—¿Saber qué? — preguntó Brianna —. No podría perderme la boda de mi hermana y… de Fidel.Entonces, sintió las manos de Maximiliam tomar las suyas, y sus dedos unirse con los suyos.— Así Que, él es el famoso, Fidel — masculló Max —. Tú nombre proviene de la palabra, ¿fidelidad?La mujer miró a Maximiliam sorprendida, pero no le dijo nada, al contrario, le sonrió mostrándole todos sus dientes y cautivándolo en el proceso.— Liz, Fidel, les presento a…— ¿Es tu nuevo enamorado? No sabía que eras tan rápida, hermanita — dijo elevando la voz —. Ahora que Fidel está casado conmigo, no pierdes el tiempo en buscar otro hombre para que te mantenga. Brianna sabía que eso iba a pasar, pero esta vez no se iba a dejar intimidar. Arqueó una ceja mientras observaba a la novia.— ¿Estás diciendo que Fidel me mantenía? — cuestionó. El susodicho levantó la mirada con altanería.— ¿Es este hombre tu nueva billetera? No me sorprendería que quisiera descubrir debajo de tu asquerosa forma de vestir.Maxi
Con esa excusa, Maximiliam tomó a Brianna de la mano y la guio a través de la multitud hasta llegar a su coche. El vehículo, un elegante sedán negro, los esperaba con las puertas abiertas y el chofer listo para partir. Una vez dentro, el silencio entre ellos era palpable. Brianna observó el anillo en su dedo, un diamante brillante que reflejaba la luz de manera casi hipnótica, y se lo quitó cuidadosamente.— Gracias por tu actuación. Realmente estuviste increíble — dijo Brianna con gratitud amarga, entregándole el anillo a Maximiliam.Maximiliam la miró fijamente, sorprendido. No podía negar que proponerle matrimonio allí no estaba en sus planes, pero en definitiva no se sentía arrepentido de haberlo hecho. Al contrario, lo había disfrutado, especialmente cuando la besó. Todo su cuerpo tembló al sentir la suavidad de sus labios, su mente quedó en blanco y solo quedaban ellos dos en ese nido de víboras. Y ahora, ella estaba sentada a su lado devolviéndole un anillo que se había tarda
La paz no dura para siempre, y para Brianna, esa verdad se hizo evidente al primer rayo de sol del día siguiente. Amaneció con determinación, lista para buscar un nuevo trabajo y continuar con su vida a pesar de su compromiso reciente. Aquella promesa de matrimonio con Maximiliam Casanova había sido una sorpresa, pero no iba a permitir que eso la frenara en su búsqueda de independencia y estabilidad.Después de un desayuno rápido, salió de la mansión con su portafolio lleno de currículos. Caminó por la ciudad con la esperanza de encontrar una oportunidad laboral que le permitiera retomar el control de su vida. Se detuvo en todas las empresas importantes, dejando su currículo y esperando obtener una respuesta positiva.Horas después, exhausta y sin éxito, decidió tomar asiento en un banco del parque. Sacó una botella de agua de su bolso y bebió lentamente mientras observaba a la gente pasar. La frustración comenzaba a apoderarse de ella; había presentado su currículo en todas las emp
Era la hora del almuerzo en la mansión Casanova, y Maximiliam se encontraba caminando hacia el gran comedor con una leve preocupación en su pecho. Aunque no lo demostrara, sentía una conexión especial con Brianna y, por algún motivo que aún no comprendía del todo, la quería como esposa. Sin embargo, la noticia del periódico había complicado las cosas más de lo que esperaba.Al entrar al gran comedor, vio a todos sentados en la mesa, incluida Brianna. Ella no levantaba la cabeza de su plato, parecía muy concentrada y... ¿enojada? Maximiliam observó a su abuelo, Ángelo, y luego a la madre de la mujer, quien extendió el periódico hacia él, mostrándole la otra cara de la noticia: a él, pidiendo matrimonio.— ¿Tienes algo que decir, Maximiliam? — preguntó su abuelo, invitándolo a sentarse.Maximiliam obedeció, manteniendo una calma que a Brianna le parecía más una bofetada en la cara.— ¿Por qué? — preguntó Ángelo, su voz llena de autoridad —. Esas noticias ya son algo comunes en mi vida.
