Vogue Style Industries, toda una pomposa industria textil, la más prestigiosa de Manhattan, considerada la más ventajosa y sólida entre las empresas de textiles y confección de indumentaria para damas, caballeros y niños. Con una franquicia millonaria en el comercio de ropa, calzado y accesorios varios. De la mano de los mejores modistas y textileros del país, esta es la empresa que me contrató para que labore en ella luego de tres meses de prácticas profesionales. Parada frente al edificio de treinta y tantos pisos me siento emocionada y aterrada por partes iguales, debido a que durante mi período estudiantil solo trabajé como mesera y valet de un estacionamiento. Por supuesto mi madre moría de la vergüenza pero como no deseaba tener contacto con su dinero por la última experiencia vivida: me desligué de la casa desde que tenía casi diecinueve y cuando sucedió que el "engendro" la dejó y pidió que me fuera con él bueno... las cosas no salieron muy bien pero luego les iré contando.
— ¡Buen día señorita! ¿en qué le puedo servir? - dice amablemente la rubia sin cerebro que me ha atendido seis veces y todavía no se entera que soy trabajadora de la empresa.
— ¡Buen día Cassidy, hoy es mi primer día! no me ayudes ¡Gracias! - la chica levanta la cabeza y al recordarme sonríe tanto que su cara podría partirse en dos.
— ¿Issy? ¡qué alegría que empieces hoy, te deseo suerte! - el apodo lo odio pero si de ese modo me recuerda, me importa poco si su cabeza se encuentra en júpiter.
Camino lo mejor que puedo con los zapatos molestos y el traje ajustado, me queda perfecto, solo que al no estar acostumbrada se me hace incómodo. Tomo el ascensor con un grupo de personas que van bajando según el piso que marcan y yo llego al piso veinticinco junto a un par de ejecutivos asquerosos que miran a las chicas como si quisieran devorarlas. Mi ubicación estratégica en la caja metálica me cubre de miradas desagradables.
— ¡Con permiso! - salgo de mi escondite y escucho comentarios acerca de mis piernas y trasero pero no giro a verlos porque sería bajarme a su nivel. Llego a mi escritorio y ordeno los papeles que la mujer más odiosa y antipática del universo me dejó sobre el: la jefa. Me dirijo a la oficina para que sepa de mi llegada y comience a hacerme la vida cuadritos — ¡Buen día Jefa! - despega los ojos del ordenador para observarme con ojos entrecerrados.
— ¿Pudiste por lo menos maquillarte un poco, no? después de todo somos el rostro de la empresa - ¿ven a qué me refiero? Lara Clayton no obsequia ni siquiera un saludo, ella es mi heroína porque es un genio de la contaduría pero, debieron dejarla en recepción para sonreír ya que su rostro parece un catálogo de colores para una tienda de pinturas.
— ¡En seguida jefa! - cuento aún con doce minutos para que sea la hora de entrada y puedo ir al baño a pinturretearme como le satisface a mi... jefa.
Ingreso al baño y escucho voces que critican a todos y cada una de las personas de la empresa, pongo los ojos en blanco porque soy de las que no comenta a menos que sea conmigo misma. Saludo con un buenos días y todas hacen silencio, cierro los ojos y respiro profundo para que todo a mi alrededor desaparezca tal y como lo hacía en secundaria cuando todos se burlaban de mí porque era muy delgada y sin formas, hoy día no tengo muchas pero tengo un noventa, sesenta, noventa, lo que llaman un cuerpo perfecto. Saco mi pobre estuche de maquillaje y no me refiero a la calidad, es a la cantidad ya que solo consta de un juego de tres sombras compactas color tierra, un polvo compacto y un labial. Me empatuco el rostro de todo eso y salgo rápidamente a buscar aire fresco lejos de las arpías gordas y desfiguradas ¡ja, no soy muy de críticas! pero no me agrada de me degraden y puedo defenderme perfectamente.
