La luz del sol se cuela por las ventanas del pequeño apartamento rentado en la Ciudad de los Ángeles, que pago porque mi madre así lo desea porque podría vivir en un cuarto de cualquier pensión pero ¡no por favor mi pequeña! Esa exótica pero exasperante mujer, es el ser más sobreprotector del mundo y por lo tanto no desea que me mude de su lado hasta cumplir ¡no sé! ¿treinta?
¡Es ridículo!
Le llevo la contabilidad de las dos salas de Spa y aún así necesita más de mi que cualquiera ¡por favor ella es la madre! Me incorporo en la cama y disfruto del estiramiento propio de un felino, son las cinco de la mañana y se que debo salir a correr y hacer un poco de ejercicio para desechar toda la porquería que ingerí y degusté este fin de semana. Pero es tan difícil para mí salir de este cómodo y acogedor lugar donde mi cuerpo descansa enredado en unas deliciosas y calentita sábanas de seda, cortesía de… mi madre, al igual que todo lo que se encuentra dentro de este apartamento, apesta a ella. Con un excelente gusto y un decorado de señorita muy fresa ¡puaj! Si es por mi, la cama sería solo un colchón y el refrigerador solo tuviese cerveza y carne roja, si bueno… poco elegante y al estilo camionero que infarta a mi madre cada que lo menciono.
Salto de mi aposento porque el sueño abandonó mi cuerpo a causa de la cháchara mental y me dirijo al baño, la tina es linda y cómoda además que hay alrededor una serie de sales aromáticas que sirven cada una para levantar el Chacra – no se que diablos es eso por cierto – y la buena suerte según… mi madre. Saco un gel de baño que huele a vainilla y lo instalo en la bañera para darme un toque femenino ya que el uniforme de la empresa que me contrató – y que me enviaron a la casa -, es un vestido negro sin mangas a la mitad del muslo y una chaqueta estilo blazer color nute, todo un derroche de elegancia. Confieso que cuando recibí el correo de aprobación y confirmación pensé que me había equivocado ya que el archivo adjunto era una lista de atuendos con todo y calzado. Me pedían enviar las medidas de todo. En fin, envié los requerimientos y me aceptaron.
Recostada en un extremo de la tina en mi éxtasis de relajación, viene a mi memoria la imagen de un par de ojos de un tono azul que no había visto nunca, casi turquesa y casi cielo. El tipo es un… dios de la belleza, un Eros, con una boca ¡UF! Y ese hoyuelo que…
—¡Isobel, basta! – me reprendo, pero su imagen quedó grabada en mi cerebro. Lástima, me encantaría saber de quién se trata ya que el retrasado mental de Brennan no mencionó su nombre en ningún momento.
Pero como estoy poco, casi nada interesada en hombres y menos en los millonarios buenos que tienden a llevarse a la camita hasta un palo de escobas con falda, olvido el tema y me sumerjo en la deliciosa sensación que me dan estas burbujas de vainilla hasta que mi tripa sufre un estallido de emociones y necesidad: hambre. Salgo del baño y seco mi cabello rebelde y grueso, que no es rizado pero tampoco es liso. El, sencillamente tiene vida propia y es una locura que solo se comporta cuando mi madre lo arregla y este fin de semana entre playa, sol fiestas y besos de buenorros ojiazules, no fui a ordenar el desastre. Pero así va a quedar.
Ya vestida y arreglada, salgo de la habitación y me observo en el espejo de cuerpo entero ubicado estratégicamente – según mi madre – justo en el rincón al lado izquierdo de la puerta donde está mi alcoba. El uniforme queda perfecto, ajustado donde se debe pero cómodo ¡Ja, esta gente sabe de costura y moda! Pero como mi estómago continúa con concierto de tripas cantando me voy a la cocina a preparar algo para callarlas. Mi teléfono suena con la canción de “Live is life, de Opus", dejo que suene la música instrumental hasta que comienza el “na, na, na, na, na"… me encanta esa canción. Pero debo contestar porque es el tono de mi madre.
