—N-no sé de qué me habla. Por favor, está en la casa de Dios. ¡No puede irrespetar lo sagrado de esta manera!
—No me haga perder la poca paciencia que tengo, padre — presionó el arma en mi cabeza con mucha fuerza—. Usted decide si hablar o callar para siempre.
—Es que no entiendo a lo que se refiere...
—¡Le daré un solo segundo para que me traiga a esa m*****a perra de rodillas ante mí!
—¿Qué es ese escándalo? — Samantha apareció en el umbral de la puerta, luciendo tan tranquila e incluso con una sonrisa ladeada plasmada en los labios.
—Eres una m*****a cucaracha, casi imposible de erradicar — gruñó el sujeto, dejando ir mi cabeza para apuntar a ella.
—Multiplicarnos para joder la existencia humana es el mayor de nuestros placeres — le apuntó su arma de la misma forma en la que el hombre le apuntaba—. Y solo para que estemos claros; yo no me arrodillo ante ningún hijo de perra.
Me encontraba en el medio de dos personas armadas, no sabía qué hacer ni qué decir, ni siquiera podía gesticular palabra alguna y sacarlos de la casa de Dios por ese acto tan grosero e intolerable. Estaba tan rígido en mi lugar, esperando que todo fuera un sueño o una broma y no la realidad que no me percaté ni me di cuenta de absolutamente nada sino hasta que las balas resonaron a mi lado.
Solo tuve tiempo de cerrar los ojos y casi encogerme en mi lugar mientras los disparos me dejaban sordo. No supe quién fue el que disparó, si Samantha o el hombre de la máscara. Los temblores en mi cuerpo no se hicieron esperar, tenía mucho miedo de abrir los ojos y encontrar una escena horrible y triste.
—¿Por qué tardaste en llegar, imbécil?
Abrí los ojos al escuchar su voz igual de calmada, como si nada hubiera acabado de pasar. Ella se veía cada segundo más mal, su rostro perdía color y el vestido blanco que traía puesto estaba cubierto de sangre.
—Por Dios, Samantha, estás herida — me acerqué a ella y la sostuve entre mis brazos antes que pudiera caer al suelo.
—Estoy bien, no pasa nada.
—Eres testaruda e incluso con el padre que quiere echarte una mano — comentó un hombre, recostado en el marco de la puerta.
El hombre de la máscara se hallaba muerto a pocos pasos de nosotros, por lo que toda la paz, la tranquilidad y la calma de la casa de Dios me cayó encima. Este lugar ha sido manchado por la sangre de un ser humano, ha sido ensuciado con palabras y acciones terribles que no tienen perdón alguno.
—Por Dios...
—Ni intentes rezar por su alma, porque el infeliz ya estaba condenado en el infierno desde que nació — susurró Samantha—. Sácame de este lugar, Jhon.
—Bien, ven aquí mi dulce víbora. Padre, gracias por lo que ha hecho por mí hermana, no tengo cómo agradecerle que le haya salvado la vida. Ahora mismo la llevaré conmigo a un hospital, porque no se ve nada bien.
—¡¿Quiénes son ustedes?! ¿Cómo se atreven a matar a un hombre ante los ojos de Dios?
—¿Me estás diciendo que quieres acompañarlo, padre? — se acercó a paso lento hasta quedar frente a mí.
Me tensé, sin dejar de apretar el cuerpo de Samantha contra el mío. La mirada de ese hombre no me da nada de confianza, se puede ver a través del transparente colo azul de sus ojos la maldad y la poca empatía que tienes hacía los demás.
—Jhon, no seas estúpido.
—Es mejor hacer de cuenta que somos ciegos y sordos; el que no ve ni oye, tiene más oportunidades de seguir hablando.
¿Es una amenaza? Ese hombre no tiene perdón de Dios, aparte de que asesina como si nada, se atreve a amenazarme en el templo sagrado de Dios.
—Vamos, llévame a casa, necesito un trago y un cigarro.
—Yo me encargo, padre — me la arrebató de las manos, esbozando una sonrisa ladeada—. De más está decir que aquí no pasó nada, ¿o sí, padre?
—N-no, aquí no pasó nada.
—¡Muy bien!
—Gracias, Logan... — dijo por último antes que el hombre la llevara en sus brazos.
Seguidamente entraron varios hombres a llevarse el cuerpo y otros dejaron limpio el suelo de la iglesia, como si con ese aroma a líquidos pudiera desaparecer del aire el olor a sangre. Todo sucedió en cuestión de segundos, como si los hombres ya estuvieran enseñados a hacer ese tipo de cosas en solo cuestión de segundos.
¿Quiénes son verdaderamente ellos? ¿Será que hice mal en ayudarla? Porque ahora mismo me estoy cuestionando qué tan buena persona es ella para la sociedad.
Samantha
—Entonces, ¿vamos a dejar con vida a ese cura?
