Salgo destruida de la oficina luego que Lara Clayton me hubo aclarado que el hecho de que el Jefe no le permitió echarme como un perro, no estoy salvada de nada. Eso solo me indica que es cuestión de tiempo para que esa mujer haga que me destituyan, pero que no se crea por ningún motivo que no pienso darle pelea porque si ella es la jefa, yo soy una empleada que conoce sus derechos y los va a hacer cumplir, así eso me lleve a un puto juicio.
Salgo del ascensor para salir del edificio y me encuentro con el jefe, arrugo el ceño ante lo perfecto que se ve con su traje oscuro y su cabello peinado, si hace menos de diez minutos lo vi salir de la oficina de la Hidra como si lo hubiese atropellado un camión de mercancías ¡ay estos millonarios son unos locos todos!
— ¡Buenas tardes Isobel! feliz viaje a casa - me paralizo al escuchar su voz suave y el tono cortés que utiliza para hablarme. Si que es una locura, parece una persona diferente.
— ¡Gracias! tenga una buena tarde usted también - es todo lo que logro decir ante la impresión.
Busco un taxi y me adentro en la ciudad, hundiéndome en la comodidad del asiento de cuero hasta que se detiene frente al pequeño edificio donde es mi hogar y al que deseo llegar para quitarme toda esta ropa que ya empieza a picarme en la piel. Pago y salgo del auto, subo a mi apartamento y veo algo que me asusta y me intriga a partes iguales, mi amiga Sasha se encuentra recostada a la puerta con las piernas encogidas, abrazadas y llevadas hasta el pecho, con unas enormes gafas negras y un pequeño maletín que supongo lleva dentro ropa. Me lleno de ira y no tengo idea de lo que le sucede, pero creo que la "cagada millonaria" tiene mucho que ver, sino toda la culpa.
— ¿Sasha, hermosa? - gime dolorida. Levanta la cara y veo como su boca se curva en una expresión de tristeza y la tomo de las axilas para levantarla, aunque es mas alta, pesa mucho menos — ¡Vamos, entremos! - abro la puerta y empujo su cuerpo dentro del apartamento para cerrar de inmediato, aunque sé que nadie va a subir sin que yo lo autorice.
No me atrevo a quitar las gafas de su cara ya que Brennan corre el riesgo de perder su hombría por un rodillazo en las bolas. Hiervo de rabia. La observo con una clara interrogante en los ojos y esperando que hable.
— ¡Él-él, mi madre dijo que yo tuve la culpa! - solloza y retengo la respiración para no salir corriendo a desmembrarlo como una loca asesina en serie — No debo provocarlo, según ella - cierro los ojos porque lo de la retención del aire no está resultando.
— Voy a tener que hablar seriamente con tu madre ¡ese hijo de puta es un abusador! - abrazo su frágil cuerpo que se estremece por los sollozos y mi sangre fluye como lava ardiendo en mis venas.
— ¡No servirá de nada, no pierdas tu tiempo! - la aparto por los hombros para observar su cara y quito las gafas por fin.
Un dolor agudo atraviesa mi pecho como si me clavaran una espada, su ojo izquierdo se encuentra negro por el golpe que le propinó ese maldito carnicero y su nariz perfecta aún sangra, el cardenal en el pómulo me da solo una idea de como la golpeó, pero de lo que si estoy segura es de cómo lo golpearé yo en su puta nariz y en la entrepierna para que aprenda a respetar las mujeres y que sepa de una vez que Sasha no está sola en el mundo, así sea que la estúpida de la madre no la proteja y prefiera someterla a esto, por unos míseros dólares. La acerco de nuevo para abrazarla y acaricio su sedoso cabello en una muestra clara del cariño inmenso que le tengo.
— ¡Descuida cariño! sabes que puedo ser muy persuasiva cuando me lo propongo - digo convencida de que voy a insultar la vieja malnacida esa que tiene por madre.
— ¡Gracias y siento no haber avisado! - dice en un susurro.
