Rehabilitación

SEBASTIÁN

–¡Puta madre!–Maldigo al caerse mí camisa en el suelo del vestidor. Me inclino a tomarla y un dolor agudo atraviesa mis costillas–¡Sofía! ¡Sofía!–La llamo a los gritos repetidamente y al escuchar el sonido de los zapatos en el suelo, cada vez más cerca, espero impaciente. Cuando la veo ingresar toda arreglada y perfumada le reclamo.

–¡¿Donde mierda estabas?!

–Amorcito ¿por qué me hablas así?–se acerca a mí lado. Vislumbra el motivo de mí mal humor, levanta la camisa del suelo y me ayuda a colocarla correctamente mientras abotona cada botón en su ojal e exclama–¡Me estaba poniendo hermosa para vos!–Trata de darme un beso que rechazo y le recuerdo irritado.

–Sabes muy bien, que es tu deber de esposa, ayudarme cuando te necesito.

–¡Ah claro ahora soy tu esposa! ¿no? Pero cuando te revolcaste con esa zorra y casi pierdes la vida por su causa, no pensaste en mí ni por un instante.

Quitó sus manos decoradas con uñas perfectas de manicuría y me encamino hacia la puerta del dormitor
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