Brianna resopló, dejando que su guardia bajara un poco.— No es solo lo que dijiste, Max. Es todo. Esta situación es ridícula. Estamos fingiendo un compromiso y, mientras tanto, tú estás en los titulares por estar con otra mujer.— Pareces celosa.— ¿Tengo cara de estar celosa? — ¡Sí! Estoy celosa, carajo… —. Porque definitivamente no son celos.Maximiliam asintió, sintiendo la verdad en sus palabras.— Lo sé, y te prometo que no tenía ni idea de quién era esa mujer. Fue una trampa. Siempre hacen eso para que puedan tener una nota al día siguiente.— Si lo que se muestran en las noticias no son ciertas, ¿por qué simplemente no los mandas a eliminar?— Lo he hecho antes, pero con el tiempo dejé de prestarle atención.— ¿Tienes idea? — Max se encogió de hombros, sintiendo la frustración crecer.— No lo sé. Pero investigaré y encontraré la verdad. Ahora tengo motivos para hacerlo — respondió —. Mientras tanto, quiero que sepas que no tengo intención de hacerte daño. Quiero que este compr
Liz pasó toda la mañana en su oficina, caminando de un lado a otro, su mente trabajando febrilmente en un plan que esperaba ejecutarse a la perfección. Los planos, esos malditos papeles que representaban su oportunidad de brillar, pero también la amenaza de su hermanastra, Brianna. Ella siempre había sido mejor que ella en todo, y la había salvado innumerables de veces, pero ahora no tenía ni su mente ni sus manos para crear unos planos nuevos. Necesitaba una idea para no hacerlos. Mientras la luz del sol se filtraba a través de las cortinas, Liz finalmente tuvo una idea, una que era lo suficientemente descabellada como para funcionar.Con una sonrisa que no auguraba nada bueno, Liz sacó su teléfono y envió un mensaje a Brianna, invitándola a tomar un café. Sabía que Brianna no confiaría en ella, pero también sabía que la curiosidad podía más que la desconfianza. Brianna, por su parte, estaba en el salón de la gran mansión, buscando algo con qué distraerse cuando leyó el mensaje. Fru
En el elegante salón privado del restaurante, la tensión era palpable. Fidel estaba de rodillas, con las manos temblorosas y la mirada fija en el suelo, mientras el Señor Maximiliam Casanova lo observaba con una mezcla de frialdad y autoridad que helaba el ambiente. A su alrededor, un murmullo creciente resonaba entre los invitados que se habían congregado, atraídos por el escándalo que acababa de estallar.Maximiliam había llegado al restaurante impulsado por una sensación inexplicable de que algo no iba bien. Había instalado las cámaras de seguridad en la habitación privada a petición de su abuelo, pero la inquietud lo había llevado a verificar personalmente la situación. Lo que encontró al entrar fue a Fidel intentando golpear a su mujer. Obviamente se interpuso, y fue él quien recibió el golpe, antes que ella.— Señor Casanova, lo siento. En verdad lamento tanto. Es solo un accidente — suplicó Fidel desde el suelo, su voz quebrada por el remordimiento.Maximiliam lo miró con un
Maximiliam abrió la puerta del coche para Brianna con un gesto elegante y pausado, como si cada movimiento estuviera calculado para transmitir seguridad y cuidado. Antes de que ella subiera, él se inclinó ligeramente y dejó un beso suave en su frente. Brianna frunció el ceño, sorprendida por el gesto, pero antes de poder procesarlo completamente, se dio cuenta de que los paparazzi estaban capturando cada momento con sus cámaras. Forzó una sonrisa en su rostro, mientras se repetía mentalmente: "Solo está actuando. Solo está fingiendo."Maximiliam le devolvió la mirada con una sonrisa que parecía genuina, lo que la confundió aún más. Una vez dentro del coche, Brianna se sumergió en una esquina del asiento, mientras Maximiliam sacaba su celular y se concentraba en la pantalla con una expresión tensa. Ella lo observaba de reojo, consciente de la incomodidad que llenaba el aire entre ellos.En realidad, Maximiliam estaba molesto. Le dolía que Brianna hubiera aceptado la invitación de su an