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La mañana pasa rápidamente y yo felíz entre mis números y cuentas por aquí y por allá, mi jefa no deja de mandar trabajo que es pan comido en un instante y su asistente Lucy Forbes que ostenta una barrigota de mas o menos seis meses me pide llevar unos documentos a Gerencia en el piso veintinueve. Tomo los documentos, me dirijo al respectivo piso y busco la oficina que corresponde.
— ¡Hola! - saludo a la chica del escritorio y ella salta en su sitio, carga el celular en la mano y su rostro se colorea al percatarse de que la pillé en algo raro — Necesito entregar estos documentos para que sean firmados de inmediato porque el delivery se encuentra en espera - refiero ignorando su desobediencia y ella respira profundo con expresión de agradecimiento. Yo solo asiento y me encojo de hombros dando a entender que no me interesa.
— ¡Ven conmigo! ¿quién debería firmarte los documentos y de qué departamento eres? - busco entre los nombres el que se encuentra en rojo y leo.
— Endrick Miller, contaduría - no digo más y ella asiente.
— ¿Tu nombre?
— ¡Isobel McKenzy!
Toca tres veces y la persona dentro de la oficina pronuncia un: "adelante" muy cortés, y entramos la chica nerviosa primero y yo le sigo.
— Disculpe señor Miller, Isobel McKenzy de contaduría - informa, el caballero levanta la vista y sonríe con un par de hoyuelos con los que luce realmente atractivo. Aparenta unos treinta y cinco años, moreno, cabello castaño y ojos claros pero no llegan a verdes. Debe ser un Don Juan porque destila un sex a peel increíble y no es que me impresione o me guste pero no soy ciega.
— ¡Buenos días Isobel, pasa, siéntate y cuéntame! - informal e incómodo.
Salí de la oficina de Gerencia diez minutos después, me enteré que la chica nerviosa es Brittany Duch, muy agradable. Soy buena con los nombres así que se me hará sencillo recordarlos. Regreso a mi puesto de trabajo y la Jefa no se encuentra, pero Lucy se encarga de todo. Tomo asiento de nuevo. Recibo todas las llamadas y algunos recados, me doy cuenta que faltan cinco minutos para las doce cuando llega Lara con tres hombres muy elegantemente trajeados y uno de ellos me observa con atención. Lo miro y me regala una sonrisa lobuna que me eriza el vello.
— ¡Hola encanto! ¿eres nueva, Lara es tu nueva secretaria? - habla con un tono insinuante y sugerente que me desagrada, la jefa asiente sin prestar atención y respiro profundo — ¡Bienvenida! - sus ojos azules que instantes atrás eran claros se oscurecieron y yo ruedo los míos.
— ¿Aún estás aquí niña? ¡Sal! ¿qué no comes? - aprieto la mandíbula para que mi lengua se quede justo dentro de mi boca y no perder mi trabajo el mismo día que comienzo. Me levanto lo más elegante y digna que puedo bajo la mirada de cuatro ejecutivos elegantes y suntuosos. Me dirijo al ascensor y escucho claramente el comentario del sujeto desagradable "déjala, se vé bastante follable". Entro al aparato con frustración y una rabia que me bulle desde el estómago y cierro los ojos para poder pensar en frío y no salir de allí a sacarle los ojos al idiota.
Saco mi teléfono para llamar a mi madre y en efecto, tal como lo intuí tengo siete llamadas perdida y todas de ella. Le devuelvo la llamada y acordamos vernos en el pequeño restaurante de la esquina, pero al salir del ascensor me encuentro con una muy agradable sorpresa. Tres chicas con unos globos que entre todos se lee la palabra "bienvenida" la jefa de Recursos Humanos Donna Jackson junto a otra siete chicas dándome la bienvenida a la empresa, no pude hacer más que sonreír ante lo bonito del gesto, mi madre aplaude emocionada dando saltitos en su sitio y las chicas llegan a desearme un buen día y a felicitarme por haber aprobado el ingreso. Entre risas y chistes en el comedor privado de la empresa las voy conociendo a todas y son unas bellezas, todas lucímos el mismo uniforme pero en colores distintos, pasa a saludar el Dr. Endrick Miller un prestigioso abogado de una firma conocida, uno de los caballeros que acompañaba a mi jefa en la oficina que resultó ser muy lindo, gay y agradable: Levy Stewart de Diseño.
