Ya no soy la "frígida y horrible" mujer.

El ambiente en la sala se volvió sofocante cuando Fidel intentó retomar su presentación. Las miradas ya no estaban fijas en el escenario ni en los detalles técnicos del proyecto, sino en Brianna, Maximiliam y la inesperada tormenta que estaba a punto de desatarse. La tensión en el aire era palpable, y todos los presentes podían sentir que algo estaba fuera de lugar.

Brianna, con una sonrisa fría, observó cómo Liz, desde su lugar, trataba de mantener la compostura. Fidel, por su parte, mantenía una postura desafiante, pero su ceño fruncido revelaba su creciente incomodidad.

— No he firmado nada — declaró Brianna, su voz resonando en el salón como un eco.

La declaración fue como un balde de agua fría. Todos en la sala parecían contener el aliento, esperando la reacción de Fidel. Él, claramente sorprendido, trató de disimular su desconcierto, pero era evidente que no había previsto esta respuesta.

— Brianna — comenzó Fidel, intentando recuperar el control de la situación —, por favor, ha
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