Prólogo
La tentación siempre estuvo al acecho, rodando mi alma cuando me detenía a pensar en mi propia vida y siguiendo cada uno de mis pasos sin importar cuán largos podrían ser, pero bien pude librarla con mi buena fe y mis oraciones; no obstante, mi amor por Dios se vio en tela de juicio cuando ella apareció en una noche tan fría y solitaria en medio de mi camino; tan hermosa como un ángel, tan frágil como una rosa y tan malherida como una pequeña palomita que busca a como dé lugar protección.
Me perdí en sus labios rojos y carnosos, en sus curvas perfectas y bien pronunciadas, en el aroma dulce y putrefacto de su sangre y su alma; pero, sobre todo, en la pureza de su ser cuando la muerte estaba a poco de llevársela bajo su abrigo.
La cuidé, la curé, la protegí y la mantuve conmigo hasta que sus alas se abrieron y me mostraron la oscuridad que en ellas habita listas para atrapar a todo aquel buen samaritano para destruirlo en sus abrazos pasionales y maquiavélicos.
Ella es el ángel más puro y cruel que haya tenido el gusto de adorar; la bella perdición eterna que me condenó a bajar la cabeza y pedir perdón de rodillas a mi Dios por haber pecado en pensamiento y palabra, más cuando los instintos de todo ser humano me rasgaron la piel y el corazón, haciéndome arder de goce tras los suspiros de lo mundano. En ella conocí el verdadero nectar dulce de su ser; ese que había perdido cuando su inocencia se vio manchada por la muerte, el poder y la maldad del mundo bajo.
Samantha; la más venenosa de las serpientes y la más pura de los angeles; la ruina de mi alma y la reina de mi mundo. La perdición más sensata y triste en la que decidí navegar por mis propios medios, palpando lo prohibido entre mis dedos y amando con la punta de una daga pura e inocente lo suave y letal de su corazón...
—Siempre es un honor contar con su santa presencia, padre.—Sabe que lo hago con el mayor de los gustos, Srta. Collins.—Espero que pronto pueda regresar.—Cuando tenga mi día libre, cuente una vez más con mi presencia. Ahora si me permite, debo irme. El camino es largo.—Tenga mucho cuidado, padre.—Lo tendré. Hasta pronto.—Bendición, padre.—Que Dios te bendiga en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo — marqué la señal de la cruz en su frente, mientras cerraba sus ojos.—Gracias, padre.Me despedí con la mano antes de salir del orfanato donde crecí e irme en mi auto en dirección a la iglesia.Durante el camino decidí escuchar un poco de música clásica, de esa manera no me siento tan solo a tan altas horas de la noche.Mientras la música suave infestaba mis oídos, me perdí en los recuerdos de mi niñez. Desde pequeño tenía claro que quería servir a Dios, supongo que la Sra. Collins, la madre de la actual propietaria del lugar, fue quien me guio por ese camino del bien, p
Una vez llegué a la iglesia, dejé a la chica en mi cama y me dispuse a preparar toallas limpias, alcohol, vendas y una aguja esterilizada para suturar, lo que en efecto, es una herida de bala. Tenía muchas preguntas, entre ellas: ¿por qué una mujer tan joven se encontraba en esta situación en medio de la carretera? Tal vez sea alguien importante y quisieron robarla, o quizás es alguien a quien debo dejar en manos de las autoridades. No sabía qué hacer, pero tampoco tengo tiempo para juzgar su proceder, más cuando su vida pende de mí.Limpié toda la sangre con la ayuda de las toallas y el alcohol, dejando su piel limpia para proceder a realizar el siguiente paso. La bala la pude apreciar, brillando en el medio de su carne, por lo que, con mucho cuidado de no hacer ningún movimiento en falso, la logré retirar con un par de pinzas que encontré en el botiquín de los primeros auxilios. Ella se quejó, más no abrió los ojos.—Padre, salva a tu hija de la muerte, aún no es momento para que la
—Lamento interrumpir — escuché la voz de Adela y me alejé un poco de la chica, lo que menos quiero es que vaya a pensar cosas que no son de mí—. He traído el vestido, aunque no sé si sea de su talla, pues yo soy delgada y la señorita es...—No te preocupes, preciosa. Así está más que perfecto.Por poco padezco de un infarto cuando se apartó de mis brazos, quitó la túnica de su cuerpo y se puso el vestido bajo la mirada mía y de Adela. Nunca había visto el cuerpo desnudo de una mujer, aunque en la noche quité su vestido para limpiar toda la sangre, lo hice con el total de los respetos y no vi nada que no debía. Ahora fue inevitable y tampoco me dio tiempo de no ver más allá. Sus senos redondos, firmes y perfectos, las curvas bien proporcionadas de su cuerpo, su cabello que, ahora me percato, cae húmedo a su espalda baja. Los tatuajes que adornan la mayor parte de su piel, y la forma exacta en la que su feminidad se pierde en el medio de sus muslos...¡Dios mío! ¿Qué me pasa? Me aparté
