Penurias

CATA

Un escalofrío me recorre entera al escuchar salir esas palabras de sus labios. Comienzo a sudar y mi cuerpo tiembla levemente por el dolor que me atraviesa. Abatida doy la vuelta para enfrentarlo – Entonces... ¡ Es verdad ! ¿ Mandaste a incendiar el edificio donde habitaba ? ¡¿Querías matarme?!. Con mi corazón expectante, tomo valor y lo miro a la cara, pero el, esquiva mi mirada. Su expresión se mantiene impasible. En esta situación, no puedo soportar, que no me mire ni me diga nada, me saca de quicio.

Con mis manos me aferró a su camisa y lo sacudo, para que reaccione o eso intento. Le gritó. – habla de una puta vez... Comportate como un hombre y admití tus acciones.

Voltea a verme con una frialdad que me congela la sangre. Con lentitud, toma una a una, mis manos y las quita de su camisa. Me da la espalda y se aleja, dejándome ahí, de pie. Sebastián, se encamina a una especie de sillón largo y rojo, y se sienta. Al frente hay una mesita de roble, que contiene una botella de w
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