— ¡Hola traidores, no me invitaron! - todos hicieron silencio y yo levanté la vista para encontrarme con ese par de ojos preciosos que ví en la fiesta y que al parecer me reconocieron, ya que me atavió con la misma media sonrisa seguida del hoyuelo que me dejó sin aliento esa noche...
¿O sería el beso lo que me dejó sin aliento? Bueno, lo que si les diré es que casi caigo de la silla al darme cuenta que el millonario "salvavidas" trabaja aquí y debe - por lo refinado de su traje - tener un alto cargo en las empresas porque todo el mundo se encuentra nervioso, menos yo por supuesto ¡Ah y la jefa de Recursos Humanos! que al parecer son bastante cercanos, tomando en consideración la mano que tiene puesta en la cintura de la morena.Percibe mi sorpresa y sonríe con lo que yo llamo entusiasmo excesivo, lo hago de vuelta cortésmente para no llamar la atención del público y evitar la percepción de que nos conocemos o al menos nuestras bocas, pero Donna Jackson quien parece conocerlo bien, me observa sonriente como sabiendo algo que ignoro. Hago caso omiso de cualquier insinuación para evitar levantar algún mínimo de sospechas incluso, aunque la mi
Salgo destruida de la oficina luego que Lara Clayton me hubo aclarado que el hecho de que el Jefe no le permitió echarme como un perro, no estoy salvada de nada. Eso solo me indica que es cuestión de tiempo para que esa mujer haga que me destituyan, pero que no se crea por ningún motivo que no pienso darle pelea porque si ella es la jefa, yo soy una empleada que conoce sus derechos y los va a hacer cumplir, así eso me lleve a un puto juicio.Salgo del ascensor para salir del edificio y me encuentro con el jefe, arrugo el ceño ante lo perfecto que se ve con su traje oscuro y su cabello peinado, si hace menos de diez minutos lo vi salir de la oficina de la Hidra como si lo hubiese atropellado un camión de mercancías ¡ay estos millonarios son unos locos todos!— ¡Buenas tardes Isobel! feliz viaje a casa - me paralizo al escuchar su voz suave y el tono cortés que utiliza p
—¡Isobel, saldré un momento. Espérame por favor! – observo la hora en el reloj de la compu y son apenas las tres de la tarde, puede tardarse un poco y descansar del regaño que le asestó el jefe por bruja.Y de ese modo seré la mujer más feliz en el universo porque esa Hidra venenosa no querrá aplastarme ni matarme con alguna de sus cabezas. Me dispongo a trabajar cuando mi compañera sale del baño y agarra su barrigota haciendo un ruido parecido a un animalito apaleado, su cuerpo se estremece y detiene su andar balanceado aprehendiendo con una fuerza casi descomunal el espaldar de la pobre silla que se encuentra al frente de mi escritorio, el color abandona mi rostro y un frio recorre mi espina dorsal. No sé qué le ocurre, pero se ve lastimada y dolorida, además sus piernas están mojadas lo que me hace saltar del asiento y correr hacia ella.—
Saco mi teléfono del bolso y quedo sorprendida de ver dieciocho llamadas perdidas de Sasha, mientras voy bajando a recepción con Jacques Hawkins el cual se ha ofrecido a llevarme a casa ya que la perra de mi jefa se vengó por la llamada de atención de la que fue objeto el día anterior. Me siento furiosa con ella porque yo no tuve culpa de ello, ella tomo una mala decisión y ahora me ha declarado la guerra, no me considero un angelito, pero tampoco me agrada la vejación a mi persona solo porque a otra le causa placer ¡me la vas a pagar vieja bruja!¿Isobel, estas ahí? – observo unos ojos azules que me miran divertidos ante mi viaje al más allá. Puesto que es allí donde pienso mandar a mi jefa.¡Sí! – sonrío — Aquí estoy y me parece que no debería tomarse la molestia de llevarme a la c