La traje conmigo a mi despacho y le ofrecí el teléfono de mi escritorio en completo silencio. Siento que me estoy hundiendo en un pozo oscuro y sin salida con cada uno de esos pensamientos que he tenido en cadena.—Gracias, padre.—Puedes hablar con tranquilidad, estaré preparando un té mientras tanto— salí de inmediato de mi despacho, no podía permanecer un segundo más bajo esa mirada tan cargada.Preparé té para los dos mientras esperaba con manos temblorosas que terminara su llamada y se uniera a la mesa conmigo. Aunque hace poco dejé de ayunar, tendré que volver a hacerlo a partir de mañana a raíz de esos malos pensamientos que me están azotando la cabeza. Un mes no es penitencia justa, pero será lo suficiente para recapacitar sobre mis malas acciones. El mal no puede ser más fuerte que el bien; Dios siempre ilumina los caminos más oscuros y vacíos, dejando su gran luz a la vista de quién la necesita.Estaba sumido en mis pensamientos, recordando y dejándome en claro que las prov
—N-no sé de qué me habla. Por favor, está en la casa de Dios. ¡No puede irrespetar lo sagrado de esta manera!—No me haga perder la poca paciencia que tengo, padre — presionó el arma en mi cabeza con mucha fuerza—. Usted decide si hablar o callar para siempre.—Es que no entiendo a lo que se refiere...—¡Le daré un solo segundo para que me traiga a esa maldita perra de rodillas ante mí!—¿Qué es ese escándalo? — Samantha apareció en el umbral de la puerta, luciendo tan tranquila e incluso con una sonrisa ladeada plasmada en los labios.—Eres una maldita cucaracha, casi imposible de erradicar — gruñó el sujeto, dejando ir mi cabeza para apuntar a ella.—Multiplicarnos para joder la existencia humana es el mayor de nuestros placeres — le apuntó su arma de la misma forma en la que el hombre le apuntaba—. Y solo para que estemos claros; yo no me arrodillo ante ningún hijo de perra. Me encontraba en el medio de dos personas armadas, no sabía qué hacer ni qué decir, ni siquiera podía gesti
Al llegar a la casa de seguridad, fui atendida por el médico de cabecera de la familia. Realmente Logan hizo un buen trabajo curando mi herida de forma superficial, pero no era seguro para mí quedarme con una herida de bala abierta. Mientras el médico sustituía el hilo, Jhon seguía haciéndome preguntas que estaban a punto de volverme loca.—Cierra la boca u olvidaré que eres mi hermano.—Es que no te entiendo.—¡Maldita sea! — gruñí, soportando el dolor que causaba ser atravesada sin anestesia por una aguja—. Te voy a callar la boca a balazos. ¡Deja de joderme y lárgate!—Toma, relájate. No te estoy diciendo nada, solo que me parece extraño — me pasó una botella de gūisqui.—Me gustó,, ¿ya estás feliz o no?—Es un cura — recordó simple antes de salir de la habitación.—Sra. Novikova, recuerde guardar reposo por lo menos durante dos semanas y trate de no beber bebidas alcohólicas.—Samantha, mi nombre es Samantha. ¿Cuántas jodidas veces tengo que repetirlo? — rechiné los dientes.—Lo s
LoganLas últimas dos semanas han sido un completo desastre. No he podido sacar de mi mente lo que pasó ese día, ni siquiera he podido descansar porque siento que el alma de ese hombre ronda en la iglesia sin ningún tipo de sentido u orientación. Por más que he orado por su alma y su descanso eterno, parece que no ha podido encontrar el camino de luz, más no me rendiré hasta que haya encontrado su descanso. Que Samantha se haya marchado están aún en condiciones delicadas tampoco me ha permitido tener un buen desempeño en mi labor.Más que ser un sacerdote dispuesto a guiar a los seres humanos por el camino del bien, soy humano y también me preocupa el bienestar de los que me rodean y necesitan un apoyo para no caer. Ella hace parte de mis oraciones día y noche, siempre deseándole una pronta recuperación y que Dios la guie por el camino correcto.A pesar de que he tenido muchas dudas de si es una chica de bien o no, no fui capaz de poner el denuncio por lo que mis ojos presenciaron ant
No sé cuánto tiempo transcurrió hasta que el auto se detuvo nuevamente. No me atreví a hablar en el camino por temor a que ese hombre me matara, pero tenía toda la intención de preguntar sobre la mujer de la que había hablado, la que según es jefe.—¿Cómo se siente, padre? ¿Listo para conocer el infierno? — estalló en risas, tirando de mi brazo y obligándome a caminar con él.Tropezando con mis propios pies, me dejó caer en lo que supuse era una cama, la suavidad y la textura acolchonada me dio a entender que así lo era. Al quitar la bolsa negra de mi cabeza, me di cuenta que estaba en una habitación demasiado elegante y limpia. Lo primero que observé fue la ventana, pero las ramas de los árboles cubren lo que hay más allá de ellos.—Póngase cómodo, disfrute su estancia en la casa.—Espera... — lo detuve—. ¿Dónde estamos? ¿A quién pertenece esta casa?—A mi jefe, ya se lo había dicho. Supongo que ella vendrá en cualquier momento a verlo — sonrió ladeado antes de salir de la habitación