—¿Jola? – contesto como una niña.
—¡Isobel! ¿Qué forma es esa de contestar? Buenos días, así debes hablar por teléfono, con una voz suave y femenina – pongo los ojos en blanco.
¿Ven a lo que me refiero?
¡No me deja ser!
Y perdón por quejarme pero ya crecí y ella no me deja en paz, es decir no puedo hacer nada que ella no sepa y todo lo critica. Bárbara McKenzy era una mujer dotada de una buena fortuna hasta que el engendro del que fuera mi padrastro por cinco años la dejara en la ruina hace dos años atrás, ahora vive dentro de una burbuja de amargura y soledad con una autoestima embarrada en el lodo del infortunio ¿No entiendo por qué se avergüenza? Si el tipo era un timador, jugador y derrochador de dinero. El muy mantenido no hacía sino vestir con las mejores galas y llevar a sus amigotes a la casa, preparaba parrilladas y hacían fiestas como si el dinero lo llevara él. En parte entiendo la frustración de mi madre pero ¿yo qué culpa tengo de eso?
—¡Bien día madre! ¿Qué tal tu mañana? – espero hayan descifrado el sarcasmo.
—Muy bien cielo, la estética ya está bastante concurrida y las salas de belleza también ¿cómo comienzas tu primer día de labor? ¿te sienta bien el uniforme? ¡y no dejes de usar las medias porque eso te proporciona elegancia señorita! Además que te cubre las piernas de cualquier mirada indiscreta. Tu eres una persona decente. Eres una chica, recuérdalo por favor – ella... es bruja.
Si mi madre fuese un personaje de la serie de Netflix the Witcher ¿qué personaje tendría? Pues: un Oráculo, ya que todo lo sabe al igual que todo lo predice. Como pueden ver ella… es todo un personaje.
—¡Claro que si mamita! Me alegro que te vaya bien en el negocio y que nunca te falten clientes – saco lo que necesito del refrigerador para hacerme un gran sándwich con mucho jamón y salsa — Estoy con el desayuno en este momento, ya hice café – le dije con un tono suave el cual si no como rápido mutara a gritos desesperados. Obviando descaradamente el tema del uniforme y las medias que me pican las piernas de solo pensarlas.
—Te felicito por tu independencia mi amor, te deseo un gran primer día, llámame por favor y si lo deseas podemos almorzar hoy para celebrar - creo que hoy si aceptaré la invitación.
—¡Si mami te llamaré para almorzar juntas! – pero se que no tendré que hacerlo ya que ella se tomará el tiempo de hacerlo ¡mil veces! — Ahora desayunaré para irme porque ya es casi la hora - dije para poder colgar.
—¡Muy bien tesoro, Will ya está abajo esperándote! Te prohíbo que llegues a ese edificio tan elegante en esa horrible motocicleta – apreté los puños pero, me voy con el chófer para no discutir en mi primer día de trabajo.
Will además de el chofer es un gran amigo de mi madre y bueno… mío también. Me refería que estaba deprimida porque vive en esa casa sola y necesita compañía y que esté al pendiente.
—¿Eso te dijo ella o lo notaste? – me observa sonriente desde el espejo, sabe que conozco el tipo de manipulación que ejerce en las personas y no estoy dispuesta a seguirle la corriente.
—Es solo un comentario, Caperucita. Solo quiero que se sienta bien al igual que tú - bien, hablemos de ese apodo tan… infantil e inocente.
Era una noche lluviosa y el jardín de la casa se veía atractivo con toda esa agua, Cala mi perra se encontraba asomada en la ventana de mi habitación sin parar de ladrar y esta servidora que para entonces tenía nueve años, divisó un gatito casi hundido en el agua y decidió hacer el papel de rescatista, con la pijama puesta y el aguacero, tomé un impermeable del perchero en la sala y me lancé a través de la ventana pero con la mala suerte de que el seguro cedió, y cerró la misma sin posibilidad de volver a entrar.
