XX

— ¡Hola! - fué todo lo que pudo articular antes de casi asfixiarse con su propia saliva, carraspeó fuertemente tragando para poder liberar su garganta — ¡Se ve…  impresionante! - su boca se abría y cerraba como si fuese un pez fuera del agua, a ella le pareció exagerado pero le siguió el juego.

— ¿Quería verme hoy, cierto? - asintió automáticamente — ¡Pues bien aquí estoy! y muero de hambre - mencionó con suficiencia ante su rostro atónito, caminó hacia él y cuando estuvo de frente, se paró en puntas para rozar sus labios.

El choque eléctrico fué casi devastador, pero él la tomó de manera posesiva por la cintura y se apoderó de sus labios al mismo tiempo que la adhería a su pecho duro, trabajado como el hierro y caliente como una brasa ardiendo, así se sentía cuando estaba cerca de esta mujer, confundido, desesperado, encendido como una fogata. Profundizó el beso a causa de la necesidad por tenerla, de sentirla. El ruido de una puert

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