—Sí.
—¿Por qué? — volvió a cuestionar mi hermano Jhon—. No es bueno que dejemos testigos, y ese cura vio algo que no debía.
—Deja de cuestionar, ese curita no va a abrir la boca.
—¿Por qué estás tan segura?
—Estás siendo verdaderamente molesto, Jhon — resoplé, acomodándome en el asiento del auto.
—No eres de dejar posibles sapos con vida.
—Simplemente no va a decir nada porque yo misma me voy a encargar de llevarlo a una mejor vida — esbocé una sonrisa maliciosa.
—Oh, ya comprendo — soltó una risita burlona—. ¿Desde cuándo te gustan tan inocentes?
No respondí a su pregunta, me limité a encogerme de hombros y recostarme en el sillón. ¿Desde cuándo me gusta la inocencia? Desde que me arrebataron la mía a la fuerza y fui condenada al infierno por terceros. Además de que ese padre tiene una inocencia demasiado dulce y llamativa en su ser. Su inocencia me llamó y mi invitó a destruirla por completo en mis manos. Y eso es lo que voy a hacer; destruir su alma de a poco hasta dejarlo en cenizas.
—Manténlo vigilado — dejé la orden mientras Jhon se alejaba de la iglesia del padre Logan.
Al llegar a la casa de seguridad, fui atendida por el médico de cabecera de la familia. Realmente Logan hizo un buen trabajo curando mi herida de forma superficial, pero no era seguro para mí quedarme con una herida de bala abierta. Mientras el médico sustituía el hilo, Jhon seguía haciéndome preguntas que estaban a punto de volverme loca.—Cierra la boca u olvidaré que eres mi hermano.—Es que no te entiendo.—¡Maldita sea! — gruñí, soportando el dolor que causaba ser atravesada sin anestesia por una aguja—. Te voy a callar la boca a balazos. ¡Deja de joderme y lárgate!—Toma, relájate. No te estoy diciendo nada, solo que me parece extraño — me pasó una botella de gūisqui.—Me gustó,, ¿ya estás feliz o no?—Es un cura — recordó simple antes de salir de la habitación.—Sra. Novikova, recuerde guardar reposo por lo menos durante dos semanas y trate de no beber bebidas alcohólicas.—Samantha, mi nombre es Samantha. ¿Cuántas jodidas veces tengo que repetirlo? — rechiné los dientes.—Lo s
LoganLas últimas dos semanas han sido un completo desastre. No he podido sacar de mi mente lo que pasó ese día, ni siquiera he podido descansar porque siento que el alma de ese hombre ronda en la iglesia sin ningún tipo de sentido u orientación. Por más que he orado por su alma y su descanso eterno, parece que no ha podido encontrar el camino de luz, más no me rendiré hasta que haya encontrado su descanso. Que Samantha se haya marchado están aún en condiciones delicadas tampoco me ha permitido tener un buen desempeño en mi labor.Más que ser un sacerdote dispuesto a guiar a los seres humanos por el camino del bien, soy humano y también me preocupa el bienestar de los que me rodean y necesitan un apoyo para no caer. Ella hace parte de mis oraciones día y noche, siempre deseándole una pronta recuperación y que Dios la guie por el camino correcto.A pesar de que he tenido muchas dudas de si es una chica de bien o no, no fui capaz de poner el denuncio por lo que mis ojos presenciaron ant
No sé cuánto tiempo transcurrió hasta que el auto se detuvo nuevamente. No me atreví a hablar en el camino por temor a que ese hombre me matara, pero tenía toda la intención de preguntar sobre la mujer de la que había hablado, la que según es jefe.—¿Cómo se siente, padre? ¿Listo para conocer el infierno? — estalló en risas, tirando de mi brazo y obligándome a caminar con él.Tropezando con mis propios pies, me dejó caer en lo que supuse era una cama, la suavidad y la textura acolchonada me dio a entender que así lo era. Al quitar la bolsa negra de mi cabeza, me di cuenta que estaba en una habitación demasiado elegante y limpia. Lo primero que observé fue la ventana, pero las ramas de los árboles cubren lo que hay más allá de ellos.—Póngase cómodo, disfrute su estancia en la casa.—Espera... — lo detuve—. ¿Dónde estamos? ¿A quién pertenece esta casa?—A mi jefe, ya se lo había dicho. Supongo que ella vendrá en cualquier momento a verlo — sonrió ladeado antes de salir de la habitación