— ¿Qué? ¡vamos, esta es tu casa! "donde yo viva es tu casa también" ¿recuerdas? - le recuerdo la promesa que nos hicimos de pequeñas. Ella solo asiente.
Coloco una bolsa con guisantes congelados en su ojo para desinflamar y aplico un ungüento para bajar la intensidad del moratón en su pómulo, ya no tengo tanta rabia por todo lo que hemos reído y platicado haciendo la pasta con carne de la cena y comiendo pan con vino tinto para celebrar que estamos juntas en nuestra casa. No le creo nada cuando dice que no va a volver con Frederick "pedazo de porquería", pero de que me doy el gusto de castrarlo me lo doy y de gritarle sus verdades en la cara a la loca de Eleanor Beller también.
— ¡Me encanta tu casa! ¿puedo quedarme unos días? - la miro con ternura, parece una niña. En realidad hay personas que nunca crecen.
— ¡Cielo, tu puedes quedarte el tiempo que desees! ya te dije que esta es tu casa - beso su frente — Y ahora, si me disculpas voy a darme una merecida ducha para sacar el cansancio y el trauma de mi primer día de trabajo - abre mucho los ojos.
— ¡Es cierto! con todo mi drama olvidé que hoy fue tu primer día de trabajo - salta sobre mi y grita dejándome totalmente sorda, sin embargo río alegre porque se siente feliz por mi.
Disfruto del agua caliente cayendo por mi cuerpo, y con ello todo el cansancio, la rabia e impotencia se desliza yéndose por el caño. Salgo envuelta en una toalla enorme - regalo de mi madre - para prestarle mi bata de baño a mi amiga-hermana y que pueda darse una ducha también, su cara se ve mucho mejor a pesar de que apenas le froté el ungüento. Luego del baño, con la pijama puesta y mi cuerpo adormecido nos metemos entre las mantas a dormir tranquilas y felices hasta mañana, para comenzar el día con buena cara.
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Despierto porque el aroma a café endulza, activa y emociona mis fosas nasales, me incorporo en la cama para estirar el cuerpo como un gatito cuando recuerdo que tengo una visita, salto de mi cómodo lecho y corro a la cocina. Encuentro a Sasha con unas bolsas en las manos y entrecierro los ojos de manera acusatoria ya que sospecho que salió del apartamento.
— ¡No me mires así Is, no fui a ninguna parte! - ladea la cabeza — ¿Conoces las entregas a domicilio? - sonrío negando con la cabeza.
— ¡Eres terrible! - deja las bolsas sobre la mesada y pone los brazos en jarras.
— Si voy a estar aquí, por lo menos deja que colabore con los alimentos - regaña dulcemente — Además, la mantequilla de maní y las mermeladas no combinan con los huevos revueltos - miro hacia abajo avergonzada... ¡Naaaahhh suelto la carcajada!
— Eso es porque no te das la oportunidad de probarlo - despliego mi sonrisa convincente.
— Cómetelos tu - dice con la nariz arrugada.
Observo la hora y son las seis y treinta, me voy a la ducha y en media hora estoy lista con mi uniforme completo, mi amiga queda impactada con el atuendo y lo bien que me queda. En esta ocasión llevo un pantalón que tiene la bota recta color negro y una blusa estilo camisa con mangas largas color nude sin chaqueta, pero no tengo idea de cómo usar la puta bufanda.
— Estoy lista para mis huevos con mantequilla de maní - digo sonriendo ante su embobada mirada.
— ¡Te ves genial! - aplaude saltando en la silla del comedor — Apuesto a que eres la más linda de tu trabajo - junta las manos para posarlas en su mejilla con la cabeza ladeada.
— ¡No, hay mas lindas cariño! pero mientras menos me vea, más a salvo estoy ¡Créeme! - hablo con sinceridad ante sus ojos azules que irradian amor y confusión.
