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04 - Quiero que te cases con tu hermanastro.

Brianna se encontraba en la lujosa habitación que le habían asignado, sintiéndose abrumada por la cantidad de emociones y pensamientos que la asaltaban. Había pasado de la tristeza y la incertidumbre a un reencuentro inesperado con su madre, para luego enfrentarse a la realidad de que su madre se había casado con un anciano veinte años mayor que ella.

¡Casanova!

"Mi madre está casada con un anciano que es veinte años mayor que ella," pensó Brianna, tratando de procesar lo que había descubierto. Le resultaba difícil entender cómo su madre, una mujer vibrante y llena de vida, había terminado unida en matrimonio con Ángelo Casanova, el hombre más rico del país, pero también mucho mayor que ella.

— ¿Cómo pudo pasar esto? — se preguntaba en susurro Brianna en la soledad de la habitación —. Mi madre está casada con un anciano que es veinte años mayor que ella...

En ese momento, la puerta se abrió suavemente y su madre, entró en la habitación. Detrás de ella, un mayordomo empujaba una maleta, la de ella misma.

— Cariño, han traído tu maleta — dijo su madre con una sonrisa cálida.

Brianna asintió y le devolvió la sonrisa. Sin embargo, por dentro, una tormenta de emociones se desataba en su interior.

Una vez que quedaron solas, su madre se acercó a ella con una mirada expectante, como si supiera que Brianna tenía algo que decir. Y ella no desaprovechó la oportunidad.

— Entonces, te casaste con la familia Casanova, ¿eh? — dijo Brianna, intentando mantener un tono neutral —. La familia más rica del país.

Su madre sonrió con complicidad.

— Pensé que no te darías cuenta. Parecías más preocupada por la edad de Ángelo que por eso — respondió Grecia, con una risa sutil.

Brianna bajó la cabeza, un poco avergonzada. No era habitual que ella se sintiera insegura, pero esta situación era diferente.

— Lo siento por eso — dijo, su voz apenas un susurro —. Pero, por las dudas, ¿no tenías otra opción?

Grecia soltó una risa elegante, sin rastro de ofensa.

— No tienes que preocuparte por eso. Puede que haya una gran diferencia en cuanto a la edad, pero te juro que soy muy feliz — respondió su madre, con una sonrisa que parecía sincera.

Brianna la miró por un momento antes de acercarse y abrazarla. Grecia la sostuvo con fuerza, acariciándole suavemente el cabello.

— Entonces, yo seré feliz contigo — susurró Brianna, sintiendo un pequeño alivio al pronunciar esas palabras.

Más tarde, a las siete en punto de la noche, la joven bajó al comedor, donde la esperaban para la cena. El gran comedor estaba iluminado con arañas de cristal que reflejaban la luz de manera deslumbrante sobre la mesa de mármol. Ángelo Casanova ya estaba sentado en la cabecera, con su madre a la derecha y, a la izquierda, estaba el joven que la había traído a la casa esa tarde. Brianna lo observó con más detenimiento. Tenía ciertos rasgos similares a Ángelo, lo que le hizo suponer que era su nieto, el famoso Maximilian Casanova.

Maximilian era un hombre extremadamente atractivo, pero también irradiaba una arrogancia fría que la desconcertaba. Recordaba cómo la había mirado esa tarde, como si fuera una simple molestia en su día.

— Buenas noches — saludó Brianna, intentando sonar natural.

— Buenas noches, Brianna — respondió el anciano Ángelo, con una sonrisa afable —. Permíteme presentarte formalmente a mi nieto, Maximilian Casanova. Creo que ya se habían conocido hoy cuando te trajo, pero conociéndolo. — Ángelo miró a su nieto con una sonrisa —, estoy seguro de que no se presentó como es debido.

Brianna sonrió cortésmente al anciano antes de enfocar su atención en Maximilian. Él no se levantó de su asiento, ni hizo un gesto de cortesía; simplemente bebió de su copa de vino, mirándola con la misma indiferencia que horas atrás.