Me quedé pasmado, tenso, nervioso e incluso creía que estaba alucinando con esos ojos tan azules como el cielo. Esa mujer tiene cara de ángel, de buena, de no quebrar ni un solo vidrio, cuando en realidad, el diablo ha consumido su alma y se ha aprovechado de su inocencia y sus buenas virtudes a su antojo; ha hecho de ella un ser tan malvado y divino que atrae con gran facilidad a todo mortal. Ella es la muestra palpable de la tentación, de la maldad, pero, sobre todo y lo que más me asusta, es ese poder enigmático y puro que usa para hacerme caer a sus pies, y como buen hijo, empezar a adorar como lo ha demandado hace unos segundos.—Llévame de nuevo a la iglesia, por favor — desvié la mirada de su rostro, de su cuerpo y de su ser antes que sea muy tarde.—Pensé que te alegraba verme.—Y me alegra saber que te has recuperado satisfactoriamente, pero ahora debo volver. Mañana tengo compromisos, misas y muchas más cosas que hacer. Llévame de regreso, Samantha.—Cene conmigo esta noche,
LoganNo debía, no podía, no quería arriesgarme y perder la cabeza, pero el susurro de mi condena me aseguró que nada malo podía pasar; después de todo, pecar en pensamiento ya se está volviendo una costumbre que necesito a toda costa borrar con los castigos que Dios decida imponer. Desde la habitación podía ver a Samantha hablar con el hombre que me trajo y su supuesto hermano, parecían estar discutiendo porque se veían muy serios y acalorados los tres. Aunque estaban alegando, quería entrar a la piscina un rato para estar un poco más cerca de ella antes de irme. No sé qué es lo que me pasa. Me bastó verla para empezar a desear una vez más lo que para mí está prohibido.No pude apartar los ojos de ella, de ese vestido blanco escotado y abierto de su pierna izquierda hasta más arriba de su cadera, mostrando el hermoso tono de su piel. ¿Será que no lleva ropa interior por debajo? Porque a simple vista no se ve nada, solo la piel desnuda de la parte baja de su vientre y la forma de lo q
Me levanté desde muy temprano e hice la cama incluso antes de que el sol saliera. Tengo prisa con regresar al pueblo, a mi iglesia y estar con los que siempre me han rodeado. Luego de tomar una ducha lo suficientemente fría y ponerme nuevamente mi ropa, me quedé en espera de que el sol saliera y así poder pedirle a Samantha que me lleve de regreso. Dormí muy poco lo que restó de noche, me siento cansado y aún resentido conmigo mismo. No sé qué cara voy darle a Samantha sin sentir culpa y vergüenza por mis malos actos, sobre todo cuando la furia de Dios por fallar a mis votos me está quemando el alma de a poco.Había sido un hombre fiel a mi palabra y a mí amor por Dios, pero tengo que aceptar que el deseo, la tentación y las ganas estuvieron por encima de todo. No tuve tiempo de reaccionar a lo que estaba haciendo, cuando me di cuenta ya había sido muy tarde. Y el hecho de quedarme por largos minutos más contemplando la desnudez de Samantha me hace sentir el doble de desvergonzado. No
No tuve valor para alejarla o alejarme, después de todo, esa parte humana que hay dentro de mí quiere seguir experimentando el suave tacto de una linda chica. Me dediqué a disfrutar ese tierno tacto mientras durara. Nunca me habían mirando como ella lo hace, tal vez con deseos no tan buenos y dignos de escuchar, pero es imposible no sentir esa pizca de alegría y quizás un poco de orgullo por sus inesperadas confesiones y su atrevimiento al acariciar mis labios. Si boca también se me apetece, pero no quiero ceder tan fácilmente a las tentaciones; y ella es una muy grande, una a la cual debo estar precavido o podría caer en cualquier momento.—Y-yo... debo irme ahora mismo — di un paso atrás, dejando su mano al aire y siendo muy consciente del calor que sus dedos dejaron en mi piel—. Tengo misas que dar, compromisos que cumplir. Por favor, llévame de regreso a mi hogar.—No.—¿Por qué?—Porque sencillamente no me da la gana dejarte ir — su cambio de actitud me desconcertó—. Este es tu n
—Muy bien. Dmitry Novikov, treinta años, ruso, pertenece a la familia con mayor influencia en Rusia. Hizo parte del ejército ruso desde muy temprana edad. Lleva casado ocho años con Samantha Gaskell, sin hijos... trafica el mismo tiempo que lleva de casado. Curioso, ¿eh? Prácticamente tenemos al hombre más importante y millonario de Rusia frente a nosotros - dejó una carpeta con su fotografía.Incluso hasta ver su rostro a través de una fotografía me da asco y furia.—Cuando Russo decidió dejar a Novikov a cargo de sus rutas sabía que avecinaban problemas. Nunca me gustó, lo dejé muy en claro en cada reunión, pero tuvimos que conformarnos porque nadie más accedió a transportar en un país como Rusia.—Novikov tiene contactos, muy importantes, de hecho — simplificó Ian.—¿Cómo es que una linda chica como tú terminó casada con un maldito psicópata como él? — inquirió Damián. —No todos tenemos la fortuna de elegir lo que queremos para nuestra vida. Ustedes nacieron en este mundo, si cont