidio. Y lo hacía con la misma facilidad con la que manejaba un negocio multimillonario. Liam se quedó inmóvil, con la mirada fija en Derek, como si intentara descifrar cómo alguien como él podía ser tan distinto a todo lo que había conocido.Cuando Derek te
Derek se encontraba concentrado en su escritorio, revisando y organizando algunos documentos importantes para su reunión con inversores de Tokio. El reloj marcaba la hora, y la presión sobre sus hombros no era poca, pero para él, ese estrés era simplemente parte de la vida diaria. El brillo de su computadora iluminaba su rostro mientras sus dedos se movían con rapidez sobre el teclado, cuando de repente, los sonidos provenientes de la recepción empezaron a volverse más intensos.La voz de su secretaria, Romina, discutía acaloradamente con alguien al otro lado de la puerta. Derek alzó la mirada por un instante, preguntándose qué estaba sucediendo. Entonces, antes de que pudiera volver a concentrarse, la puerta de su despacho se abrió de golpe, revelando a Romina, visiblemente agitada y disculpándose mientras un hombre entraba sin previo aviso.—Lo siento muchísimo, señor —dijo Romina, con el rostro enrojecido de la vergüenza—. El señor Jaison Robles no quiso esperar a ser anunciado.De
Liam estaba inmerso en su propio mundo, moviéndose con agilidad en la cocina mientras colocaba los ingredientes sobre la encimera. Quería preparar algo especial para Derek, una cena que reflejara lo mucho que le importaba.Revisó la nevera y encontró varias opciones: pollo, carne y pavo. Después, seleccionó algunos vegetales frescos y varios condimentos que sabía complementarían perfectamente la comida. Todo estaba listo para comenzar cuando el sonido del timbre rompió su concentración.Al principio, no lo escuchó. Estaba tan centrado en la tarea que el primer timbrazo se perdió en el aire. Sin embargo, el segundo sonido lo sacó de su ensimismamiento. Liam se detuvo, miró hacia la entrada y se limpió las manos en el delantal que llevaba puesto. Con pasos rápidos, fue hacia la puerta, giró la manilla y la abrió.—Buenos días —dijo un chico castaño con una sonrisa y varias bolsas en las manos. —Espero que nos recuerdes.Detrás de él, un hombre de cabello negro lo acompañaba, con una pos
James se levantó del sofá con una agilidad natural, tomando la mano de Sean mientras lo hacía. La calidez entre ellos era palpable, una conexión que era evidente incluso en los gestos más pequeños. Sean lo siguió sin dudar, aunque lanzó una última mirada a Liam con una sonrisa amable.—Nosotros cumplimos en traerles algo de comer, ahora nos vamos —dijo James mientras estiraba ligeramente su cuerpo, alisando su camiseta después de estar sentado.Sean asintió, apretando un poco más la mano de James en un gesto de apoyo silencioso. Estaba claro que ambos respetaban la necesidad de Derek y Liam de tener un tiempo a solas, sobre todo considerando lo que estaba por venir.— No tienen que irse, pueden esperar a que regresemos de la casa de Liam —intervino Derek, su mirada fija en su hermano menor mientras cruzaba los brazos frente a su pecho—. Quiero que hablemos sobre algo, James.James parpadeó, con una leve sorpresa en su expresión, pero rápidamente recuperó la compostura. Aunque no eran
Había verdad en las palabras de Derek, y aunque Liam lo sabía, no podía evitar el dolor que aún le causaba. Asintió lentamente, dejando que Derek presionara el botón correcto en el ascensor. Las manos de Derek sobre las suyas eran una constante reafirmación de que no estaba solo en esto, de que, a pesar de todo, siempre tendría a alguien a su lado.Mientras el ascensor subía, el silencio entre ambos se mantuvo, pero ahora no era incómodo. Era como si ambos entendieran que las palabras sobraban, que solo la cercanía entre ellos importaba en ese momento. Liam respiró hondo, tratando de calmar los latidos frenéticos de su corazón. Pronto llegaría al que había sido su hogar, pero esta vez no lo haría como la misma persona. Había cambiado, había crecido, y con Derek a su lado, sabía que esta era solo una batalla más que tenía que enfrentar para poder cerrar ese capítulo de su vida.El ascensor se detuvo con un leve sonido metálico, y antes de que las puertas se abrieran por completo, Liam
Liam no podía detener las lágrimas. Su cuerpo se sacudía con cada sollozo, como si todo el dolor acumulado durante años estuviera finalmente encontrando una salida. Derek, que lo observaba desde el borde de la cama, sentía cómo cada una de esas lágrimas desgarraba su corazón un poco más. No importaba que estuviera justo a su lado, sosteniéndolo, amándolo. El peso del sufrimiento que Liam cargaba era una herida invisible que Derek no podía sanar solo con su presencia, y esa impotencia lo consumía.Sin embargo, no iba a rendirse. Con una determinación tranquila, Derek se sentó junto a él, apoyando una mano firme y cálida en la espalda de Liam. Comenzó a masajear suavemente, intentando aliviar aunque fuera un poco de la tensión que se acumulaba en esos músculos tensos por el dolor y la angustia. No necesitaba decir nada; solo estar allí, ser un refugio en medio de la tormenta que arreciaba dentro de Liam.Liam alzó la vista, sus ojos hinchados y rojos por el llanto. Su mirada buscaba alg
Liam abrió los ojos en medio de la noche, apenas adaptándose a la oscuridad de la habitación. Al principio, pensó que quizás seguía soñando, pero al ver a Derek junto a él, durmiendo plácidamente con un brazo sobre su cintura, comprendió que todo lo que había vivido en esas últimas horas no era un sueño, sino la realidad que había elegido. Aquella visión de Derek, tan tranquilo y en paz, le provocó el impulso de besarlo y dejar que todo se descontrolara de nuevo. Pero sabía que al día siguiente Derek tenía que ir a su empresa, y lo último que quería era interrumpir su descanso.Suspiró suavemente y, haciendo un leve puchero, volvió a acomodar su cabeza sobre el brazo de Derek. Se quedó en silencio, observando el movimiento pausado del pecho de Derek al respirar. Justo cuando pensó que él seguía profundamente dormido, la voz ronca de Derek rompió el silencio, sobresaltándolo.— ¿No puedes dormir, cielo? —preguntó Derek sin abrir los ojos, su tono ronco y adormilado.Liam se tensó un po
La habitación se llenó de una tensión palpable tras la respuesta de Derek. El silencio que siguió fue pesado, como si las paredes mismas retuvieran la respiración. Derek observaba cada pequeño gesto de Liam, desde el ligero temblor en sus manos hasta el movimiento nervioso de sus ojos. Sabía que había removido algo profundo en él, algo que no podía deshacerse tan fácilmente con promesas.— Esa es una vida de la que no se sale tan fácilmente, Liam —dijo Derek con voz grave, casi en un susurro, como si no quisiera que esas palabras se volvieran reales al pronunciarlas en voz alta.Liam sintió un escalofrío recorrer su espalda, el peso de esas palabras cayendo sobre él como una losa. Lo había sospechado, quizás incluso lo había sabido desde el principio, pero oírlo de la boca de Derek lo hacía innegable.— Eso quiere decir que sí —respondió Liam, su voz temblando mientras intentaba procesar lo que significaba.El cuerpo de Liam comenzó a estremecerse ligeramente, y Derek lo sintió de inm