— Tienes razón — dijo Brianna, manteniendo la compostura —. Pero he aprendido que la educación no siempre viene de la mano con el dinero. Un placer conocerlo, señor Casanova.

Maximilian la miró con una leve sonrisa, que ocultó tras su copa de vino. Parecía divertido por la actitud de Brianna, algo que ella notó con un leve enfado interno.

Mientras cenaban, Ángelo tomó su copa y dio golpecitos con el tenedor para llamar la atención, como si la mesa estuviera llena de personas, aunque solo eran cuatro. De esas cuatro, solo tres habían interactuado. Maximilian, por su parte, seguía sumido en un silencio arrogante.

De repente, Ángelo habló, rompiendo la quietud de la cena con una propuesta inesperada.

— Brianna, me gustaría que te casaras con mi nieto, Maximilian — dijo, como si fuera la cosa más natural del mundo.

Brianna dejó su copa a medio camino y por un momento, dejó de respirar. ¿Había escuchado bien? Colocó la copa sobre la mesa, ocultando sus manos nerviosas bajo la misma, alisando su vestido perfectamente planchado sobre sus piernas.

— Perdón, señor Casanova. ¿Está proponiendo que me case con su nieto? — preguntó, tratando de no mostrar su nerviosismo.

Maximilian, por su parte, la observaba con atención, analizando cada una de sus reacciones. Parecía disfrutar del nerviosismo de Brianna, como si fuera un juego para él.

— Así es, querida. Me gustaría que te casaras con Maximilian — repitió Ángelo con firmeza.

Brianna estaba impactada.

— ¡Oh! Esto es realmente inesperado — susurró, buscando desesperadamente una salida —. ¿Qué piensa el señor Max?

Era la primera vez que alguien lo llamaba con un diminutivo, y eso es porque Maximiliam a nadie se lo permitía. Sin embargo, con ella haría la excepción, porque le gustaba como sonaba su nombre en sus labios.

— Sabes que no tengo problema, abuelo. Si crees que es la correcta, lo acepto — respondió, mirándola fijamente. Su voz era profunda y seductora, y por un momento, Brianna se preguntó si alguien podía enamorarse del sonido de una voz.

La madre de Brianna, al ver su evidente nerviosismo, le tomó las manos con suavidad.

— Maximilian, es un buen chico, cariño; además, con nuestro apellido, ya nadie podrá pasar por encima de ti — agregó su madre, como si fuera un argumento que resolvería todos los problemas de Brianna.

— ¡Vaya consuelo! — bufó Brianna, mirando su plato.

Ya se sentía agraviada en ese momento. Simplemente había saltado de un pozo de fuego para entrar en el siguiente. ¿Que Maximiliam es un "buen chico"? ¡Patrañas!

Entre las generaciones de la familia Casanova, justamente el hombre con quien querían casarla era el que tenía la peor reputación y los constantes escándalos. ¿Se podía considerar esto "bueno"?

Brianna sabía que Maximilian Casanova tenía la peor reputación entre las generaciones de su familia. Era conocido por sus constantes escándalos y su vida desordenada. ¿Cómo se suponía que debía sentirse segura con alguien así?

— Aún no me he divorciado — dijo finalmente Brianna, intentando ganar tiempo.

— Por eso no te preocupes. Ya he arreglado ese asunto con nuestro abogado — respondió Ángelo, con una sonrisa que a Brianna le resultó casi siniestra.

La joven asintió, sintiendo que no tenía control alguno sobre su vida en ese momento. Se levantó de la mesa, deseando escapar de esa situación sofocante.

— Saldré a caminar un rato — dijo, sin preguntar si podía o debía. Simplemente lo haría porque lo necesitaba.

— Ten cuidado en el camino, futura esposa — dijo Maximilian, incluso sonriendo de una manera que hizo que Brianna se estremeciera.

Salió del comedor sin mirar atrás, sintiendo que acababa de entrar en un juego peligroso del que no sabía si podría salir indemne. La propuesta de matrimonio había sido un golpe inesperado, y ahora, se encontraba atrapada en una red de poder, dinero y manipulación.

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