Desayunamos entre risas y recuerdos vividos en todas las situaciones que hemos estado, pero como no todo es perfecto se me llega la hora de partir luego de una llamada que le hice a mi madre y otra a Will para que envíe a alguien para que vigile. Luego de arreglar todo lo concerniente a la seguridad de Sasha, me dirijo hacia mi trabajo con media hora de anticipación.
— ¡Buen día Cass! - saludo a la recepcionista y decido utilizar un diminutivo como lo hace ella.
— ¡Issy, bienvenida y que pases un excelente día! - sonríe y se ve hermosa.
— ¡Gracias linda, igual para ti! - camino hacia el ascensor y llamo para abordarlo.
Al entrar, marco mi piso y cuando las puertas se van cerrando una mano me asusta haciendo que salte hacia atrás quedando pegada a la pared del fondo del aparato. Cierro los ojos para que mi corazón detenga su loco ritmo a causa del sobresalto sufrido. Al abrirlos no solo me espanto sino que quedo perpleja con lo que veo: el mismísimo Jacques Hawkins embutido en un traje de tres piezas azul oscuro de Raya Diplomática y una preciosa corbata azul idéntica al tono de sus ojos con lo cual se ve de infarto ¡maldita sea! ¿por qué tiene que estar tan bueno? Además del aroma amaderado y picante de su perfume que marea y seduce a cualquiera que pase a su lado.
— ¡Isobel! - su voz suena sedosa, como si acariciara. Me percato de que lo estoy observando descaradamente y me repongo.
— ¡Jefe! - trago el nudo alojado en mi garganta — ¡Buenos días! - sonríe seductor, permanece en su lugar con las manos en los bolsillos del pantalón que le esculpieron los dioses para que le quede así de magnífico ¡Dios, que calor!
Me da un repaso descarado, admirando todas las curvas que se ven a través de mi atuendo, pero no me incomoda; muy por el contrario me siento extrañamente bella, ataviada, admirada; su sonrisa es lujuriosa y provocativa, se que quiere decirme algo, pero es interrumpido por el pitido del ascensor y la llegada a mi piso.
— ¡Parece que te salvó la campana preciosa Isobel! - indica mientras se aparta para dejarme salir hacia mi sitio de trabajo. Miro el reloj y faltan aún quince minutos para mi entrada, aprovecho para ir al baño y llenar mi rostro de maquillaje.
— ¡Isobel! - esta es la tercera vez que llama a gritos, salto de la silla y corro hacia la oficina — ¡Te dije que esto no era lo que quería! ¿eres sorda o retrasada? - muerdo mi lengua por tercera vez.
— ¡Lo siento, si puede explicarme por ultima vez! créame que se lo agradecería - sus ojos parecen un par de llamaradas y su pecho sube y baja desmesuradamente.
— ¡No tengo tiempo de estar enseñando a los aprendices tontos como tu! - grita como loca mientras mantengo la cabeza gacha — ¡Eres una idiota!
— Isobel, sal de la oficina por favor - giro y un frío recorre mi cuerpo. Los ojos de Jacques se ven tan helados como su tono de voz — ¿Escuchaste Isobel? - pregunta ladeando la cabeza y yo a lo único que atino es a asentir automáticamente y mis piernas obedecen a mi cerebro cuando les ordena moverse.
Voy al baño y no puedo resistir la presión. Lloro. Mi piel erizada a causa de la rabia se niega a calentarse y la sudoración en las manos hace que mi nerviosismo aumente por no saber lo que sucede ahí dentro, lo que espero es que no repercuta en mi puesto ya que no hice nada mal. Salgo igual de nerviosa y escucho un grito que es casi un gruñido animal. El Jefe sale de la oficina y se planta frente a mi escritorio mirándome.
— ¿En serio me someterás a esta humillación Hawkins? - pregunta con voz rota, niego y levanta una gran mano para acallar cualquier cosa que desee salir de mi boca.