Yo salvé al gatito pero Will me salvó a mi ¿adivinen de que color era el impermeable? Pues rojo por supuesto. Pesqué un resfriado, gané una riña con mi madre y me quedé con el gatito. Desde entonces me llama Caperucita ¿loco, no?
—¡Bien, visitaré a menudo! – prometí con la mano levantada y mi mejor sonrisa — ¿Contento? – el Moreno sonríe y me hace un guiño, justo en el momento que estaciona el auto frente a las puertas del edificio.
Vogue Style Industries, toda una pomposa industria textil, la más prestigiosa de Manhattan, considerada la más ventajosa y sólida entre las empresas de textiles y confección de indumentaria para damas, caballeros y niños. Con una franquicia millonaria en el comercio de ropa, calzado y accesorios varios. De la mano de los mejores modistas y textileros del país, esta es la empresa que me contrató para que labore en ella luego de tres meses de prácticas profesionales. Parada frente al edificio de treinta y tantos pisos me siento emocionada y aterrada por partes iguales, debido a que durante mi período estudiantil solo trabajé como mesera y valet de un estacionamiento. Por supuesto mi madre moría de la vergüenza pero como no deseaba tener contacto con su dinero por la última experiencia vivida: me desligué de la casa desde que tenía casi diecinueve y cuando sucedi&oacu
¿O sería el beso lo que me dejó sin aliento? Bueno, lo que si les diré es que casi caigo de la silla al darme cuenta que el millonario "salvavidas" trabaja aquí y debe - por lo refinado de su traje - tener un alto cargo en las empresas porque todo el mundo se encuentra nervioso, menos yo por supuesto ¡Ah y la jefa de Recursos Humanos! que al parecer son bastante cercanos, tomando en consideración la mano que tiene puesta en la cintura de la morena.Percibe mi sorpresa y sonríe con lo que yo llamo entusiasmo excesivo, lo hago de vuelta cortésmente para no llamar la atención del público y evitar la percepción de que nos conocemos o al menos nuestras bocas, pero Donna Jackson quien parece conocerlo bien, me observa sonriente como sabiendo algo que ignoro. Hago caso omiso de cualquier insinuación para evitar levantar algún mínimo de sospechas incluso, aunque la mi
Salgo destruida de la oficina luego que Lara Clayton me hubo aclarado que el hecho de que el Jefe no le permitió echarme como un perro, no estoy salvada de nada. Eso solo me indica que es cuestión de tiempo para que esa mujer haga que me destituyan, pero que no se crea por ningún motivo que no pienso darle pelea porque si ella es la jefa, yo soy una empleada que conoce sus derechos y los va a hacer cumplir, así eso me lleve a un puto juicio.Salgo del ascensor para salir del edificio y me encuentro con el jefe, arrugo el ceño ante lo perfecto que se ve con su traje oscuro y su cabello peinado, si hace menos de diez minutos lo vi salir de la oficina de la Hidra como si lo hubiese atropellado un camión de mercancías ¡ay estos millonarios son unos locos todos!— ¡Buenas tardes Isobel! feliz viaje a casa - me paralizo al escuchar su voz suave y el tono cortés que utiliza p
—¡Isobel, saldré un momento. Espérame por favor! – observo la hora en el reloj de la compu y son apenas las tres de la tarde, puede tardarse un poco y descansar del regaño que le asestó el jefe por bruja.Y de ese modo seré la mujer más feliz en el universo porque esa Hidra venenosa no querrá aplastarme ni matarme con alguna de sus cabezas. Me dispongo a trabajar cuando mi compañera sale del baño y agarra su barrigota haciendo un ruido parecido a un animalito apaleado, su cuerpo se estremece y detiene su andar balanceado aprehendiendo con una fuerza casi descomunal el espaldar de la pobre silla que se encuentra al frente de mi escritorio, el color abandona mi rostro y un frio recorre mi espina dorsal. No sé qué le ocurre, pero se ve lastimada y dolorida, además sus piernas están mojadas lo que me hace saltar del asiento y correr hacia ella.—