La alarma de mi teléfono suena y despierto sobresaltada con mi amiga asfixiándome con su bazo sobre mi estómago. Ronca, babea y habla dormida; me desveló hasta las doce cuarenta pensando que me hablaba a mí y era que balbucea dormida la muy loca. Salgo de manera cuidadosa para no despertarla de su hibernación y corro al baño para evitar hacerme pis en la ropa y poder llegar a la cocina para hacer mi café normal con mucha, mucha cafeína, mi amiga se encuentra en un coma inducido por el sueño y eso quiere decir que no puede hacerme el desayuno ¡lástima, cocina rico! Saco el jamón, queso blanco y amarillo porque lo que voy a preparar va a tener tres pisos y tengo que comerlo con rapidez porque pretendo llenarlo de todo tipo de salsas y miel. Me llama mucho la atención una cosa verde asquerosa en un envase, pero cuando la huelo me descompongo al saber que es una de esas cosas dietétic
Llego a la oficina y lo primero que veo son un par de ojos azules, hermosos, curiosos y diferentes a lo que vi ayer, pero estos si tienen ese no se qué interesante y que me activa las hormonas. ¡No entiendo una mierda!—¡Buenos días Isobel! Mis piernas tiemblan y el corazón se dispara en una carrera hacia no sé dónde, esa voz y sus gestos… me siento demasiad confundida. Bufo enojada conmigo misma por el poder que pueda tener un hombre sobre mis emociones ¡Y no es un hombre normal! Es mi jefe, es millonario y además con un pequeño problema de personalidad múltiple que si fuese una terapeuta me daría gusto analizándolo a mis anchas—¡Buenos días, jefe! – sonrío a medias y bajo la vista para no ser descubierta como un ratón de biblioteca.—¿Qué tal tu noche? – no se a lo que se refiere si él mismo me dejó al frente y sin dejar de ver su teléfono. Per como m boca tiene la capacidad de pensar y desobedecer no pudo evitar abrirse.
El jefe se desploma y aunque traro de ayudarlo no puedo ya que es demasiado grande y pesado. Grito por ayuda y dos caballeros llegan al instante para ayudarlo, quedo petrificada ante la acción porque en comparación con el día de ayer e incluso anche se veía perfectamente sano, pero cuando salí del cubículo que se encuentra en la oficina no te sus ojeras y el cansancio en su expresión bueno… tampoco es que el revolcarse con su hermana sea una gracia, alguien allá arriba debe estarle pasando factura. Veo cuando lo llevan al ascensor entre los dos sujetos y me percato en lo que bajo la vista su billetera, la recojo y se la entrego al señor gigante de los ojos verdes. Me quedo frente al aparato esperando que vuelva para reunirme con mi madre y su nueva cita, saco mi teléfono para corroborar y no encuentro ninguna llamada, eso es algo que me parece muy raro. Llamo tres veces y llega el cacharro. Subo y mar
¡Me lleva la mierda! La Pequeña Brujita está aquí y ya me ha visto por idiota. El desconcierto en su expresión es como para grabarlo y la manera de mirarme dice lo mucho que desea… ¿interrogarme? Eso veo aunque no sea el termino correcto, sin embargo sonríe y disimula perfecto. Si, definitivamente ella es lo que necesito: belleza, inteligencia y mucho carácter. Mi esposa debe ser así, para que se cuide de mi horrenda familia y me cuide a mi por supuesto. Sus bellos ojos escudriñan mi rostro, sabe que algo pasa, sabe que no somos la misma persona porque aunque le digo al tonto de mi hermanito que nos pongamos a la par en todo: él no lo hace.—¡Isobel, que agradable sorpresa! – Donna se torna incómoda, lo que acaba de pasar aquí, ha dejado evidencia en ella y la Srta. Makenzie lo ha notado.Cuerpo de infarto, cabello rebelde, muy