— Esto lo hiciste tú misma, mi querida Lara y te aconsejo que lo hagas, a menos que desees ser echada como un perro de la empresa - abro los ojos como platos frente a la expresión que me escupió Lara en la cara el día de ayer — Te recuerdo que estás rodeada de cámaras y en cuanto a ti Isobel ¡Felicidades por tu comportamiento! pero nadie tiene el derecho de maltratar a las personas y menos a mis empleados ¿escuchaste Lara Clayton? ¡mis empleados! - no salgo del asombro: me parece increíble, los ojos que hace un momento parecían témpanos de hielo ahora se ven cálidos y rebosantes de amabilidad junto a una sonrisa cariñosa.
— ¡Lo siento, no debí maltratarte de ese modo! - las aletas de la nariz se abrían y cerraban como si fuese un toro.
— Descuide jefa, es de humanos errar – la mujer asiente complacida, pero algo me dice que esto no acaba aquí...
—¡Isobel, saldré un momento. Espérame por favor! – observo la hora en el reloj de la compu y son apenas las tres de la tarde, puede tardarse un poco y descansar del regaño que le asestó el jefe por bruja.Y de ese modo seré la mujer más feliz en el universo porque esa Hidra venenosa no querrá aplastarme ni matarme con alguna de sus cabezas. Me dispongo a trabajar cuando mi compañera sale del baño y agarra su barrigota haciendo un ruido parecido a un animalito apaleado, su cuerpo se estremece y detiene su andar balanceado aprehendiendo con una fuerza casi descomunal el espaldar de la pobre silla que se encuentra al frente de mi escritorio, el color abandona mi rostro y un frio recorre mi espina dorsal. No sé qué le ocurre, pero se ve lastimada y dolorida, además sus piernas están mojadas lo que me hace saltar del asiento y correr hacia ella.—
Saco mi teléfono del bolso y quedo sorprendida de ver dieciocho llamadas perdidas de Sasha, mientras voy bajando a recepción con Jacques Hawkins el cual se ha ofrecido a llevarme a casa ya que la perra de mi jefa se vengó por la llamada de atención de la que fue objeto el día anterior. Me siento furiosa con ella porque yo no tuve culpa de ello, ella tomo una mala decisión y ahora me ha declarado la guerra, no me considero un angelito, pero tampoco me agrada la vejación a mi persona solo porque a otra le causa placer ¡me la vas a pagar vieja bruja!¿Isobel, estas ahí? – observo unos ojos azules que me miran divertidos ante mi viaje al más allá. Puesto que es allí donde pienso mandar a mi jefa.¡Sí! – sonrío — Aquí estoy y me parece que no debería tomarse la molestia de llevarme a la c
La alarma de mi teléfono suena y despierto sobresaltada con mi amiga asfixiándome con su bazo sobre mi estómago. Ronca, babea y habla dormida; me desveló hasta las doce cuarenta pensando que me hablaba a mí y era que balbucea dormida la muy loca. Salgo de manera cuidadosa para no despertarla de su hibernación y corro al baño para evitar hacerme pis en la ropa y poder llegar a la cocina para hacer mi café normal con mucha, mucha cafeína, mi amiga se encuentra en un coma inducido por el sueño y eso quiere decir que no puede hacerme el desayuno ¡lástima, cocina rico! Saco el jamón, queso blanco y amarillo porque lo que voy a preparar va a tener tres pisos y tengo que comerlo con rapidez porque pretendo llenarlo de todo tipo de salsas y miel. Me llama mucho la atención una cosa verde asquerosa en un envase, pero cuando la huelo me descompongo al saber que es una de esas cosas dietétic
Llego a la oficina y lo primero que veo son un par de ojos azules, hermosos, curiosos y diferentes a lo que vi ayer, pero estos si tienen ese no se qué interesante y que me activa las hormonas. ¡No entiendo una mierda!—¡Buenos días Isobel! Mis piernas tiemblan y el corazón se dispara en una carrera hacia no sé dónde, esa voz y sus gestos… me siento demasiad confundida. Bufo enojada conmigo misma por el poder que pueda tener un hombre sobre mis emociones ¡Y no es un hombre normal! Es mi jefe, es millonario y además con un pequeño problema de personalidad múltiple que si fuese una terapeuta me daría gusto analizándolo a mis anchas—¡Buenos días, jefe! – sonrío a medias y bajo la vista para no ser descubierta como un ratón de biblioteca.—¿Qué tal tu noche? – no se a lo que se refiere si él mismo me dejó al frente y sin dejar de ver su teléfono. Per como m boca tiene la capacidad de pensar y desobedecer no pudo evitar abrirse.