Saco mi teléfono del bolso y quedo sorprendida de ver dieciocho llamadas perdidas de Sasha, mientras voy bajando a recepción con Jacques Hawkins el cual se ha ofrecido a llevarme a casa ya que la perra de mi jefa se vengó por la llamada de atención de la que fue objeto el día anterior. Me siento furiosa con ella porque yo no tuve culpa de ello, ella tomo una mala decisión y ahora me ha declarado la guerra, no me considero un angelito, pero tampoco me agrada la vejación a mi persona solo porque a otra le causa placer ¡me la vas a pagar vieja bruja!¿Isobel, estas ahí? – observo unos ojos azules que me miran divertidos ante mi viaje al más allá. Puesto que es allí donde pienso mandar a mi jefa.¡Sí! – sonrío — Aquí estoy y me parece que no debería tomarse la molestia de llevarme a la c
La alarma de mi teléfono suena y despierto sobresaltada con mi amiga asfixiándome con su bazo sobre mi estómago. Ronca, babea y habla dormida; me desveló hasta las doce cuarenta pensando que me hablaba a mí y era que balbucea dormida la muy loca. Salgo de manera cuidadosa para no despertarla de su hibernación y corro al baño para evitar hacerme pis en la ropa y poder llegar a la cocina para hacer mi café normal con mucha, mucha cafeína, mi amiga se encuentra en un coma inducido por el sueño y eso quiere decir que no puede hacerme el desayuno ¡lástima, cocina rico! Saco el jamón, queso blanco y amarillo porque lo que voy a preparar va a tener tres pisos y tengo que comerlo con rapidez porque pretendo llenarlo de todo tipo de salsas y miel. Me llama mucho la atención una cosa verde asquerosa en un envase, pero cuando la huelo me descompongo al saber que es una de esas cosas dietétic
Llego a la oficina y lo primero que veo son un par de ojos azules, hermosos, curiosos y diferentes a lo que vi ayer, pero estos si tienen ese no se qué interesante y que me activa las hormonas. ¡No entiendo una mierda!—¡Buenos días Isobel! Mis piernas tiemblan y el corazón se dispara en una carrera hacia no sé dónde, esa voz y sus gestos… me siento demasiad confundida. Bufo enojada conmigo misma por el poder que pueda tener un hombre sobre mis emociones ¡Y no es un hombre normal! Es mi jefe, es millonario y además con un pequeño problema de personalidad múltiple que si fuese una terapeuta me daría gusto analizándolo a mis anchas—¡Buenos días, jefe! – sonrío a medias y bajo la vista para no ser descubierta como un ratón de biblioteca.—¿Qué tal tu noche? – no se a lo que se refiere si él mismo me dejó al frente y sin dejar de ver su teléfono. Per como m boca tiene la capacidad de pensar y desobedecer no pudo evitar abrirse.
El jefe se desploma y aunque traro de ayudarlo no puedo ya que es demasiado grande y pesado. Grito por ayuda y dos caballeros llegan al instante para ayudarlo, quedo petrificada ante la acción porque en comparación con el día de ayer e incluso anche se veía perfectamente sano, pero cuando salí del cubículo que se encuentra en la oficina no te sus ojeras y el cansancio en su expresión bueno… tampoco es que el revolcarse con su hermana sea una gracia, alguien allá arriba debe estarle pasando factura. Veo cuando lo llevan al ascensor entre los dos sujetos y me percato en lo que bajo la vista su billetera, la recojo y se la entrego al señor gigante de los ojos verdes. Me quedo frente al aparato esperando que vuelva para reunirme con mi madre y su nueva cita, saco mi teléfono para corroborar y no encuentro ninguna llamada, eso es algo que me parece muy raro. Llamo tres veces y llega el cacharro. Subo y mar