El jefe se desploma y aunque traro de ayudarlo no puedo ya que es demasiado grande y pesado. Grito por ayuda y dos caballeros llegan al instante para ayudarlo, quedo petrificada ante la acción porque en comparación con el día de ayer e incluso anche se veía perfectamente sano, pero cuando salí del cubículo que se encuentra en la oficina no te sus ojeras y el cansancio en su expresión bueno… tampoco es que el revolcarse con su hermana sea una gracia, alguien allá arriba debe estarle pasando factura. Veo cuando lo llevan al ascensor entre los dos sujetos y me percato en lo que bajo la vista su billetera, la recojo y se la entrego al señor gigante de los ojos verdes. Me quedo frente al aparato esperando que vuelva para reunirme con mi madre y su nueva cita, saco mi teléfono para corroborar y no encuentro ninguna llamada, eso es algo que me parece muy raro. Llamo tres veces y llega el cacharro. Subo y mar
¡Me lleva la mierda! La Pequeña Brujita está aquí y ya me ha visto por idiota. El desconcierto en su expresión es como para grabarlo y la manera de mirarme dice lo mucho que desea… ¿interrogarme? Eso veo aunque no sea el termino correcto, sin embargo sonríe y disimula perfecto. Si, definitivamente ella es lo que necesito: belleza, inteligencia y mucho carácter. Mi esposa debe ser así, para que se cuide de mi horrenda familia y me cuide a mi por supuesto. Sus bellos ojos escudriñan mi rostro, sabe que algo pasa, sabe que no somos la misma persona porque aunque le digo al tonto de mi hermanito que nos pongamos a la par en todo: él no lo hace.—¡Isobel, que agradable sorpresa! – Donna se torna incómoda, lo que acaba de pasar aquí, ha dejado evidencia en ella y la Srta. Makenzie lo ha notado.Cuerpo de infarto, cabello rebelde, muy
¿Se fue? ¡Él solo se fue y ya! Nunca había visto a nadie con un ego de ese tamaño, ni que llevara las cosas a los extremos de ese modo ¿y cómo es eso que necesita que me quede aquí? ¡Está loco! Porque yo me voy de esta empresa, es un peligro que me encuentre aquí con este sequito de desquiciados. Observo a Miller y se ve tan confundido como yo, hago un movimiento y tira de la mano de la cual no tenía idea que sostenía. —¡No quiero quedarme aquí! – expreso con molestia. —Define “aquí” ¿te refieres a: conmigo o en la empresa? – cuestiona con duda. —¡Ok, ya estoy comprendiendo que el jefe no es el único idiota aquí! – no deja de
¡Ok, esa mujer esta buenísima! y no solo eso, sabe delicioso y golpea como camionero. No me siento maltratado en realidad, lo tomo como una reacción a todo lo que estaba sintiendo en ese momento, desconocido para ella por supuesto. Es virgen, lo pude sentir en su desesperación por probar más y no tiene nada que ver con que soy un tipo irresistible, es que ese anhelo es diferente a lo usual, sale completamente del patrón, no se frotó, ni restregó los pechos en mi torso, ella solo quería ¡no! Necesitaba ese beso y yo se lo proporcioné y ahora solo es cuestión de tiempo para que regrese por más. Ella sentirá la necesidad de probarme de nuevo, su condición de novel la coaccionará de tal manera que me sentirá y entonces volverá por más. ¡Es la mujer perfecta para lo que necesito, mis planes saldrán a pedir de boca con ella ya que su temperamento y pasión la harán inmune a los desplantes y majaderías propias de m